Parte del acuerdo que hará posible que México y Argentina hagan llegar la vacuna contra el covid-19 a América Latina se gestó en Washington.
Al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, lo acompañó el mes pasado en su primera visita oficial a Estados Unidos una delegación de empresarios entre los que se encontraba Carlos Slim.
El hombre más rico de México y América Latina y el duodécimo del mundo, según la revista Forbes, se acercó allí al mandatario para plantearle su intención de participar a través de su fundación en el proyecto que haría llegar a la región la vacuna en la que trabajan el laboratorio AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
«Él me comentó, me pidió mi punto de vista y dije que nosotros apoyábamos esta iniciativa como se estaba haciendo ya en otros casos», dijo López Obrador este jueves.
Esta semana, Slim volvió a contactar con el gobierno a través del canciller, Marcelo Ebrard, para informarle de que el acuerdo final estaba muy cerca y conocer de nuevo su parecer.
«Le informamos al ingeniero Slim que nosotros estábamos de acuerdo», remarcó el presidente mexicano.
Solo tres días después, la noticia salía a la luz: laboratorios de México y Argentina planean producir y distribuir entre 150 y 250 millones de vacunas en toda América Latina (excepto Brasil), previsiblemente, en el primer semestre de 2021.
Pero para llevarlo a cabo, el gobierno mexicano calificó de crucial el apoyo de Fundación Slim, que alcanzó un acuerdo con AstraZeneca para contribuir a la financiación del proyecto.
Y, aunque en un primer momento no trascendió el monto al que ascenderá su aportación, la fundación aseguró que será sin fines de lucro y sin beneficio económico tanto para ellos como para los laboratorios.
¿Cómo participa la fundación de Slim?
Carlos Slim Domit, hijo del magnate, se limitó a decir este jueves que la fundación participará «con la disponibilidad de los recursos en complemento con los gobiernos de los países», con el objetivo de que la vacuna esté disponible «a precios muy accesibles».
López Obrador, quien aseguró que la aplicación de la vacuna en México será universal y gratuita, también evitó concretar esa participación.
«Hay una aportación -no me corresponde a mí mencionar de qué monto- de la fundación, porque no puede intervenir gobiernos, dado que no tiene fines de lucro todo el proceso de descubrimiento de esta vacuna», dijo.
El miércoles, el presidente argentino, Alberto Fernández, reconoció que gracias al financiamiento de Slim se conseguiría una vacuna «a precios más razonables» que podría rondar los 4 dolares.
Arturo Elías Ayub, vocero de Carlos Slim, le aseguró a la agencia AFP que la principal motivación del magnate para participar en el proyecto es «salvar vidas», junto a la necesidad de preservar la salud e impulsar la reactivación económica.
América Latina accederá a la vacuna «a un precio que no contempla lucro porque fue la condición que puso Oxford», dijo, e insistió: «Aquí nadie está ganando dinero: ni AstraZeneca, ni los laboratorios que la van a fabricar ni ciertamente tampoco la Fundación Carlos Slim».
Según el vocero, pese a que el estudio de la vacuna aún se encuentra en fase 3 y sus resultados finales no se esperan hasta finales de año, su producción en México y Argentina comenzará de inmediato con el fin de ganar tiempo, aún a riesgo de que pudiera no aprobarse finalmente.
Slim Domit, presidente del Consejo de Administración de Grupo Carso, enfatizó que «el apoyo de la fundación permitirá que México y América Latina accedan a la vacuna un año antes de lo previsto».
Slim en México y Latinoamérica
Tras conocerse la noticia, las redes sociales se llenaron de comentarios que destacaban la acción de Slim para hacer realidad este proyecto que se ha presentado como trascendental para el futuro de la pandemia en América Latina.
Pero también algunos mostraban sus dudas de que el magnate no fuera realmente a obtener ninguna ganancia con esta implicación. Otros recriminaban a López Obrador sus discrepancias en el pasado con Slim, pero a quien este jueves reconoció su papel fundamental en el acuerdo.
En efecto, la relación ente el presidente y el empresario ha pasado por altibajos. Slim, por ejemplo, cuestionó que AMLO cancelara tras su llegada al gobierno el nuevo aeropuerto internacional de México, donde tenía fuertes inversiones.
Después, el mandatario criticó varios contratos de obra púbica donde participaban empresas del magnate.
Pero su reconciliación se materializó el año pasado con una foto casi histórica en la que Slim, junto a otros empresarios, respaldó la política económica de López Obrador.
Slim, con una fortuna estimada de 52.400 millones de dólares según Forbes, es calificado a veces como una especie de Rey Midas por su capacidad para conseguir que casi cualquier negocio que emprende resulte exitoso.
Sin embargo, también ha sido tradicionalmente cuestionado por liderar el mayor monopolio de telecomunicaciones de América Latina gracias a América Móvil, líder en el mercado de telefonía en la región y uno de los mayores operadores de redes móviles en el mundo.
La presencia de sus negocios en México es tan omnipresente -desde telefonía e internet pasando por restaurantes o tiendas departamentales, entre muchos otros- que hace años se popularizó la frase de que «todo México es territorio Slim».
La Fundación Slim, su brazo filantrópico creado en 1986, ya contribuyó en México con otras estrategias para hacer frente al covid-19, como la donación de equipos médicos e insumos especialmente para el Centro Citi Banamex de la capital, que fue transformado en hospital temporal durante la emergencia.
Ahora, la firma de Slim estará de algún modo también presente en la vacuna que se espera pueda ser la solución para el trágico efecto de la pandemia en América Latina, donde el covid-19 ha dejado ya más de 200.000 muertos y los casos se resisten a disminuir de manera sostenida.
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