Japón comenzó este jueves a verter al Pacífico agua contaminada procedente de la accidentada planta nuclear de Fukushima tras ser tratada para retirarle la mayor parte de residuos radiactivos, un proceso que se prolongará durante varias décadas y que sigue generando protestas dentro y fuera del país.
El vertido comenzó sobre las 13 horas de hoy (4:00 GMT) después de que se realizaran las últimas comprobaciones en cuanto a las bombas de agua y se abrieran algunas válvulas de forma manual, según anunció la empresa responsable de la accidentada central, TEPCO.
«Cada proceso debe realizarse con mucha firmeza. Bajo la guía del Gobierno, cumpliremos nuestra responsabilidad», dijo Junichi Matsumoto, responsable de la iniciativa, en una rueda de prensa donde también explicó que el vertido se pararía si se detectaba algún tipo de anomalía.
Tokyo Electric Power (TEPCO), la operadora de la planta, decidió proceder al vertido este jueves tras asegurarse de que la concentración de residuos radioactivos se encontraba dentro de lo estipulado y que no había irregularidades en sus sistemas tras el lanzamiento hoy por parte de Corea del Norte de un supuesto vehículo espacial, que causó la activación momentánea de la alerta antimisiles en el sur del archipiélago nipón.
El vertido ha comenzado más de doce años después de la crisis nuclear acarreada por el terremoto y tsunami que sacudieron esta zona de Japón en 2011, y se lleva a cabo tras someterse a un proceso de depurado a través de un circuito llamado ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos).
El Ejecutivo nipón decidió en 2021 recurrir a la descarga controlada al mar como vía para deshacerse del líquido contaminado que se acumula en las instalaciones nucleares, donde se agota el espacio para los grandes tanques que lo almacenan, y lo que se considera un paso fundamental para el desmantelamiento de la planta.
El agua contaminada es tratada con el sistema ALPS, capaz de retirar por completo 62 tipos de materiales radiactivos, a excepción del tritio y del carbono-14. El proceso del vertido será supervisado por las autoridades niponas y por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para garantizar que se ajusta a los estándares de seguridad.
Según dijo TEPCO hoy, tras un análisis reciente, se habría comprobado que la concentración de tritio se encuentra «muy por debajo» del estándar nacional para que se pueda realizar el vertido y «se ha confirmado que se ha diluido tal y como se esperaba».
El propio OIEA, que cuenta con instalaciones propias en la central para monitorizar el vertido, confirmó este mismo jueves que el nivel de tritio presente en el agua que está siendo vertida se mantiene muy por debajo del límite fijado de 1.500 becquerelios por litro.
TEPCO también mandará un barco para llevar a cabo un monitoreo de la zona y de las condiciones del agua, y anunció que publicará a tiempo real los datos en su web para «asegurar transparencia».
La primera descarga se prolongará durante 17 días y consistirá en unas 7.800 toneladas de agua. Debido al volumen total acumulado (1,34 millones de toneladas) y a que este se incrementa de forma diaria, se espera que el vertido se prolongue durante unos 30 años.
Protestas dentro y fuera de Japón
La federación nacional de cooperativas pesqueras mantiene un firme rechazo a este plan, bajo el argumento de que la medida impedirá que los pescadores de Fukushima puedan librarse del estigma radiactivo que pesa sobre sus capturas desde 2011.
También se han posicionado contra el vertido ciertas voces de la comunidad científica internacional y organizaciones ecologistas como Greenpeace, que consideran insuficientes las garantías de seguridad presentadas, además de países vecinos, sobre todo China.
Este mismo jueves, varias plataformas ciudadanas ecologistas y antinucleares convocaron nuevas manifestaciones en diferentes puntos de Japón en rechazo a la medida.
En Corea del Sur también se organizaron hoy varias protestas ciudadanas y otra por parte del principal bloque opositor, el liberal Partido Democrático (PD). Gobiernos municipales y provinciales en todo el país prometieron incrementar los controles de radiación sobre pescados y mariscos.
Pekín, por su parte, anunció hoy la suspensión de la importación de productos pesqueros de origen japonés «para prevenir el riesgo de contaminación radiactiva» debido al vertido, tras haber urgido en días previos a Japón a cancelar su plan.
También expresaron este jueves su inquietud por el posible impacto de la medida el sindicato de pescadores filpinos Pamalakaya y el Foro de las Islas del Pacífico (FIP).