El informe presentado este mes por la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, evidenció las vejaciones que sufren las mujeres venezolanas como consecuencia de la crisis política, económica y social que afronta su país.
El extenso texto refleja que las mujeres venezolanas que están o estuvieron en la cárcel son presionadas por las autoridades de dichos recintos para que intercambien sexo por privilegios o protección.
Unas denuncias que también han sido realizadas por los directivos de la ONG Cáritas Venezuela, que afirman que tanto en zonas rurales como urbanas del territorio nacional se registran casos de personas en situación de pobreza que recurren al intercambio de sexo por dinero o alimentos.
La crisis que afronta el país las ha llevado a encontrar una rentabilidad en el negocio sexual en otras naciones, y se han convertido en las preferidas de clientes que antes pedían a las colombianas, dominicanas y panameñas.
Oferta y demanda
El diario ABC Internacional asegura que la competencia entre las venezolanas es difícil, y el precepto de oferta y demanda predomina para quienes encontraron en esto una fuente de ingresos.
Una venezolana que se dedica a la prostitución en Perú reveló que todo empezó en Venezuela porque el salario mínimo mensual que percibía no le alcanzaba para vivir, por lo que se vio forzada a buscar mejores oportunidades para ella y su hija fuera de las fronteras del país.
Un día que considera bueno esa migrante venezolana en Perú es cuando recibe 1.000 dólares. Pero advirtió que que hay días en que puede llegar a ganar la mitad de esa cifra y otros en los que simplemente no logra obtener nada.
“Hay mujeres que hacen más dinero porque cobran 10 dólares por 15 minutos de sexo, pero tienen que estar con más hombres. En donde trabajo hacemos solo compañía, y si alguien quiere acostarse, le cobramos 100 o 200 dólares, y no todo el mundo los paga. Todas esas venezolanas barateras, que vinieron a regalarse, dañaron el negocio”, aseveró la mujer que nació en Caracas.
La caraqueña indicó que debido a esta competencia entre venezolanas en ese país tuvo que buscar un empleo formal, porque ya no le era rentable solo el trabajo sexual.
“El número de venezolanas se ha incrementado muchísimo. No sabría decir cuántas, porque es muy costoso hacer un censo. En Argentina se han visto muchísimo, porque acá las leyes son más amigables con este trabajo. Pero las compañeras están por todos lados, y las venezolanas tienen más cerca Panamá y Colombia”, narró a ABC Internacional, vía telefónica desde Argentina, Elena Reynaga, secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe.
Por su parte, Irina Ceballos, secretaria de la Junta Directiva de la Organización Mujeres con Dignidad y Derecho de Panamá, expresó que las venezolanas que llegan a esa nación lo han hecho por la crisis que afronta Venezuela. Muchas de ellas son doctoras o abogadas, pero como no pueden ejercer su profesión en ese país centroamericano optan por el trabajo sexual.
Agregó que también ha notado un incremento de prostitutas en locales nocturnos: “Ellas conversan con nosotras. También nos damos cuenta, porque si ya fuimos a un lugar y había 5 mujeres, cuando volvemos hay 15 o 20 chicas nuevas, y la mayoría son venezolanas”.
Con información de ABC Internacional