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¿Cómo se elige un Papa? Guía básica para entender el proceso

uando llega el fin de un papado, empieza el estado de Sede Vacante que solamente termina cuando sea elegido un nuevo Romano Pontífice. Puede ser por muerte (la razón más habitual), o por renuncia (la menos frecuente)
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La Sede Vacante es una “situación” que ocurre en la Iglesia Católica Universal cada vez que haya ausencia de Papa. Cuando llega el fin de un papado, empieza el estado de Sede Vacante que solamente termina cuando sea elegido un nuevo Romano Pontífice. Puede ser por muerte (la razón más habitual), o por renuncia (la menos frecuente). En cualquiera de los dos casos los procedimientos para elegir a un sucesor son iguales, pero los protocolos previos a la convocatoria del Cónclave tienen sustanciales diferencias.

Todo está regido y establecido en las normas del Derecho Canónico y en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.

En caso de muerte del Papa

El fallecimiento por cualquier causa, activa en la Santa Sede unos mecanismos para la constatación del deceso del Santo Padre, la realización de Funerales de Estado, la revisión del estado de la Iglesia y la elección de un sucesor con la mayor rapidez posible.

La muerte de un Papa es un acontecimiento de tristeza para la Iglesia Católica Universal, pero la búsqueda y nombramiento de uno nuevo es motivo de esperanza para los fieles y para los religiosos.

Todo el proceso mantiene un estricto protocolo:

1. La verificación:

La muerte de un Pontífice debe ser verificada y comprobada por métodos no forenses, mediante las tradiciones contempladas en la Constitución Apostólica. Cada Papa puede introducir algunos cambios en la verificación, anuncio y ceremonias fúnebres, para ser aplicados según su deseo post-mortem.

La verificación está a cargo del Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, un cardenal integrante de la Curia Romana con antigüedad, nombrado por el Papa para ese papel. En la actualidad, el Camarlengo es el cardenal irlandés Kevin Joseph Farrell. Él debe tocar (o golpear con suavidad) tres veces con firmeza la frente o la cabeza del difunto con un martillo y llamarlo por su nombre de bautizo en varias ocasiones. En el caso del papa Francisco, le llamarán “Jorge Mario”.

Cuando haya certeza de que no responde, estará confirmado el fallecimiento. A continuación, el Camarlengo destruirá el Anillo del Pescador que ha llevado el Papa en su pontificado, que será una señal del final de su gobierno. También procederá a sellar el aposento donde ha ocurrido el deceso.

Es habitual que los Papas mueran en algún dormitorio privado del Palacio Apostólico en el Vaticano, el mismo dónde ha pasado su vida él, pero no siempre ocurre así. En cuanto a Francisco, no ha residido en el Palacio sino en Casa Santa Marta, también en el Vaticano.

El Camarlengo asume la administración temporal de la Iglesia, para efectos de coordinación y funcionamiento, pero no tiene autoridad para tomar decisiones sobre dogmas o cuestiones de la Fe.

Antes, también habrá una verificación clínica y/o forense de la defunción.

2. Anuncio:

Una vez cumplidos los procedimientos de verificación, a los cuales, además del Camarlengo, también acuden los más cercanos colaboradores del Papa (secretario de Estado, prefectos de Dicasterios, secretarios y ayudantes, confesor), inicia la fase de notificación de la muerte a los fieles de todo el mundo a través de los medios de comunicación.

Del anuncio público se encarga el rector del Colegio Cardenalicio, que en la actualidad es el cardenal italiano Giovanni Battista Re. Él debe presentarse ante los medios de comunicación para informar sobre la triste noticia para la Iglesia Católica Mundial, al tiempo que la Secretaría de Estado envía telegramas con la “mala nueva” a las Nunciaturas Apostólicas, a las embajadas acreditadas en la Santa Sede, a los gobiernos, a los organismos internacionales, a las otras Iglesias y a las Conferencias Episcopales.

3. Ritual fúnebre:

Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, los rituales fúnebres para despedir a un Papa deben corresponder a los del Jefe del Estado Vaticano, guardando la solemnidad, protocolo y nivel de personajes invitados.

