Más de 70,8 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares por la guerra o la violencia, la mayor cifra después de la Segunda Guerra Mundial, son hoy los protagonistas del Día Mundial de los Refugiados, en un momento en que esa crisis que no deja de crecer.
El aumento de la cifra de quienes huyen se ha duplicado en las dos últimas décadas, hasta adquirir un carácter global, mientras el mundo desarrollado se aleja cada vez más de las políticas solidarias que podrían combatir el fenómeno.
Muchos países de África, Oriente Medio y Asia han tomado el relevo de lo que en otro tiempo fueron Europa y Estados Unidos, pero no son naciones ricas ni con medios, y necesitan el apoyo de la comunidad internacional, como recuerda la Agencia de la ONU para los Refugiados, Acnur.
África, hogar de refugiados
Casi un tercio del total de la población refugiada que existe en el mundo huyó de un país de África subsahariana: Sudán del Sur, Somalia, Sudán o la República Democrática del Congo (RDC) ocupan los primeros puestos de una lista donde solo se figura por necesidad.
No obstante, de los algo más de 7 millones de refugiados subsaharianos, las naciones africanas acogen a unos 6,3 millones. Según datos de Acnur en 2018, casi 4 de cada 5 refugiados viven en países vecinos al suyo de origen.
Es el caso de Uganda, el tercer país del mundo que acoge a más población refugiada debido a una política de puertas abiertas.
«La situación es muy grave para mucha de esta gente porque no hay suficiente ayuda y se ha cortado en muchos países», señala a Efe el portavoz del Consejo Noruego de Refugiados (NRC), Geno Teofilo.
Asimismo, las políticas europeas y estadounidenses han forzado que los procesos de reubicación se hayan ralentizado.
«Menos reasentamiento significa que más y más refugiados vivan durante años, incluso décadas, en los campos», explica a Efe el experto en Sudán del Sur de la ONG Crisis Group, Alan Boswell, que lamenta que pocos puedan acceder a una educación superior gracias a la que podrían «mejorar su propio país algún día».
En África la población refugiada es mayoritariamente femenina y menor de edad. Marie (nombre ficticio) huyó de Burundi con toda su familia, o con la que le quedaba. Después de que mataron a su marido y a su hermano, fueron a su casa a buscarla y amenazaron con matar a sus hijos, por lo que se vio forzada a escapar.
Ella es solo una de las decenas de miles de refugiados que durante años pobló el campo de refugiados de Kakuma, en el noroeste de Kenia, y hace solo unos meses fue reubicada en Nairobi.
Su traslado se debió, como narra a Efe, a que su vida volvía a correr peligro dentro del inmenso campamento, debido a que mantenía una relación amorosa lésbica, lo que desencadenó el rechazo de la Iglesia y sus vecinos.
«Ahora estamos en un no-estado porque no nos movemos de aquí», cuenta esta mujer, que en el momento de la entrevista con Efe vivía en un bloque con otros refugiados LGTBI, muchos trasladados desde Kakuma, en un espacio bautizado por el resto de vecinos con el pasaje bíblico de «Sodoma y Gomorra», en referencia a su vida pecaminosa.
Oriente Medio, desestabilizado por las guerras
El conflicto en Siria es el más grave de Oriente Medio, pero no el único, pues la violencia en Irak y Yemen también desestabiliza una de las principales zonas de acogida del mundo. Y a ellos hay que sumar 6 millones de refugiados palestinos.
Desde 2011, cuando comenzó la guerra siria, 6,6 millones de personas se han desplazado internamente, mientras que más de 5,5 millones han huido del país. De estos, más de 900.000 se encuentran en el Líbano, según Acnur, aunque las autoridades elevan esa cifra por encima de 1,5 millones.
«Su situación es muy difícil: más de 70% vive debajo del umbral de la pobreza con menos de cuatro dólares al día», explica a Efe Lisa Abu Jaled, portavoz de Acnur en el Líbano.
En Jordania, Acnur tiene registrados 664.000 refugiados sirios, unos 100.000 de los cuales están en el campamento de Zaatari, el más grande del país, aunque la gran mayoría de ellos no vive en campos.
«Vivimos seguros gracias al gobierno jordano, pero de hecho estamos psicológicamente destrozados», dice a Efe Mahmoud Abu Nogta, miembro del Comité de Armonía Social de Zaatari.
