Al cruzar el río Suchiate desde Guatemala, los migrantes que entran a México se enfrentan no solo a un viaje peligroso, sino también con el control directo de los carteles de la droga que dominan la frontera sur del país.
Estos grupos criminales, que retienen a los migrantes en lugares conocidos como “el gallinero” o “la gallera”, los mantienen secuestrados en grandes cuartos enrejados hasta que pagan un “derecho de paso” de al menos 100 dólares, señala un reporte de The Associated Press.
Solo después de hacer ese pago, los migrantes reciben un sello en el brazo que les permite avanzar por territorio mexicano.
El gobierno de Joe Biden atribuye la disminución de migrantes en la frontera estadounidense a un aumento en las vías legales para migrar y a la cooperación mexicana en el control de su frontera sur. Pero en realidad, indica la agencia de noticias, quienes manejan el flujo migratorio en esta región no son las autoridades mexicanas, sino los carteles.
Ese control abarca desde el secuestro de migrantes hasta el cobro de tarifas por su libertad y paso seguro.
Entre enero y agosto de 2024, el Instituto Nacional de Migración interceptó a más de 150.000 migrantes en el sur de México, pero estas cifras solo reflejan una parte de los que llegan.
El papel de los carteles en la extorsión y explotación de migrantes recalca los graves peligros de esta ruta, donde las bandas criminales imponen sus reglas a quienes huyen de la violencia y buscan llegar a Estados Unidos, en un contexto en el que resulta insuficiente el control estatal.
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