Las primeras ceremonias fúnebres son privadas. Con la coordinación del Camarlengo y del rector del Colegio Cardenalicio, son convocadas reuniones previas. El cuerpo del Papa es vestido con los ornamentos litúrgicos, habitualmente sotana blanca, casulla roja y mitra blanca.

El cuerpo es expuesto en la Capilla Sixtina para el homenaje de los integrantes del Colegio Cardenalicio.

Un día después, es trasladado al altar mayor de la Basílica de San Pedro, ubicado sobre un catafalco para empezar a ser homenajeado por los fieles que llegan desde todo el mundo. Puede haber varios días de esa “Capilla Ardiente”. El cuerpo permanece expuesto, a la vista.

Luego, el catafalco con el cuerpo del Papa es llevado a la explanada de la Plaza de San Pedro para el Funeral de Estado, al aire libre y con la presencia de centenares de Jefes de Estado, jefes de gobierno y primeros ministros, así como todos los cardenales e invitados especiales.

La Misa Exequial Solemne es oficiada por el Decano del Colegio Cardenalicio, en esta ocasión el cardenal Giovanni Battista Re.

Para ser sepultado, el cuerpo es metido en tres ataúdes (uno entre otro). Un ataúd de ciprés, un ataúd de zinc y un ataúd de olmo o de nogal. Antes de cerrar el primer, se pone dentro una bolsa con medallas y monedas alusivas al Papado que ha terminado. También un documento oficial llamado “Rogito”, que contiene textos con información de su vida y de su apostolado.

En procesión es descendido hasta las grutas bajo la Basílica de San Pedro y en ceremonia íntima (aunque con cobertura de prensa oficial vaticana), es sepultado en una cripta al lado de la tumba del apóstol San Pedro. El sellado final del féretro es con soldadura para garantizar condiciones sanitarias. 

Tras el sepelio, suele ocurrir que empieza la cuenta atrás para el Cónclave.

Papa

El papa Benedicto XVI, el cardenal Joseph Ratzinger de Alemania, aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro en el Vaticano tras ser elegido por el cónclave de cardenales, el 19 de abril de 2005. Foto: AFP/ Osservatore Romano/ Arturo Mari

En caso de renuncia del Papa

La renuncia del Papa debe ser totalmente libre y voluntaria. Sería inválida si ocurriese por algún tipo de presión externa o ajena a su control. Debe ser anunciada públicamente por él o consignada en una carta que lleva la certificación de algún cardenal de su confianza. La renuncia no está dirigida a nadie, pues el Papa no tiene superior jerárquico en la Tierra.

Entra en vigor cuando él mismo disponga, según las notificaciones públicas que haya hecho. En el caso del papa Benedicto XVI, notificó su renuncia en febrero del 2013 para hacerse efectiva al final del mismo mes. La renuncia del Papa es una rareza dentro de la Iglesia. Antes de la dimisión de Benedicto XVI, habría que remitirse al siglo XV para encontrar el antecedente más reciente.

Cuando ocurre una renuncia papal, el Pontífice conserva el estatus y la dignidad de Papa Emérito u Obispo Emérito de Roma. Pero desde el momento en que esté en vigencia su retiro, ya no tendrá autoridad en el gobierno de la iglesia. Mantendrá el uso de los ornamentos litúrgicos blancos (excepto la muceta y el Anillo del Pescador, el cual debe destruir o guardar) y conservará todas sus atribuciones como cardenal y sacerdote (puede administrar los Sacramentos y oficiar la Santa Misa). No podrá interferir en la elección ni en la gestión del nuevo Papa, aunque sí podrá prestar su ayuda como consejero. No puede participar en el Cónclave.

Ante una renuncia, se activan todos los mecanismos de elección de un nuevo Papa como si hubiese un fallecimiento. La Iglesia entra en modo Sede Vacante.

