La mayoría de las iglesias en Siria restringieron las celebraciones navideñas y las limitaron a rezos en solidaridad con los palestinos que sufren por la guerra entre Israel y Hamás en Gaza.
«La gente está sufriendo en Palestina, lugar de nacimiento de Jesucristo», dice a la AFP Dionysius Antoine Shahda, el arzobispo católico de Alepo (nordeste de Siria).
En la ciudad meridional de Azizia era habitual que pusieran un árbol de Navidad y un mercado navideño, pero este año la plaza central está vacía y no hay las tradicionales decoraciones.
«En Siria, hemos cancelado todas las celebraciones y actos en nuestras iglesias en solidaridad con las víctimas de los bombardeos en Gaza» del ejército de Israel, explica Antoine Shahda.
Esta decisión de la Iglesia católica siria recibió el respaldo de las instituciones de los ortodoxos griegos y de los ortodoxos sirios (jacobitas), quienes también limitaron sus actos navideños.
«Teniendo en cuenta la situación actual, especialmente en Gaza, los patriarcas lo sienten pero no organizarán actos navideños», aseguraron en un comunicado los responsables religiosos de los católicos, jacobitas y ortodoxos griegos.
El Ministerio de Salud de Gaza, gobernada por Hamás, anunció el domingo que los bombardeos e incursiones terrestres de Israel en ese territorio palestino provocaron 20.424 muertos, la mayoría de ellos mujeres y menores, desde el 7 de octubre.
Cerca de 1.140 personas murieron en territorio israelí en el ataque sin precedentes de Hamás que desató la ofensiva israelí.
La situación en el enclave palestino, asediado completamente por Israel desde el 9 de octubre, es catastrófica. La mayoría de los hospitales están fuera de servicio y la población enfrenta altos niveles de inseguridad alimentaria, según la ONU.
«No es el momento para la alegría»
Antes del estallido de la guerra civil en Siria en 2011, 1,2 millones de personas de confesión cristiana vivían en ese país de Oriente Medio.
Durante ese longevo conflicto, las celebraciones navideñas decayeron, pero se habían recuperado en los últimos años en que los combates perdieron intensidad y el gobierno de Damasco recuperó el control de la mayor parte del territorio.
Pero en este mes de diciembre planea un ambiente gris en la capital siria, donde el espíritu navideño se limita a un mercado y la catedral mariamita (ortodoxa) de Damasco puso un pequeño árbol y unas austeras decoraciones.
«Este año estamos muy tristes. Empezó con el terremoto y se ha acabado con la guerra de Gaza», asegura Rachel Haddad, de 66 años, una habitante de Damasco que se refiere al sismo en febrero que dejó un reguero de 55.000 muertos, sobre todo en Turquía y Siria.
Además, lamenta la fragilidad de la situación económica en Siria, donde escasea el combustible y suelen producirse cortes de luz.
«No hay electricidad. ¿Cómo queréis ver decoraciones y luces en cualquier sitio?», se pregunta Haddad de manera retórica.