Estados Unidos y China anunciaron este viernes un acuerdo preliminar que marca una tregua en la guerra comercial que lleva 20 meses y ha debilitado a la economía mundial.
«Los dos países se pusieron de acuerdo en el texto sobre una fase uno de un acuerdo económico y comercial», dijo en Pekín el viceministro de Comercio, Wang Shouwen, y añadió que las partes todavía tienen que firmar lo pactado. Las dos principales economías del mundo procederán a un rápido examen jurídico y traducción del texto antes de someterlo a la firma de ambos gobiernos, dijo Wang, aunque sin anticipar una fecha.
El 11 de octubre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había anunciado un acuerdo de principio que incluía, sobre todo, grandes compras de productos agrícolas. No obstante, ese acuerdo jamás fue realmente aprobado por las autoridades de China. Y la firma, que supuestamente iba a realizarse a mediados de noviembre, jamás se concretó, lo cual sembró la duda sobre la imposición de nuevos aranceles a productos por 160.000 millones de dólares que Trump amenazaba con aplicar desde este domingo.
Inmediatamente después del anuncio de China, Trump canceló esos aranceles. «No serán impuestos por el hecho de que llegamos a un acuerdo», dijo en Twitter. El acuerdo es una buena noticia para Trump.
Se anunció casi en el mismo momento en que la Cámara de Representantes sentó las bases para la probable aprobación la próxima semana de un juicio político contra Trump bajo los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso. «Es un acuerdo fantástico para todos. ¡Gracias!», celebró el mandatario, aunque los detalles de lo pactado no se han conocido.
Trump dijo que se mantendrán los aranceles de 25% a productos chinos importados por 250.000 millones de dólares. Esas tarifas quedan pendientes para una segunda fase del acuerdo junto a aranceles de 7,5% por otras importaciones por 120.000 millones de dólares. Es un «acuerdo sin precedentes», dijo el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, quien estuvo en la primera de las negociaciones.
Añadió que el acuerdo «aporta significativos cambios estructurales y plenamente aplicables». «Con eso comienzan a reequilibrarse las relaciones comerciales chino-estadounidenses», añadió en un comunicado.
Trump desató una ola de aranceles contra productos chinos para forzar a Pekín a terminar con prácticas comerciales que considera desleales y perjudiciales para Estados Unidos.
Aún borroso
Para el USTR, el pacto se traducirá en «reformas estructurales y cambios del régimen económico y comercial de China en las áreas de propiedad intelectual, así como transferencia de tecnología, agricultura, servicios financieros, divisas y cambio de divisas». China había indicado poco antes que Estados Unidos admitió reducir los aranceles a sus productos.
Las sanciones comerciales de Estados Unidos, que automáticamente generaban idénticas medidas de Pekín, debilitaron no solo la economía de China, sino la del mundo entero. Según autoridades de China, el acuerdo incluye nueve capítulos sobre propiedad intelectual y transferencia forzada de tecnología. También de productos alimentarios y agrícolas, servicios financieros, tasa de cambio, aumento de flujos comerciales y regulación de diferendos.
Incorpora, asimismo, el compromiso de China de hacer sustanciales compras suplementarias de bienes y servicios estadounidenses en los próximos años, dijo el USTR, pero sin detallar cifras. Trump, sin embargo, estimó que China hará compras por 50.000 millones de dólares.
Pekín no confirmó esa cantidad, y sería el doble del máximo de compras a Estados Unidos registrado en 2012. Para el gobierno de Trump, «el acuerdo establece un sólido sistema de solución de diferendos que garantiza la puesta en práctica y aplicación rápida y eficaz».
Washington, que acusa a China de no cumplir lo que promete, exigía instaurar un mecanismo de ese tipo para evitar que el acuerdo se transforme en letra muerta.