El nuevo ciclo de negociaciones entre Bruselas y el Reino Unido para el Brexit empezó en un ambiente marcado por la desconfianza y la pugna entre la postura europea de abordar primero los detalles del divorcio y la británica de querer negociar en paralelo el tema comercial.
Esta tercera ronda de diálogo, que concluirá el jueves, se iniciará en la sede de la Comisión Europea, presidida por Michel Barnier, el negociador de la Unión Europea, que buscará acercar posiciones con David Davis, el ministro británico a cargo del Brexit.
La reunión no está precedida por los mejores auspicios, tras las declaraciones de ambas partes en los últimos días. Los europeos dijeron que toman nota de la demanda de los británicos de discutir los futuros acuerdos comerciales de forma paralela al divorcio de la Unión Europea, pero advirtieron que solo la abordarán cuando se hayan alcanzado los progresos suficientes en los términos de una salida ordenada.
El francés Barnier instó al Reino Unido a negociar seriamente y tener más claridad en sus posiciones. “Para ser sincero, estoy preocupado. El tiempo pasa rápido”.
Davis, su contraparte británico, exhortó a la Unión Europea a no rezagarse y a ser flexible.
Sin embargo, la reacción de la Comisión europea sobre el llamado británico a la flexibilidad fue respondida con celeridad desde Bruselas: “Trabajamos respetando el mandato de la negociación dada por los dirigentes de los países que siguen en la Unión Europea”.
Se espera que la salida de Reino Unido sea en marzo de 2019, pero la brecha entre ambas posiciones hace difícil de creer que se logrará una salida ordenada para la fecha.
Para Bruselas, la mayor parte de las propuestas de Londres abordan la relación futura con la Unión Europea, que los 27 se niegan a abordar antes de sellar los términos del divorcio.
Para la Unión Europea, los puntos prioritarios son el futuro que espera a los ciudadanos europeos en Reino Unido, la factura del divorcio y las propuestas para la frontera entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.