El atentado contra la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo, del que el martes se cumplen diez años, causó 12 muertos pero sobre todo una enorme conmoción en Francia y en buena parte del mundo, que se solidarizó con el eslogan ‘Je suis Charlie’ (Yo soy Charlie). Pero la revista dice que sigue siendo fiel a sí misma.
El ataque llegó tras una larga polémica en Francia sobre la laicidad democrática y la contraposición entre el respeto a las religiones y el derecho a la libertad de expresión y a la crítica, por muy descarnada que sea.
La cuestión ha seguido candente en este país, que tiene la mayor comunidad musulmana de Europa, con el asesinato en 2020 del profesor de secundaria Samuel Paty por haber mostrado algunas caricaturas de Mahoma en una clase sobre moral y civismo acerca de la libertad de expresión.
Charlie Hebdo, fundada en 1970 bajo un ideario anticlerical y anarquista, quedó en el punto de mira de los islamistas tras reproducir en 2006 las polémicas caricaturas de Mahoma que había publicado el diario danés Jyllands-Posten el año anterior, además de añadir algunas propias.
Tras años de polémicas en el espacio público, el 7 de enero de 2015 los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, islamistas de origen argelino que habían jurado fidelidad a Al Qaeda, entraron en la redacción armados con fusiles de asalto para vengarse de la publicación.
El ataque, muy rápido, dejó once muertos en el edificio: ocho trabajadores de Charlie Hebdo, entre ellos cinco dibujantes (uno fue Stéphane Charbonnier ‘Charb’, que era también el director), así como un invitado, un policía asignado a la protección de la revista y un conserje del edificio.
Posteriormente, los hermanos Kouachi asesinaron a sangre fría a un policía herido durante su huida. Su huida les llevó a una toma de rehenes en una imprenta industrial fuera de París, donde murieron dos días después en una intervención de una unidad especial de la policía.
La conmoción del atentado y de los asesinatos cometidos justo después por Amedy Coulibaly, un amigo de los Kouachi, fue inmensa, y el lema ‘Je suis Charlie’ (Yo soy Charlie) dio la vuelta al mundo en solidaridad con la revista y las víctimas.
Más un millón de personas participó en una manifestación en París el 11 de enero, a la que asistieron el presidente François Hollande y numerosos jefes de Estado y Gobierno extranjeros. En total, unos cuatro millones de personas participaron en las concentraciones en Francia.
Charlie Hebdo, fiel a sí misma
Charlie Hebdo se mantiene fiel a sus principios, aunque desde una redacción situada en un lugar secreto, con caricaturas y artículos muy ácidos contra el poder y las religiones (sea católica, judía o musulmana).
Y esa fidelidad seguirá este aniversario, ya que el mismo martes publicará un número especial doble de 32 páginas con nuevas caricaturas sobre las religiones producto de un concurso internacional, del que se publicarán 300.000 ejemplares.
El número, que también incluirá los resultados de un sondeo sobre el apoyo en Francia a la caricatura, a la blasfemia y a la libertad de expresión, es un nuevo exponente de «la decisión de Charlie Hebdo de continuar haciendo su trabajo» a pesar de todo, aseguró el redactor jefe, Gérard Biard, al anunciar su publicación.
La revista ya había publicado en diciembre un libro homenaje a sus ocho compañeros asesinados, titulado ‘Charlie Liberté. Le journal de leur vie’ (Charlie Libertad. El diario de su vida), en el que se repasa y homenajea su labor profesional desde sus inicios.
Mientras tanto, los trabajadores más destacados viven desde hace diez años bajo protección policial permanente. Como resume uno de ellos, el dibujante Riss, «el placer de dibujar es más fuerte que el miedo».
Año trágico por el terrorismo yihadista
El ataque contra Charlie Hebdo fue el inicio de un año y medio trágico en Francia por los golpes del terrorismo yihadista. «El terrorismo islamista nos declaró la guerra», recuerda Hollande en una entrevista que publica este domingo el diario Ouest France.
Solo un día después, Coulibaly, otro islamista amigo de los Kouachi, asesinó en Montrouge, una ciudad dormitorio al lado de París, a una agente en prácticas de la Policía Municipal y al día siguiente atacó un supermercado judío en la capital, con cuatro víctimas mortales y cuatro heridos graves, antes de morir en un asalto policial.
En los meses siguientes hubo en el país varios intentos de atentados y diversos ataques, con dos muertos, que palidecieron con los del 13 de noviembre.
Ese día, tres comandos de nueve hombres llegados de Bélgica atacaron el Estadio de Francia durante un partido de fútbol Francia-Alemania, las terrazas de varios cafés de París y la sala de cociertos Bataclan, con un total de 130 muertos y más de 400 heridos.
Ya en 2016, otro terrorista solitario atacó con un camión a la multitud que presenciaba los fuegos artificiales de la fiesta nacional del 14 de julio en el famoso Paseo de los Ingleses de Niza (sureste), con 86 muertos y más de 450 heridos.
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