«Nuestro futuro se presenta sombrío porque llevamos una vida miserable (…). Vivimos nuestra infancia en nuestro país, pero nuestros hijos están perdidos», agrega.
En Jordania, el país que más palestinos acoge, también hay más de 2 millones de refugiados palestinos.
Un activista palestino del campamento de Baqaa, Jamil Abu al Assal, indica a Efe que los palestinos que llegaron a Jordania tras la creación del Estado de Israel en 1948 tienen plena nacionalidad, pero los que lo hicieron en 1967, no. «Todavía conservan las llaves de sus hogares de los que fueron expulsados en 1948 y los documentos de sus propiedades como si fueran a volver mañana», añade.
De los 6 millones de refugiados palestinos, un tercio de ellos vive en 58 campos de refugiados de Oriente Medio. No pueden regresar a sus ciudades ni para visitarlas, salvo excepciones, y el retorno sigue siendo hoy un gran escollo para un acuerdo de paz.
En Israel hay además una comunidad de solicitantes de asilo africanos radicados principalmente en el sur de Tel Aviv: 24.000 eritreos y 6.500 sudaneses, de los que solo 13 han recibido estatus de refugiado.
En Irak hay alrededor de 3 millones de desplazados internos aunque solo unos 360.000 están refugiados en otros países. Una cifra similar de extranjeros, unos 300.000, fundamentalmente sirios, han encontrado refugio en esta nación árabe.
Yemen, el país con la peor catástrofe humanitaria, donde unos 3 millones son desplazados internos y decenas de miles han huido en los últimos años a países como Somalia, Arabia Saudita y Jordania.
Asia y Pacífico, de Afganistán a los Rohinyás
Esta región alberga a 7,7 millones de personas registradas por Acnur: 3,5 millones de refugiados, 1,9 millones de desplazados internos y 1,4 millones de apátridas.
8 millones de afganos no viven en sus hogares, de los cuales la inmensa mayoría son refugiados (1,8 millones son desplazados interno). Una buena parte se encuentra en el vecino Pakistán, donde Acnur tiene en marcha un programa de repatriación voluntaria, pero en 2018 solo 14.000 optaron por el regreso.
A pesar de que el año pasado el primer ministro paquistaní, Imran Khan, anunció que concedería la ciudadanía a los afganos nacidos en su territorio, no se ha dado ningún paso en esa dirección.
Con 1.304 solicitantes de asilo y 10.395 refugiados afganos registrados por la Acnur, la India acoge a una pequeña parte y es visto a menudo como un punto de tránsito a Occidente.
La vida de Abdul Azeem Latifi es, en sus palabras, «muy feliz» desde que en 2015 huyó de Kabul para instalarse en Nueva Delhi. «Vinimos a la India para salvar nuestras vidas», dice a Efe, al relatar que su intención es llegar a Canadá.
Además, de acuerdo con los datos ofrecidos por Acnur a Efe, los refugiados procedentes de Birmania (Myanmar) representan «el cuarto grupo de población más grande por país de origen».
La mayoría de los refugiados de Birmania fueron rohinyás recibidos por Bangladesh (906.600) al final del año. Otros países que han acogido son Malasia (114.200), Tailandia (97.600) e India (18.800), según un informe global de esa agencia de la ONU.
«Estas cifras demuestran una vez más la generosidad del gobierno de Bangladesh», dijo el representante de Acnur en ese país, Steven Corliss, para instar a aumentar las ayudas a Dacca, que acogido a los rohinyás que huyeron de un genocidio en Birmania.
De cerca del millón de rohinyás que viven en los campamentos, más de la mitad son niños sin acceso formal a la educación.
Ayesha vive sola con sus dos hermanos desde que su madre murió y su padre les abandonó, y los ha criado sola en plena adolescencia. «No pude estudiar, pero ayudaré a mi hermano y mi hermana a hacerlo tanto como pueda», dice la joven, que depende completamente de la ayuda humanitaria.
Australia mantiene desde hace más de 6 años a más de 800 solicitantes de asilo y refugiados en la isla papú de Manus y Nauru.
«Hemos recibido informes de 90 incidentes de intentos de automutilación y suicidios en las últimas semanas, lo que realmente subraya la situación de desesperación»,dijo a Efe Graham Thom, coordinador de Amnistía Internacional Australia para los Refugiados.
