El expresidente de Ecuador Rafael Correa se toma la prohibición de ingreso a Estados Unidos anunciada la pasada semana como «una condecoración imperial» por -en su opinión- no haberse sometido a los intereses estadounidenses.
Además lo considera una intromisión en asuntos internos para, supuestamente, distraer la atención sobre la gestión del presidente Daniel Noboa y una advertencia de que son capaces de cualquier cosa.
Es una condecoración
«Ellos están en su derecho a darle visa o no a quien les dé la gana, pero obviamente están haciendo política. Que se metan conmigo, para mí es una condecoración imperial, porque significa que no me he sometido a sus intereses, sino a los de mi pueblo», dijo Correa en una entrevista con EFE por videoconferencia.
Sin embargo, el exmandatario cuestionó la inclusión de su familia en esta prohibición y la difusión pública de sus nombres, incluidos los de sus hijos, menores de edad durante los diez años que gobernó Ecuador (2007-2017), quienes en ningún caso han solicitado visado para ir a Estados Unidos.
«Esto debería ser un escándalo mundial y no pasa nada», apuntó Correa, para quien el anuncio del gobierno estadounidense tiene «una clara intromisión de asuntos internos en política, ganas de perseguir y humillar».
La prohibición también abarca al exvicepresidente Jorge Glas y su familia, bajo el argumento de que tanto él como Correa participaron en «actos de corrupción significativos» «al aceptar sobornos, incluso mediante contribuciones políticas, a cambio de otorgar contratos gubernamentales favorables», en palabras del portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Matthew Miller.
Sobre Correa, que reside en Bélgica en calidad de refugiado, pesa en Ecuador una condena de ocho años de cárcel por cohecho y una inhabilitación política, mientras que Glas está recluido en la cárcel de máxima seguridad del país con dos condenas por asociación ilícita y cohecho, si bien ambos rechazan las acusaciones y se declaran como perseguidos políticos.
«Escándalo» para distraer
Entre las hipótesis que maneja Correa sobre el motivo de que Estados Unidos haya decidido prohibirles el ingreso está la posibilidad de que sea un recurso para distraer a la opinión pública frente a la situación que atraviesa Ecuador, sumido en una crisis energética con apagones programados de hasta diez horas al día, recesión económica y una ola de violencia criminal.
«Noboa está desplomado en las encuestas», afirmó el exgobernante sobre la popularidad del mandatario, que busca su reelección para un periodo completo (2025-2029) en los comicios generales que se celebrarán a inicios del próximo año, donde Luisa González, la candidata de Revolución Ciudadana, el movimiento político de Correa, se perfila nuevamente como su principal oponente.
El exmandatario recordó que «Noboa es ciudadano norteamericano (nacido en Miami) y le ha ofrecido (a EE UU) incluso reformar la Constitución para permitir nuevamente bases militares estadounidenses en Ecuador», después de que las fuerzas armadas de Estados Unidos se retiraran en 2009 de la base de Manta, tras no renovar Correa el convenio que regulaba su presencia.
«Entonces, (EE UU) quiere apoyar por todos los medios y armaron este escándalo, más aún para desviar la atención de los cortes de energía, la crisis de seguridad, la crisis económica, etcétera…», señaló Correa.
Una advertencia para Correa
Para el líder de Revolución Ciudadana, la decisión de prohibirle el ingreso al país norteamericano «sin duda fue coordinada con el gobierno (de Ecuador), ya sea por ‘lobby’ del propio Noboa o de la fiscal general (Diana Salazar), como instrumento de persecución, o por iniciativa de los gringos».
«Yo creo que es un mensaje en el que te dicen: ‘mira de lo que somos capaces, y somos capaces de mucho más sin respetar incluso a tu familia», apuntó Correa.
«Entonces, si sigues metiéndote en política para tratar de cambiar las cosas, van a venir cosas peores, y si ganan y no se someten, aténganse a las consecuencias. Para mí, un claro mensaje de que están dispuestos a todo», opinó.
El expresidente aseguró que esta situación le ha supuesto una «profunda decepción» y busca seguir haciéndoles «la vida imposible».
«Créeme que yo quiero a los Estados Unidos, yo viví cuatro años allá y yo los defendía (a nivel interno) frente a posiciones muy radicales de antiimperialismo, pero ya veo que el equivocado he sido yo. No tienen límites ni escrúpulos, la doble moral es repugnante», sentenció Correa.
«En lo personal, insisto, me importa un comino. Lo que indigna y decepciona profundamente es que se han metido con la familia. No hay derecho», reiteró.
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