Un grupo de feligreses del municipio de Ciudad Darío, en el norte de Nicaragua, recibió la misa este martes en una calle frente a la parroquia Santa Lucía, debido a que la Policía Nacional tiene retenido en el templo a sus sacerdotes, en medio de tensiones entre la Iglesia católica y el gobierno del presidente Daniel Ortega.
«Así inició nuestro día en parroquia Santa Lucía, Ciudad Darío», informó la parroquia sitiada en un mensaje público, en el que mostró fotos de la Policía nicaragüense en los alrededores del templo, que no pudo abrir sus puertas.
Con la Santa Lucía suman al menos 4 las parroquias de la Diócesis de Matagalpa (norte) que han denunciado algún tipo de restricciones desde que el pasado 4 de agosto el obispo de dicha jurisdicción, Rolando Álvarez, fue retenido en el Palacio Episcopal por la Policía de Nicaragua, que lo acusa de supuestamente intentar organizar «grupos violentos».
Esta mañana el presbítero Sebastián López salió al atrio de la parroquia Santa Lucía, y desde ahí ofició la misa a los fieles, quienes se encontraban en la calle, separados por el portón de la sede eclesiástica.
Los católicos recibieron la hostia estirando sus dedos a través de la malla que rodea el templo, bajo la vigilancia policial.
En la homilía, López pidió a Dios fortaleza, esperanza, y paz interior, además, «que Él sea también la solución de nuestra nación, y que el rey de reyes pueda dar un buen desarrollo a nuestras vidas y nuestra estabilidad humana».
Al finalizar la misa, los católicos permanecieron frente al templo, gritando consignas de apoyo a unas siete personas que se mantienen retenidas, incluyendo al sacerdote Vicente Martínez.
«¡No está solo, el pueblo está aquí con usted! ¡Viva la Iglesia! ¡Cristo rey, viva! ¡Todos nos quitarán, menos nuestra fe! ¡Cristo está: Vivo, vivo, vivo!», gritaron.
Otras denuncias
De manera simultánea la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, también de Ciudad Darío, denunció que desde el lunes sufre «asedio y persecución» de la Policía Nacional, con agentes que mantienen rodeado el templo.
«Mueve los corazones de los gobernantes y policías para que reconozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o estatus social», destacó la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en su denuncia.
En la víspera, la Diócesis de Siuna (Caribe norte) denunció la captura y desaparición del padre Oscar Benavidez, de la parroquia Espíritu Santo, en manos de la Policía nicaragüense.
Antes, los sacerdotes de los municipios de Terrabona y El Tuma-La Dalia, también de la Diócesis de Matagalpa, denunciaron que la Policía les había restringido sus actividades religiosas, para que estas fueran celebradas únicamente en el interior de sus parroquias.
Las retenciones y restricciones de la Iglesia católica en Nicaragua son el más reciente capítulo de una serie de desencuentros que lleva 43 años, entre esta religión cristiana y Ortega, quien es el jefe supremo de la Policía nicaragüense.
En 2022 el gobierno de Ortega ha detenido a 3 sacerdotes, cancelado 8 radioemisoras y 3 canales católicos, ingresó por la fuerza y allanó a una parroquia, y expulsó de las misioneras de la orden Madre Teresa de Calcuta.
El líder sandinista calificó de «terroristas» a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional que buscaba una salida pacífica a la crisis política y social que desde 2018 vive Nicaragua, un país donde 58,5% de sus 6,6 millones de habitantes se considera católico.
La situación en Nicaragua empeoró tras las controvertidas elecciones de noviembre pasado en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.