Al igual que la ONG, un grupo de expertos de derechos humanos de la ONU ha expresado su «profunda preocupación» por la situación en Manus y Nauru, donde los niños padecían un síndrome que les quitaba la voluntad y los hombres se prendían fuego.
«Seis años es demasiado tiempo para estar recluido en condiciones horrorosas. Hemos visitado Nauru y Manus y creemos que las condiciones fueron creadas deliberadamente para quebrar a la gente», recalcó Thom.
América y el éxodo venezolano
México y Costa Rica fueron los países que más solicitudes de asilo recibieron en 2018, con 57.600 casos, en Latinoamérica, región donde más de 7 millones de personas están en condición de desplazamiento, 4 millones de ellos venezolanos, cuyo éxodo se ha convertido en una de las crisis migratorias más complejas.
Acnur indica que las peticiones de asilo se han disparado, y tres de los diez países de los que proceden más solicitantes de asilo en todo el mundo son latinoamericanos: Venezuela, El Salvador y Honduras.
En 2018, México, con 29.600 peticiones, y Costa Rica, con 28.000, fueron los países de Latinoamérica que más solicitudes de asilo recibieron, mientras que entre las principales nacionalidades del continente que solicitaron asilo en Estados Unidos están El Salvador (33.400), Guatemala (33.100), Honduras (24.400) y México (20.000).
Venezuela, uno de los países con más reservas de petróleo, atraviesa desde 2014 una crisis económica y social que ha provocado el éxodo de unos 4 millones de ciudadanos que se dirigen principalmente a países como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil.
En 2018, el mayor número de nuevas solicitudes de asilo en el mundo correspondió a venezolanos (341.800).
En Estados Unidos, en 2018 fueron acogidas 22.491 personas, con la RDC en primer lugar como origen de refugiados (7.878), seguida por Birmania (3.555), Ucrania (2.635), Bután (2.228) y Eritrea (1.268).
Bajo el gobierno de Donald Trump se han endurecido las medidas migratorias, con decisiones como la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS), que beneficiaba a inmigrantes de El Salvador, Honduras y Nicaragua, las deportaciones masivas y la salida del Pacto Mundial de la ONU para la Migración.
Otras decisiones han sido levantar un muro en la frontera con México y la aplicación de la política de «tolerancia cero», por la que se ha separado a más de 2.000 menores de sus padres indocumentados, en lo que las organizaciones humanitarias consideran uno de los mayores escándalos de refugiados en los últimos tiempos.
Europa
En la Unión Europea, el número de ciudadanos no comunitarios que viven legalmente supera los 20 millones, a los que hay que sumar otros 10 millones de indocumentados, cifra similar a la que soporta Estados Unidos, según datos oficiales de 2018.
El Mediterráneo es el foco dramático de la emigración a Europa y Médicos sin Fronteras (MSF) cifra en 1.151 las personas fallecidas en 2018 en el mar, donde entre enero y mayo de este año ya han muerto 519 personas, según la Organización Internacional de las Migraciones.
Uno de los principales receptores es Grecia, donde, 4 años después del estallido de la crisis migratoria, la situación de hacinamiento sigue siendo dramática, sobre todo en Lesbos y Samos. Las 5 islas del Egeo que sirven de principal punto de entrada a Europa acogen a más de 16.000 migrantes, el doble de su capacidad, mientras en el continente hay más de 50.000 personas.
El ministro de Migración en funciones, Dimitris Vitsas, lanzó hoy un nuevo llamamiento a la UE pidiendo la reubicación de por lo menos 20.000 personas y un sistema europeo común de asilo, la gran asignatura europea sobre los refugiados sin resolver.
En la zona oriental de Europa, algunos de cuyos países fueron los más afectados por la crisis de los refugiados de 2015, la llegada a la vida política y el poder de grupos utranacionalistas ha provocado la adopción de medidas para reducir drásticamente la inmigración.
Es el caso de Austria, Hungría, Bosnia, Croacia o Eslovenia.
Diferente es el caso de Turquía, el país que acoge el mayor número de refugiados del mundo, con cerca de 4 millones de personas, 90% de ellas de nacionalidad siria, así como a unos 365.000 refugiados de otras nacionalidades, en su mayoría de Irak, Irán y Afganistán.