«Cuando llegué a la Argentina me olvidé de que era médico y docente universitario, y agarré un trabajo como albañil», cuenta a La Nación Lenin Sánchez (27), venezolano que pisó Mendoza el 16 de agosto del año pasado, escapando de la crisis de su país.
No fue fácil: tomó el pico y la pala en el sector de la construcción. Pero, un año después, tras lograr la validación del título universitario, se quitó el mameluco y se puso el ambo, con empleos tanto en el sector público como en el privado.
Mendoza vive una «invasión» de graduados y especialistas venezolanos. Las oportunidades para trabajar y vivir en esta provincia parecen interesarles cada vez más a aquellos que deciden emigrar a la Argentina.
Acá, el 85% de los inmigrantes de Venezuela llegan con un título bajo el brazo, según un reciente estudio realizado por el Ministerio de Salud. Es más, eligen Mendoza por la rapidez para conseguir la residencia. Además, hay empleos de profesiones clásicas, como medicina e ingeniería, que los reciben con los brazos abiertos, sobre todo en el sector público, donde cuesta que los graduados locales acepten ciertos puestos.
«Son venezolanos altamente calificados, con muchas ganas de trabajar, y con algo de dinero para comprar un vuelo y elegir destinos más distantes, como Mendoza. El resto, va a los países limítrofes. Al llegar, empiezan a buscar integración laboral y social, pidiendo las convalidaciones de títulos. Para nosotros ha sido positivo porque hay muchos profesionales mendocinos que muchas veces no aceptan trabajar en zonas más alejadas o de periferia, más allá del buen sueldo», dijo Oscar Sagás, subsecretario de Salud de Mendoza.
Aclaró, además, que no se está reemplazando a los locales sino que a «todos se les da las mismas oportunidades».
El fenómeno puede explicarse en números. De los 3.800 venezolanos que residen en la provincia, 85 % son profesionales, 10 % estudiantes de educación básica, secundaria y superior y 5 % corresponde a no profesionales.
En cuanto a los graduados, 35 % son ingenieros, 25 % son profesionales relacionados a las ciencias exactas, 15 % son profesionales de la salud y el 10 % pertenece a otras profesiones.
Por su parte, de los 32 médicos que han solicitado convalidación de su título, 17 ya se encuentran con su título convalidado y matrícula provincial otorgada, y hay 15 en proceso de convalidación. Además, 65 % de los venezolanos que llegaron son mujeres. De este número, 75 % son menores de 35 años de edad, lo que da cuenta de una población joven y en plena función para ingresar al ámbito laboral.
En diálogo con La Nación, el director de Migraciones provincial, Pablo Narváez, se refirió al crecimiento del arribo de ciudadanos de Venezuela. El funcionario afirmó que este año, en comparación con el 2018, se registra un aumento del 20 % en los arribos. En lo que va de 2019, en total hay cerca de 4.000 radicaciones y, prácticamente, 40 % de las solicitudes que ingresan a Migraciones de Mendoza corresponden ciudadanos venezolanos (1.800 radicaciones), superando así por 5 % a 7 % a los ciudadanos bolivianos.
«Este fenómeno de superarlo ampliamente se da por primera vez», indicó Narváez, que comentó que una gran cantidad de venezolanos eligen realizar el trámite de radicación en Mendoza porque el tiempo de demora de los turnos es considerablemente menor al de otras jurisdicciones (48 horas contra un mes, en muchos casos).
«Esto no significa necesariamente que una vez obtenida la radicación sigan residiendo en Mendoza, ya que se produce una migración interna que responde a oportunidades laborales o reunificaciones familiares», indicaron desde el gobierno provincial.
Según contaron los protagonistas, para ninguno ha sido fácil radicarse. Y muchas veces las opciones laborales demandan un tiempo para concretarse. Pero, en definitiva, en Mendoza encontraron la posibilidad de pensar que el desarrollo es posible, tanto profesional como humano.