La gente espera bajo la lluvia en la plaza de San Pedro durante el cónclave del 13 de marzo de 2013 en el Vaticano. Foto: TIZIANA FABI/ AFP

Gobierno provisional de la Iglesia Universal

Tanto en caso de muerte como de renuncia del Papa, el gobierno provisional queda en manos del cardenal Camarlengo. Tiene funciones en coordinación con el rector del Colegio Cardenalicio para mantener el funcionamiento de la Iglesia, en particular en la Curia Romana, para asegurar los trámites y convocatorias necesarias para el Cónclave y (en caso de muerte) para las exequias. Como dijimos antes, no tiene facultades para dictar nuevas normas sobre dogmas o cuerstiones de Fe. Es un encargo meramente administrativo.

Curia Romana

La Curia Romana es una de las principales y medulares instituciones de la Iglesia Católica, que consiste en el gobierno de la Iglesia presidida por el Papa como Vicario de Cristo en la Tierra.

Se asemeja a un gabinete de ministros, que son los más cercanos colaboradores del Papa en asuntos de fe, de manejos administrativos y de gestiones y relaciones públicas internas y externas.

La Curia Romana está integrada por religiosos de varios niveles de jerarquía, pero a la cabeza suelen estar cardenales de varios países que tiene su sede y su cargo en el Vaticano. Entre ellos, suelen estar además los más influyentes en cuanto al poder. Está compuesta por un organigrama complejo y muy poderoso, pues es el eje de la toma de decisiones de la Iglesia.  

A la cabeza está el Papa, elegido por el Cónclave. Sus decisiones como máximo gobernante de la Iglesia y como líder espiritual siempre son correctas, porque estña cobijado por el principio de la “infalibilidad”, según el Derecho Canónico. Lo que haga, diga o decida el Papa, siempre es acertado. Y no tiene lugar a duda o discusión.

Luego, el organograma de la Curia Romana tiene a la Secretaría de Estado del Vaticano y a los Dicasterios, antes conocidos como Congregaciones o Prefecturas. El Vaticano es reconocido como un Estado (entre los más pequeños del mundo) por casi 180 países y el Papa es su Jefe de Estado, con todas las implicaciones políticas, diplomáticas, jurídicas y de seguridad personal que ello implica.

Secretaría de Estado

Es la oficina más cercana a la confianza del Papa. Es su “cancillería” y se encarga de todos los manejos políticos y diplomáticos de la Santa Sede.

El cardenal secretario de Estado suele ser uno de los hombres más poderosos de la Curia Romana, ya que es considerado el “número 2” del Papa, aunque los Papas no tiene reemplazo ni delegados.

Actualmente el secretario de Estado es el cardenal italiano Pietro Parolin, quien además suena mucho como papable. Conoce de cerca a América Latina porque ocupó la Nunciatura Apostólica en Caracas hace varios años.

De la Secretaría de Estado dependen los nombramientos y el funcionamiento de las Nunciaturas Apostólicas, que son las embajadas del Papa en todos aquellos países con los que la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas. Además, por conducto de la Secretaría de Estado están acreditadas ante el Vaticano las embajadas de otros países.

Colegio Cardenalicio

Es otra de las grandes instituciones o instancias de la Iglesia Católica. Está formado por todos los cardenales del mundo, aunque vivan y trabajen dentro o fuera de Roma. Es el principal órgano consultor del Papa. El decano del Colegio Cardenalicio es el de mayor antigüedad entre los obispos y tiene la misión de organizar y convocar el Cónclave, presidir el Funeral de Estado y anunciar el fallecimiento. 

En la actualidad el Colegio Cardenalicio está formado 252 cardenales (uno de los más numerosos de la historia) y entre ellos hay 138 electores (menores de 80 años, con derecho a participar en el Cónclave). Hay cardenales de 94 países, 40 de los prelados son de América Latina y el Caribe.

De los 138 cardenales electores, 110 han sido creados por el papa Francisco. Es decir, 80% de los votantes dentro del Cónclave. La edad promedio es 69 años; el más joven tiene 44.

