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Cuba y Corea del Sur se preparan para abrir sus embajadas

por Avatar AFP

Cinco meses después del restablecimiento de relaciones diplomáticas, Cuba y Corea del Sur se preparan para abrir sus embajadas, un nuevo vínculo que ilustra un cambio generacional en la isla comunista, aliada histórica de Pyongyang, y que refuerza la posición de Seúl en América Latina, según analistas.

La apertura de embajadas podría ocurrir muy pronto, tras el sorprendente anuncio el 14 de febrero del restablecimiento de relaciones entre los dos países mediante un intercambio de notas diplomáticas en Naciones Unidas.

Diplomáticos surcoreanos se encuentran en La Habana desde el 14 de junio y han empezado a establecer una oficina temporal, indicó a la AFP el ministerio de Relaciones Exteriores, que ha dicho que desea abrir su misión diplomática lo antes posible.

Del lado cubano, funcionarios de la isla están en la capital surcoreana con el objetivo de abrir su embajada igualmente muy pronto, según la agencia de Corea del Sur, Yonhap.

La cancillería cubana no respondió a una solicitud de información de la AFP.

El restablecimiento de relaciones entre los dos países «ilustra un cambio generacional» en La Habana, dijo a AFP el politólogo cubano, Arturo López-Levy, sobre la transferencia en 2018 de las riendas del poder del exdirigente Raúl Castro, de 93 años, a Miguel Díaz-Canel, de 64.

Cuba y Corea del Sur iniciaron un acercamiento comercial en la década de 2000, pero «una de las consideraciones que más se dijo (…) del lado cubano era que había una relación especial entre la dirección histórica y Corea del Norte», lo que impidió cualquier avance, indicó el investigador asociado de la Universidad de Denver.

Cuba es uno de los pocos aliados de Corea del Norte y el único país comunista del mundo (China, Laos, Vietnam), a excepción de Pyongyang, con el que Seúl no tenía relaciones diplomáticas.

La Habana y Seúl establecieron relaciones diplomáticas por primera vez en 1949, pero las rompieron 10 años después con la llegada al poder de la revolución castrista, cuando Cuba se inclinó hacia Corea del Norte.

Duramente sancionados por Washington y unidos en un «frente común antiyanqui», Pyongyang y La Habana mantienen desde entonces un estrecho vínculo y siempre han elogiado la «relación histórica» entre Kim Il Sung, líder norcoreano fallecido en 1994, y Fidel Castro (1926-2016), líder de la revolución cubana.

«Dosis de independencia»

Pyongyang envió a sus diplomáticos a formarse en Cuba y le suministró armas en los años 1980, mientras que la isla fue uno de los pocos países que ignoró las sanciones internacionales impuestas a Corea del Norte por su programa nuclear.

Pero esta relación representa poco desde el punto de vista económico, frente a la dinámica comercial de Corea del Sur, décima potencia económica del mundo.

Desde 2005, Corea del Sur abrió en La Habana una representación de su oficina de promoción de inversiones comerciales. Y por primera vez en más de 50 años, en 2012, una delegación oficial cubana visitó Corea del Sur para tratar temas «comerciales».

Las exportaciones coreanas hacia Cuba llegaron en 2023 a 35,67 millones de dólares (acero chapado, piezas de automóviles, coches, generadores, etc.), según cifras facilitadas a la AFP por la representación comercial del país asiático.

En un momento en que la isla ha emprendido reformas para liberalizar ciertos sectores de la economía frente a una profunda crisis y la persistencia de las sanciones económicas de Estados Unidos, La Habana «intenta una cooperación económica activa con Corea del Sur», declaró a la AFP Kim Jong-won, investigador del Instituto de Estrategia de Seguridad Nacional (INSS).

Sobre todo, porque el país asiático «tiene programas de ayuda al desarrollo y (…) es una oferta real», señala López-Levy.

Al mismo tiempo, la reanudación de estos lazos representa un revés para Pyongyang, que debe haber estado «en shock al ver el establecimiento de relaciones» entre su vecino del sur y Cuba, sostiene Kim Jong-won.

Para López-Levy, Corea del Sur «ha logrado sabotear totalmente el discurso a Corea del Norte» que mostraba a Seúl con la «imagen de enemigo, con el cual no hay una manera de entenderse».

«Refuerza la posición diplomática coreana en América Latina» y «proyecta una política hacia las Américas de una alta dosis de independencia con relación a Estados Unidos, su principal aliado», estimó el académico.