MUNDO

Cada vez son más vulnerables los migrantes que atraviesan el Darién (los venezolanos siguen arriesgándose a cruzar la selva)

por Avatar Inncontext

Más de 166.000 migrantes cruzaron el Tapón del Darién entre enero y mayo de 2023, cinco veces más que el mismo periodo de 2022. Luego de los migrantes venezolanos (82.054), los haitianos son la segunda mayor población en atravesar esa ruta con 31.493 personas; pero en la lista hay ecuatorianos, chinos, chilenos, indios, afganos, sirios y personas de una veintena más de nacionalidades que se dirigen hacia Estados Unidos.

Múltiples organizaciones humanitarias y entidades como la Defensoría de Colombia y la de Panamá han denunciado una y otra vez que la ruta está controlada por grupos criminales y que su accionar violento se suma a riesgos relacionados con las condiciones geográficas (ahogamientos, fracturas, enfermedades gástricas y de la piel). Pese a ello, sigue sin existir una ruta segura y digna para los y las migrantes.

Selva del Darién

Priscila Acevedo, médica de terreno, explica que cada vez personas más vulnerables están cruzando la selva del Darién: “Hemos visto un aumento en los diagnósticos de condiciones crónicas que necesitan especial tratamiento: personas con enfermedades cardíacas, personas que necesitan insulina, personas con problemas de presión arterial y casos agudos de personas que se desmayan por aumento de temperaturas, la falta de alimentos o deshidratación severa”. La condición en salud no parece ser una determinante para las personas a la hora de decidir emprender la ruta hacia Estados Unidos. “Hemos recibido incluso personas sin movilidad en las piernas, con parálisis cerebral y con demencia senil”, añade la referente de Médicos Sin Fronteras.

Entre enero y abril de 2023, Médicos Sin Fronteras atendió a 669 personas con diagnósticos de condiciones crónicas como diabetes, hipertensión arterial y asma; mientras que en el mismo periodo de 2022 fueron 262.

Carlos, migrante colombiano de 62 años, padece tanto diabetes como hipertensión arterial, además de dificultades cardíacas. Sentado en la sala de espera del puesto de atención en Lajas Blancas, contó que hubo dos días en que lo único que comió fue un par de galletas y las pastillas que su esposa cuidadosamente le daba a las horas indicadas: “Yo pensé en varios momentos que mi corazón no era tan fuerte para resistir ese camino. Es algo que no le deseo a nadie, ni a mi peor enemigo”, dice.

Migrantes venezolanos son vistos durante su viaje en una piragua a Meteti a través del río Chucunaque desde el pueblo de Canaan Membrillo, el primer control fronterizo de la provincia de Darién en Panamá, el 12 de octubre de 2022. Foto: Luis ACOSTA / AFP