Papá, mamá, ustedes me hicieron fuerte, un luchador, un guerrero. Si ahora estoy lejos de todo lo que había conocido, de mi hogar, de mi familia, de mis calles de mi país es porque la vida nos ha puesto una prueba. Cada día de mi vida trabajo para devolverles un poco de todo lo que hicieron por mí. Confío en que el tiempo vuelva a poner todo en su lugar.
Pasar la frontera me ha hecho crecer a la fuerza, creerme más adulto, pero la verdad es que no soy tan fuerte. Ahora mismo lloro como un niño al saber que ya viene Navidad y fin de año y no los tengo cerca. Los recuerdo, los pienso a cada instante, anhelo sus abrazos, sus miradas, sus cariños, nuestras cenas.
Estaba acostumbrado a escuchar desde los primeros días de Diciembre las gaitas que tocaba mi padre, el bochinche, nuestra algarabía. Me faltó la celebración del espíritu de la Navidad el 21 de diciembre. ¿Lo recuerdan? Puertas y ventanas abiertas de par en par a la medianoche para que ese espíritu llenara las casas. Había incienso, frutas, las costumbres de cada hogar. Ya casi, papás, ya casi nos volveremos a ver y nos juraremos no alejarnos nunca más de este modo, no salir corriendo, no huir, no extrañar.
Con una maleta llena de ilusiones, sueños y esperanzas partimos de nuestro país con los corazones rotos y la frente en alto, para decirle al mundo que no nos damos por vencido que lo que se tenga que hacer se hará para sobrevivir, que somos más los buenos que los malos y que nos fuimos porque no podíamos más.
Me duele mucho que estas circunstancias nos alejen tanto, porque siempre hemos sido muy unidos, pero les estoy cumpliendo la promesa. Soy un buen hombre, un buen esposo, un buen padre. Sus valores serán representado en mi familia no importa que no estemos en nuestro país.
Mi esposa Martha y mi hijo Julián han sido ese consuelo familiar tras haber dejado a mi hermosa Venezuela. Por ellos doy mi vida. Por ellos cada día salgo a la calle, encomendándome primeramente a Dios, para traer el pan a mi casa. No es fácil comenzar de cero, conocer otras personas, otra cultura, y estar lejos de los tuyos en estas fechas. Pero estamos batallando, ustedes lo saben más que nadie.
Todos los venezolanos que estamos fuera de Venezuela nos engañamos a nosotros mismo al creer que todo está bien, que no tenemos necesidades, pero sé muy bien que muchos nos despertamos con nudos en la garganta, con ganas de salir volando y llegar a nuestras casas para sentir que volvemos a estar vivos.
El 24 de diciembre voy a estar nostálgico. Ya casi voy a cumplir dos años fuera de mi país. En este tiempo aprendí a valorar tener a mis papás al ladito, comprendí lo que significa estar en familia. Será una Navidad extraña. Sin los niños corriendo con sus estrenos, sin mis amigos por las calles, sin mis primos y hermanos. Sin esa cena con hallaca, pan de jamón, ensalada de gallina y pernil que nos preparaba mi mamá. Sin esperar junto el nacimiento del niño Dios y darnos ese abrazo a la medianoche.
Perdón a todos por no estar, por estar lejos. Lo hago por ustedes. En mi corazón siempre están latiendo. Son el motor que me impulsa a ser paciente, a esperar el día en que nos volvamos a encontrar.
Será mi segunda Navidad en Colombia, pero la primera con mi esposa y mi hijo. Gracias, gracias por recibirme, por recibirnos, por abrirnos las puertas, por las enseñanzas, por las cosas nuevas como el día de las velitas, por las novenas, por la natilla y los buñuelos. Por ser el lugar donde ahora me siento seguro. Gracias por el aguante, y sus días de sol. Gracias por no darnos la espalda.
Paisano caminante sé que estás cansado de andar y andar. Te prometo algún día esto se va acabar, quita ese miedo, sigue de pie. Tu actitud demuestra valentía. Le has hecho entender al mundo que haces todo lo que sea necesario por tu familia. Tú eres ejemplo para el planeta entero.
Gracias Colombia ustedes son mis panas. ¡Feliz Navidad para todos los colombianos y todos los venezolanos!