El caso Stormy Daniels que mantiene a Estados Unidos en vilo escribirá hoy un capítulo en la historia del país norteamericano. Donald Trump se convertirá en el primer presidente estadounidense que se sentará en el banquillo de los acusados y tendrá que presentar declaración ante un tribunal.
Infidelidad, sexo, fama, dinero y engaños. Un caso que tiene todos los ingredientes para poder ser proyectado en la gran pantalla. El expresidente estadounidense está acusado de pagar por el silencio de la actriz porno Stormy Daniels, con quien mantuvo una relación antes de las elecciones de 2016.
La investigación en su contra se centra en un pago de 130.000 dólares realizado antes de los comicios, en lo que resultó ganador, para que Stormy Daniels, cuyo verdadero nombre es Stephanie Clifford, no revelara la relación que asegura haber tenido con Trump años antes y que el expresidente niega.
Pero para entender la repercusión de este caso, es necesario retrotraerse en el tiempo hasta el año 2006. Donald Trump ya llevaba un año casado con su actual esposa Melania, pero durante un torneo de golf, en Lake Tahoe, conoció a Stormy Daniels.
Daniels era una estrella del cine porno a quien Trump prometió llevar como invitada a su programa de telerrealidad The Apprentice. Según la actriz, mantuvieron al menos una relación sexual, pero la invitación al programa nunca se materializó.
Diez años después, en 2016 y durante los últimos coletazos de la campaña de las elecciones presidenciales, Daniels trató de «vender» su historia sobre la relación sexual con el candidato republicano.
En este momento, entra en juego un amigo de Trump, David Pecker, propietario de The National Enquirer, que le compró la historia para esconderla y nunca publicarla. Pecker organizó con el asesor y abogado personal del expresidente Michael Cohen, un pago de 130.000 dólares a Daniels.
Una cantidad que salió primero del bolsillo de Cohen, a quien fue reembolsado, posteriormente, por la Casa Blanca, una vez que Trump asumió la Presidencia de Estados Unidos.
En 2018 y tras romper su relación profesional con Trump, Cohen se declaró culpable de una serie de cargos incluyendo financiación electoral ilegal, y soltó la bomba sobre el caso Stormy Daniels.
El por entonces ex abogado del magnate reveló que esos 130.000 dólares fueron camuflados como una donación política, algo que aceptó hacer por orden directa de su jefe. Este detalle, el de la financiación electoral ilegal, es el que puede convertir el delito de Trump en especialmente grave.
En 2019, el fiscal de Manhattan, Cyrus Vance, comenzó a investigar los supuestos pagos ilícitos. Pero Vance dejó el cargo y fue su sucesor Alvin Bragg el encargado de reabrir la investigación. En 2022, Bragg decidió poner el caso en manos de un gran jurado.
Este gran jurado, formado por 23 ciudadanos que desempeñan un papel parecido a la instrucción, y tras entrevistar al ex abogado Cohen y al publicista Pecker, consideró necesario imputar a Trump.
Hoy, el expresidente de Estados Unidos tendrá que hacer frente a las acusaciones que pesan sobre su persona. Trump se enfrenta a una pena de hasta cuatro años de cárcel, pero con los indicios conocidos, los analistas aprecian que lo más probable es que reciba una multa y se libre de estar entre rejas.
Aun así, solo queda esperar la resolución y la puesta en escena del que probablemente será el juicio más mediático de la historia de Estados Unidos y que Trump usará a su favor para hacer campaña de cara a las elecciones de 2024.
Baño de masas
A pocas horas de que Donald Trump se enfrente al tribunal neoyorquino, este se ha dado un baño de masas a su llegada a la Torre Trump este lunes, lugar donde se reunieron decenas de sus más acérrimos seguidores.
Trump consiguió acceder por la puerta lateral, para decepción de los ‘trumpistas’ que había reunidos alrededor del rascacielos. Sin embargo, lejos de abandonar el lugar, sus seguidores comenzaron a cantar a coro «Amamos a Trump».