Las redes de datos privadas serán legales en Cuba a partir de julio, medida que en la práctica regulariza la enorme trama de interconexiones que funcionaba desde hace años y que elimina otra de las prohibiciones más propias de la Guerra Fría que han regido por décadas la vida en la isla.
La Gaceta Oficial publicó este miércoles las nuevas regulaciones, que entrarán en vigor el 29 de julio y dan, a partir de esa fecha, dos meses para que los administradores de redes que hasta ahora funcionaban al margen de la normativa legalicen su situación.
Con la medida, el gobierno quiere «ordenar las redes privadas de datos y los sistemas inalámbricos de alta velocidad en las frecuencias de 2,4 Ghz y 5 Ghz», dijo el director de Regulaciones del Mincom, Wilfredo López, citado por medios estatales.
La creación de redes de datos estará autorizada para personas naturales y jurídicas con el fin de «contribuir a la informatización de la sociedad, el bienestar de los ciudadanos, la soberanía del país y la prevención contra efectos nocivos de radiaciones no ionizantes», indicó el funcionario.
Pero más allá, la decisión supone que las autoridades reconozcan y traten de poner orden en una realidad imperante en la isla, donde pese a las severas restricciones al acceso a Internet vigentes hasta hace poco, los cubanos buscaron la forma de conectarse entre ellos y con el mundo.
Empleando el ingenio y equipos introducidos ilegalmente en el país, en los últimos años jóvenes de la isla fueron entretejiendo una invisible red de conexiones que de barrio a barrio abarca toda la isla y que se ha usado especialmente para jugar en línea y compartir contenidos.
Precisamente la otra gran novedad, junto con la autorización de redes alámbricas e inalámbricas, es que se permitirá la importación de esos equipos de transmisión de datos hasta ahora vetados, de los que los más difundidos son los enrutadores (router) o módem inalámbricos y las «estaciones nano» que sirven para amplificar una señal de conexión wifi.
Cientos de esos dispositivos ya funcionaban en Cuba, donde la gente los emplea para captar desde sus casas la señal del servicio wifi estatal, que desde 2015 comenzó a funcionar en espacios públicos, y así no tener que conectarse a la intemperie.