La crisis en Bolivia debido a la renuncia de Evo Morales a la Presidencia -después de casi 14 años de mandato- sigue dividiendo a la comunidad internacional entre quienes ya analizan acciones por lo que consideran un “golpe de Estado” y aquellos que claman por un rápido proceso electoral.
Tras semanas de protestas, Morales, cuyo paradero este lunes era una incógnita, renunció el domingo debido a una recomendación de los militares, después de que se publicara un informe de la OEA, en el que se denunciaban graves irregularidades en los comicios del 20 de octubre. En estos fue reelegido para un cuarto mandato.
Países como Rusia, Siria, México, Venezuela y Nicaragua denunciaron inmediatamente un “golpe de Estado” contra Morales, mientras que España cuestionó la intervención de las Fuerzas Armadas y la policía.
“Esta intervención retrotrae a momentos ya pasados de la historia latinoamericana”, recalcó el gobierno español.
En contraposición, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, señaló que con la salida de Morales se «preserva la democracia» en Bolivia. Advirtió que «estos acontecimientos lanzan una fuerte señal a los regímenes ilegítimos en Venezuela y Nicaragua».
Llamado a nuevos comicios
El secretario general de la ONU, António Guterres, hizo un llamado «a todos los actores relevantes» a fin de que se comprometan «a lograr una solución pacífica de la crisis actual y a garantizar elecciones transparentes y creíbles».
Naciones como Alemania también insistieron en una solución pacífica. Otras como Estados Unidos, Guatemala y Perú apuntaron a un proceso de transición que permita convocar nuevos comicios.
“Con su dimisión, el presidente Morales despejó el camino hacia unas nuevas elecciones”, subrayó el portavoz del Ejecutivo de Alemania, Steffen Seibert.
Con ese objetivo, la OEA, que abordará el tema este martes, solicitó que el Parlamento boliviano se reúna de forma urgente para nombrar nuevas autoridades que garanticen otro proceso electoral.
El papel de la OEA ha sido cuestionado por México, que solicitó la reunión del ente al criticar el «silencio del organismo» a pesar «de la gravedad de los acontecimientos».
Asimismo, la Unión Europea respaldó que el país celebre nuevas elecciones de forma pacífica, y «creíbles, que puedan permitir al pueblo de Bolivia expresar su voluntad democrática».
El mandatario de Paraguay, Mario Abdo Benítez, también dijo esperar una solución «de manera pacífica y dialogada»; en tanto el gobierno de Chile manifestó su preocupación por la «interrupción del proceso electoral para elegir democráticamente al presidente».
Denuncias de golpe
Nicolás Maduro fue uno de los primeros gobernantes en tildar el hecho de “golpe”. Llamó a los gobiernos, líderes y movimientos políticos a solidarizarse con su aliado de la llamada revolución bolivariana, cuya vida, dijo, “corre peligro”.
En la misma línea, Siria condenó “enérgicamente el golpe militar en Bolivia”. Expresó “su solidaridad con el legítimo presidente electo Evo Morales”, según reportes de la agencia oficial SANA.
Rusia aseguró, asimismo, que en Bolivia se siguió “un patrón de golpe de Estado”. Instó a las fuerzas políticas del país a actuar «con sensatez» para hallar una salida constitucional a la crisis, al tiempo que la comunidad internacional analiza medidas.
En ese sentido, el gobierno ruso afirmó que el presidente Vladímir Putin abordará el tema con el mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, en la cumbre de líderes del BRICS esta semana en Brasilia.
Tal como Cuba hizo el domingo, Nicaragua expresó su “rechazo y repudio” a estas “prácticas fascistas que ignoran la Constitución, leyes e institucionalidad que rigen la vida democrática de los pueblos”.
Mientras tanto, el ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya, comparó la salida de Morales con el golpe que él sufrió en 2009, cuando fue derrocado y expulsado del país.
“La coacción de fuerzas militares contra Evo Morales ha sido parte claramente de un golpe de Estado inaceptable para nuestro continente”, indicó, por su parte, el ex mandatario de Paraguay, Fernando Lugo, destituido en un juicio parlamentario en 2012.
El Ejecutivo mexicano, al que Morales aceptó hoy su ofrecimiento de asilo, considera que hubo un golpe de Estado. Esto, porque el Ejército pidió la renuncia del presidente «y eso (viola) el orden constitucional».
Lo mismo apuntaron organismos como el Grupo de Puebla y la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe que aseguran que “hubo toda una trama que se estuvo gestando desde antes del proceso electoral para salir del gobierno de Evo Morales”.
La parlamentaria demócrata Alexandria Ocasio-Cortez afirmó, asimismo, que “lo que está pasando en Bolivia en este momento no es democracia, es un golpe de Estado”. Esta posición la apoyó el ex presidente de Uruguay, José Mujica (2010-2015).
El peronista Alberto Fernández, recién elegido como presidente de Argentina, también ha considerado que hubo un «quiebre institucional en Bolivia». Llamó al pueblo del país a “escoger cuanto antes, en elecciones libres e informadas, a su próximo gobierno”.
No hubo golpe
Sin embargo, el gobierno saliente de Argentina, encabezado por el conservador Mauricio Macri, cree que no hay «elementos» para describir lo ocurrido en Bolivia como un “golpe de Estado”.
En esto coincidió el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, quien afirmó que la renuncia de Morales es “la exigencia natural” de los bolivianos de un proceso electoral transparente.
El domingo, el gobernante de Brasil aseguró que “la palabra golpe es muy usada cuando la izquierda pierde. Cuando ellos ganan, es legítimo, pero cuando pierden es golpe”.
En las protestas en Bolivia ha habido al menos tres muertos y más de cuatrocientos heridos en enfrentamientos entre seguidores de Morales y quienes temían que se perpetuara en el poder.
Tras la renuncia, los disturbios y saqueos se han mantenido. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos hizo un llamado al Estado a garantizar el respeto a los derechos humanos.