El presidente ruso, Vladímir Putin, y el mandatario norcoreano, Kim Jong-un, se reunieron este miércoles por primera vez desde que el tercer miembro de la dinastía Kim asumiera el poder en el año 2011.
Estas son las cinco claves del encuentro:
Garantías de seguridad
Putin defendió la concesión de garantías de seguridad a Pionyang. Precisó que dichas garantías deben ser «jurídicas». Es decir, la comunidad internacional y, en particular, Estados Unidos, debe comprometerse por escrito a respetar la soberanía del régimen comunista, tras lo que Corea del Norte iniciaría el proceso de desnuclearización, algo que Putin consideró «posible».
El jefe del Kremlin ha advertido en numerosas ocasiones que después del derrocamiento y ajusticiamiento de los líderes iraquí y libio, Sadam Huseín y Muamar el Gadafi, respectivamente, los Kim concluyeron que las armas nucleares eran la mejor garantía de la supervivencia del reino ermitaño.
Por ello, Putin insistió en la necesidad de poner en marcha medidas de confianza, de restablecer el imperio del derecho internacional y de renunciar a «la ley del más fuerte» a la hora de resolver las crisis internacionales.
Secretos y conspiraciones
Putin negó que Moscú y Pionyang estén conspirando contra Washington después de que la reunión en Hanói entre Kim y el presidente de EE UU, Donald Trump, fracasara en febrero.
«Aquí no hay ningún secreto», indicó Putin, quien recalcó que el propio Jong-un le pidió que transmitiera a Trump su postura sobre el arreglo de la crisis nuclear coreana. Y él prometió poner al día tanto a EE UU como al presidente chino, Xi Jinping, con el que se reunirá mañana en Pekín.
De hecho, el jefe del Kremlin subrayó que las posturas de Rusia y EE UU sobre la situación en la península coreana son, en gran medida, coincidentes, ya que ambos países apoyan el desarme nuclear.
Kim, un interlocutor interesante
Según el presidente ruso, Kim fue un interlocutor «interesante y franco», que se mostró dispuesto a tratar en detalle todos los temas de la agenda internacional.
Putin dijo que Rusia estaba «muy contenta» con el resultado de las negociaciones, en las que se trataron también proyectos bilaterales como el tendido de gasoductos, oleoductos, redes eléctricas y la situación de los trabajadores norcoreanos.
Kim dijo que había venido a Rusia para tratar «las vías para el arreglo pacífico» del conflicto nuclear, que es un asunto que despierta un «interés prioritario» en todo el mundo.
El comienzo de una amistad
Aunque fue su primea reunión, Putin y Kim se mostraron muy cómodos juntos. Sonrieron, se intercambiaron constantes halagos y conversaron por espacio de más de una hora y media, mucho más de lo previsto inicialmente.
Putin ejerció de cicerón y maestro, y Kim de invitado y aprendiz. Putin recordó del padre del líder norcoreano, Kim Jong-il, quien impulsó la firma del tratado de amistad con Rusia tras la caída de la Unión Soviética y con el que se reunió en dos ocasiones, la última en Siberia, pocos meses antes de su muerte.
Kim dio las gracias en varias ocasiones al líder ruso de que se hubiera desplazado miles de kilómetros para entrevistarse con él. No dudó en calificar a Rusia de vecino «amistoso» y «grandioso». Y Putin le respondió despidiéndose de él como si se tratara de un viejo amigo, esperando a que éste se alejara en su limusina.
Tren blindado, de Pionyang a Vladivostok
Como hiciera su padre en 2011, Kim llegó a territorio ruso a bordo de su tren blindado. La travesía no fue ardua, ya que Vladivostok se encuentra a apenas 200 kilómetros de la frontera norcoreana. A la prensa rusa el tren le trajo a la memoria al revolucionario Lev Trotski, que durante los cinco años de guerra civil también recorrió el país en un tren.
Kim, cuyo padre nació en Siberia, según archivos soviéticos desclasificados, en medio de la guerra contra los invasores japoneses, permanecerá un día más en la ciudad bañada por el océano Pacífico, en la que prevé visitar una fábrica, un acuario y, posiblemente, el Teatro Mariínski.