Jasmith Imelda Saldivia Lacruz tiene 47 años y es médica anestesióloga. Nació en la ciudad cordillerana de Mérida, muy parecida geográficamente a Mendoza. Trabajó en Caracas, en el Hospital Universitario y, previamente, en el efector de niños J.M. de los Ríos. Llegó a ser «especialista dos» y le faltaban pocos años para jubilarse. Pero se vio obligada a dejar su país.
«La situación económica y social nos llevó a venir a la Argentina con mi esposo, ingeniero. Ya no podíamos subsistir; trabajaba en una clínica privada, que cerró. Por eso, tomamos la decisión de venir a Mendoza, donde hacía un año ya estaba viviendo mi hermano ingeniero», relató.
Cuenta además con la subespecialidad de anestesiología pediátrica, por lo que, después de realizar los trámites habilitantes y volver a su país a recuperar otros papeles, obtuvo hace pocos meses su puesto en el Notti, el principal hospital infantil de Mendoza, en el área donde funciona el nuevo resonador magnético. Además, está cursando un posgrado en Medicina Laboral en la Universidad Nacional de Cuyo.
Como en casa
«Me siento muy cómoda, como en casa, muy bien atendida. Agradezco a las autoridades de Salud que estuvieron siempre pendientes y aceleraron los procesos. Gracias a Dios he podido seguir adelante y ayudar a mi familia en Venezuela. Estoy luchando y empezando de cero para que ellos tengan un plato de comida», resaltó la profesional. Y recordó la grave situación que vive el sistema de salud en su país natal: «Ya no teníamos insumos; hacíamos milagros para atender a la gente para que no se nos muriera», contó angustiada.
Lenin Sánchez no solo trabajó como albañil en Mendoza sino que fue mozo y ayudante terapeútico, y tuvo que sortear todo el proceso de validación del título.
«Mendoza ha sido el mejor destino posible. Me siento como en casa, a pesar de haber abandonado todo y empezar de cero. Para ejercer la profesión hay un trámite legal y no es un proceso fácil; fue casi un año. Tuve que trabajar en áreas que desconocía pero no me arrepiento. Hacerlo de manera honrada es lo que importa, además de aprender que no soy más que nadie», expresó.
«Sin matrícula habilitada me puse a buscar empleo y conseguí en la construcción, con el mayor ánimo y desempeño posible. Di todo, de eso se trata, y aprendí cosas que nunca imaginé», contó el médico, que además dirige la asociación VenCuyo (Venezolanos en Cuyo) y coordina el equipo de médicos venezolanos en Mendoza.
«Van a seguir llegando más venezolanos, y varios están en condición de vulnerabilidad. Por eso, se les presta el apoyo necesario; hacemos actividades para ayudarlos», remarcó.
Y dijo: «No venimos a competir ni a robar puestos de trabajo con nadie; venimos a ayudar a fortalecer el sistema».
Sagás completó: «Estamos haciendo una red interministerial para dar respuestas eficientes y eficaces a todas las personas, con convenios con Nación para generar más posibilidades de trabajo, capacitaciones y estudios. Nos sorprende que siguen viniendo. No queremos generar falsas expectativas, pero hay oportunidades. Habrá oferta en la medida que tengamos necesidades».
Venezuela vive una de las mayores crisis migratorias del siglo XXI. De acuerdo con estimaciones oficiales, unas 4 millones de personas (según datos de la ACNUR, de septiembre de 2019) han migrado ya desde ese país. Además, se espera que la cifra alcance los 5 millones en los próximos meses.
En la Argentina, la cantidad de residentes venezolanos asciende a 170.000 personas. La mayoría de ellas se concentra en provincias de la zona norte del país y el Área Metropolitana de Buenos Aires.
- Solicitudes de convalidación ortogadas:
17 médicos
4 licenciados en educación - En trámite:
16 ingenieros
15 médicos
14 licenciados en educación
3 licenciados en administración
9 enfermeros
6 psicólogos
1 odontólogo
2 veterinarios
1 geólogo
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