La Semana Santa se acerca y el próximo 22 de marzo celebraremos el Viernes de Dolores, un día marcado en el calendario por todos los cofrades, porque suele suponer el inicio de las procesiones típicas de estas fechas en la gran mayoría de ciudades españolas.
El Viernes de Dolores se incluye dentro de la Semana de Pasión, es decir, la última semana de Cuaresma, y conmemora el sufrimiento de la Virgen María cuando su hijo fue crucificado y, más concretamente, ‘sus siete dolores’. Su conmemoración litúrgica se remonta al siglo XV y su celebración está muy arraigada en países de Europa y Latinoamérica.
El origen del Viernes de Dolores
La Iglesia celebra en este día la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, aunque también recibe los nombres de Virgen de la Piedad, Virgen de la Amargura, Virgen de las Angustias o La Dolorosa y su celebración difiere según los lugares y la época. Esto es así debido a que también existe otra fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, el 15 de septiembre, razón por la cual el Concilio Vaticano II suprimió en 1959 la celebración de la Virgen de los Dolores en su objetivo de terminar con las fiestas duplicadas.
Hoy en día el Viernes de Dolores también se conoce como el viernes de los indultos, porque en este día las cofradías religiosas pueden solicitar el gobierno el indulto a un preso. A estos indultos se los conoce como ‘indultos de Semana Santa’.
El viernes de los indultos
Tal y como recoge Juan Ramón Rodríguez Llamosí, doctor en Ciencias Jurídicas y Máster en Humanidades, en El perdón cristiano en el Derecho español: los indultos a las Cofradías de penitencia, el origen de los indultos de la Semana Santa se encuentra la llamada Ley del Perdón del Viernes Santo de la Cruz, proclamada en Valladolid en 1477 por Juan II de Castilla. Y en una de sus cláusulas se especifica lo siguiente: «todos los persones que nos hubiéramos de hacer en cada año se guarden para el Viernes Santo de la Cruz».
Pero esta no es la única teoría que existe sobre el origen de esta peculiar tradición. De hecho, una de las más extendidas es que en 1759, bajo el mandato del rey Carlos III, la peste asolaba gravemente a la población malagueña. Esto hizo que se decidieran suspender los actos previstos para la Semana Santa, para evita run mayor número de contagios. Sin embargo, no todo el mundo estuvo de acuerdo y un grupo de presos se ofreció a llevar a hombros a Jesús el Rico, petición que fue de negada.
Los reos no quisieron aceptar ese no por respuesta y organizaron un motín en la cárcel para poder sacar a la imagen de Cristo en procesión. Lo consiguieron y, cuando terminaron su recorrido, regresaron a la prisión de forma voluntaria. Y tras esto la peste llegó a su fin.
La Corte vio en este acontecimiento un verdadero milagro y Carlos III otorgó una Pragmática que permitía a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús el Rico liberar un preso cada año.
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