Papa

Esta fotografía publicada por la oficina de prensa muestra a los cardenales llegando a la Capilla Sixtina antes del inicio del cónclave en el Vaticano el 12 de marzo de 2013. Foto: OSSERVATORE ROMANO / AFP

El Cónclave

Es la reunión o sesión solemne de todos los cardenales menores de 80 años, para elegir a un nuevo Papa en caso de muerte o renuncia del anterior. Es convocado y organizado por el Rector del Colegio Cardenalicio, que en la actualidad es el cardenal Giovanni Battista Re quien no podrá participar porque tiene 91 años.

El Cónclave y sus decisiones son inspirados por el Espíritu Santo, según la creencia. La elección de los cardenales es incontrovertible y solamente podría ser rechazada por el elegido, antes de una notificación pública a la feligresía.

Tiene cuatro características esenciales:

1. El secreto:

El Cónclave es absolutamente secreto. Sus deliberaciones y contenidos no pueden ser divulgados. Es realizado en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Ángel y delante de un crucifijo. Solamente pueden entrar los cardenales electores, menores de 80 años.

Puede durar pocos minutos, días, semanas o años.

Los cardenales electores son alojados en Casa Santa Marta, al lado de la Basílica de San Pedro, durante todo el periodo de Cónclave. Desde allí salen en procesión y entonando Letanías para el inicio de cada sesión, cruzan por la Basílica hasta ingresar a la Capilla Sixtina, la cual queda cerrada “con llave”. Están prohibidos equipos de comunicación, cámaras o teléfonos. No hay cobertura de prensa oficial ni privada dentro del Cónclave.

2. Electores elegibles:

Son electores todos los cardenales menores de 80 años. Es elegible cualquier ser humano, por decisión de los electores, pero suele ser elegido uno de ellos. Es decir, se impone el mecanismo de cooptación.

Humo blanco se eleva desde la chimenea del techo de la Capilla Sixtina, lo que significa que los cardenales eligieron un nuevo Papa en el segundo día de su cónclave secreto el 13 de marzo de 2013 en el Vaticano. Foto: VINCENZO PINTO / AFP

3. Votaciones:

Es necesario que un candidato obtenga 2/3 de los votos para ser elegido Papa. No es suficiente la mayoría simple. De no haber un resultado con 2/3 deberá repetirse la votación cuantas veces sea necesario.

Si al finalizar una jornada los cardenales no logran una elección, sus papeletas de votación son quemadas en el caldero de la capilla cuya chimenea sale por el techo: es humo negro. Cuando logran elegir, lo anuncian al mundo a través de la emisión de humo blanco (fumata blanca) a través de la misma chimena, que es visible para el público desde la Plaza de San Pedro.

Al ser elegido, el cardenal presidente del Cónclave le pregunta al nuevo Papa su acepta el cargo. Si acepta, le pide que diga el nombre pontificio que ha de llevar y le impone el Anillo del Pescador. Todos cantan el Te Deum. Los cardenales le ayudan a lucir sus nuevos ornamentos blancos y se alistan para salir a anunciar quien es el elegido.

Jorge Bergoglio de Argentina, elegido papa Francisco I, saluda desde la ventana del balcón de la Basílica de San Pedro después de ser elegido Papa número 266 de la Iglesia Católica Romana el 13 de marzo de 2013 en el Vaticano. Foto: VINCENZO PINTO / AFP

4. Habemos Papam:

Minutos después, el cardenal Protodiácono cumple su misión. Sale al balcón principal de la Basílica de San Pedro y desde allí pronuncia la frase: “Annuntio Vobis Gaudium Magnum: Habemus Papam”, expresión del latín para esta buen nueva de la iglesia tras el luto por le muerte o el pesar por la renuncia. A continuación, dice el apellido del cardenal elegido y revela el nombre papal que ha tomado. 

De inmediato el nuevo Papa aparece en el balcón, dirige un saludo a los fieles e imparte la Bendición Urbi et Orbi. Al día siguiente oficia su primera misa. El Protodiácono le impone el palio arzobispal. Actualmente es el marroquí Dominique Mamberti.

Desde la muerte del Papa hasta la elección de su sucesor, suelen transcurrir entre dos y tres semanas.

Por Andrés Gil Gómez, periodista de RCN y NTN24. Especial para El Nacional.

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