Claudia Blum, canciller de Colombia, se reunió el jueves con su contraparte de Estados Unidos, Mike Pompeo, en medio de pedidos de Bogotá para que Washington desempeñe un papel directo para resolver la larga crisis política de Venezuela.
Blum, cuyo país ha acogido a alrededor de 1,4 millones de refugiados venezolanos, mantuvo conversaciones con Pompeo en el Departamento de Estado en su primera reunión desde que asumió el cargo el mes pasado.
Colombia ha apoyado firmemente la campaña internacional liderada por Estados Unidos desde enero pasado para conseguir la salida de Nicolás Maduro e instalar un gobierno provisional encabezado por Juan Guaidó con miras a organizar nuevas elecciones.
Pero casi un año después de que la mayoría de las naciones occidentales y latinoamericanas reconocieran a Guaidó como presidente interino, el esfuerzo de la oposición para tomar el poder ha fracasado y Maduro aún goza del apoyo de las fuerzas de seguridad, así como de Cuba, Rusia y China.
En declaraciones a los periodistas antes de la reunión de Blum, el embajador de Colombia en Washington, Francisco Santos, dijo que Estados Unidos debería desempeñar un papel directo en las conversaciones entre los venezolanos.
«Creo que si esto realmente va a llegar a algún lado, Estados Unidos tendrá que involucrarse para garantizar que lo que se negocia se convierta en realidad», dijo.
Señaló que esperaba que el colapso económico de Venezuela obligara a Maduro a negociar el próximo año. «Si mantenemos la presión, se realizarán algunas negociaciones reales y veremos lo que todos queremos, que son elecciones presidenciales libres», apuntó.
«¿Apoyarán (los venezolanos) a Maduro o no? No lo sabemos. Pero creo que la crisis económica traerá este cambio», aseguró el embajador de Colombia en el país norteamericano.
Estados Unidos ha adoptado una línea dura y ha afirmado que todo diálogo sobre Venezuela debería conducir a la salida de Maduro. Noruega ha mediado en las conversaciones entre los representantes de Maduro y de Guaidó, pero las reuniones se interrumpieron en agosto.
Posteriormente, Maduro mantuvo discusiones a escala nacional con partidos de oposición marginales, que tanto Guaidó como los países occidentales no consideraron lo suficientemente inclusivas como para ser relevantes.