A una semana de las presidenciales en Colombia, la campaña se tensa en la recta final. Este domingo los candidatos terminaron sus intervenciones en plaza pública, a la caza de los indecisos en un ambiente cada vez más polarizado.
Amenazas de muerte que reviven los fantasmas del magnicidio en el país, desconfianza en el sistema electoral y el repunte de la violencia en zonas apartadas caldean los ánimos en las vísperas de los comicios del próximo domingo.
El senador de la oposición Gustavo Petro, exguerrillero y exalcalde de Bogotá de 62 años de edad, sigue liderando las encuestas (41%) aunque no con los suficientes apoyos para evitar un balotaje el 19 de junio. De ganar, sería la primera vez que la izquierda conquista el poder en un país históricamente gobernado por élites conservadoras y liberales.
En una eventual segunda vuelta las encuestas prevén un duelo entre Petro y el derechista Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín de 47 años, con cerca de 27% de la intención de voto, aunque seguido de cerca por un outsider: el empresario independiente Rodolfo Hernández, de 77 años e imposible de ubicar en el espectro político. La aspirante franco-colombiana Ingrid Betancourt, exrehén de las antiguas FARC, se unió a su campaña el viernes.
Muy activo y elocuente en la plaza publica, Petro cerró su campaña este domingo en el centro de Bogotá junto a la sede de la alcaldía que ocupó entre 2012 y 2015. Su candidata a la vicepresidencia, la ambientalista afro Francia Márquez, lo acompañó en tarima.
En su discurso número cien desde agosto Petro habló de un «cambio» sin revanchas.
«Cambiaremos la historia (…) para hacer trizas la guerra. Escribamos esta nueva página en blanco de la libertad», declaró ante miles de seguidores.
«Fico» Gutiérrez celebró un mitin el mismo día en Medellín, su cuna y la segunda ciudad del país.
«Aquí vamos a hacer cambios, pero no pueden ser un salto al vacío como le pasó a Venezuela o a Nicaragua (…) No le vamos a entregar a Colombia al populismo», lanzó en un discurso alusivo a su mayor rival.
Las votaciones en el exterior, donde hay más de 970.000 colombianos habilitados para sufragar, comenzaron este domingo.
Sombra de fraude
La campaña estuvo marcada por amenazas contra los principales candidatos. Petro debió robustecer su esquema de seguridad y ahora habla en público con chaleco antibalas y protegido por un cerco de escudos blindados. El sábado en la noche, un láser verde apuntó a Francia Márquez mientras daba un discurso en Bogotá que activó a sus guardaespaldas y obligó a cancelar el mitin. La fiscalía investiga el incidente.
«(Quieren) generarnos miedo (…) el miedo que le han sembrado a nuestro pueblo históricamente», dijo Márquez al inicio de su discurso este domingo.
Gutiérrez también denunció intimidaciones que, sumadas a un clima enrarecido por la violencia, despierta el temor al magnicidio en un país donde cinco candidatos presidenciales fueron asesinados en el siglo XX.
Otra controversia toma fuerza en el último tramo de la campaña, alimentada por la desconfianza en el proceso electoral que tuvo un atropellado desempeño en las legislativas del 13 de marzo. Entonces, el conteo final dio casi 400.000 votos para la izquierda que no habían sido incluidos en el preconteo divulgado el día de los votaciones.
La coalición liderada por Petro obtuvo tres asientos adicionales en el parlamento para llegar a 45 y convertirse en la principal fuerza junto a los liberales.
Después de varias declaraciones sobre el programa informático que se utilizará esta vez para el recuento de las papeletas, corren rumores sobre una posible suspensión o dimisión del jefe de la Registraduría Nacional del Estado Civil -encargada de la organización de las elecciones- o incluso un aplazamiento in extremis del escrutinio.
El sábado en la noche, Petro lanzó una «alerta» y afirmó durante un discurso en Barranquilla (norte) que «están intentando un golpe al voto popular».
«Tienen pensado suspender las elecciones, tienen pensado suspender los órganos que rigen el proceso electoral en Colombia», aseguró vehemente. El izquierdista convocó a una reunión de «urgencia» el lunes con otros candidatos para discutir el tema.
El ministro del Interior, Diego Palacios, lo desmintió en Twitter: «Afirmaciones en las que se habla de aplazamiento o suspensión de las elecciones, son absolutamente falsas. Solicitamos a candidatos y equipos no generar desinformación», escribió.
En la misma línea, el registrador Alexander Vega dijo el domingo que podía garantizar unas elecciones presidenciales «legítimas y transparentes». Denunció que los ataques contra su institución corresponden a «una narrativa de fraude (…) injusta y falsa».
Pero las sospechas sobre el sistema electoral «están en el aire desde hace unos días. Es posible que Petro esté tratando de evitar el golpe haciéndolo público», comenta una fuente diplomática y matiza: «un aplazamiento de las elecciones es prácticamente inconcebible en un país tan legalista y apegado la democracia como Colombia (…) pero hay mucha tensión», advierte.