El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, aseguró este miércoles que el club comunitario no puede permitirse «aparecer desunido» con respecto a la posibilidad de limitar la emisión de visados a los ciudadanos rusos que quieran entrar al territorio de los Veintisiete.
«Hay diferentes posiciones entre diferentes Estados miembros. Estaré trabajando por la unidad, por una posición unida, común. No podemos permitirnos aparecer desunidos en una cosa tan importante como las relaciones de persona a persona entre la sociedad rusa y la población europea», declaró el político a su llegada a la reunión de ministros de Exteriores de la UE que se celebra en Praga.
Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y la República Checa están prohibiendo ya la entrada a los rusos que entran con un visado de turista, pero países como España, Francia o Alemania se oponen a un veto completo.
Dada la falta de consenso en una propuesta que requiere unanimidad, otra posibilidad es que los Veintisiete acepten suspender el acuerdo sobre la facilitación de expedición de visados que la UE firmó con la Federación Rusa en 2007.
Esta opción no supondría una prohibición total de los visados, pero encarecería los trámites que los ciudadanos rusos tienen que formalizar para obtener un permiso para estancias de 90 días.
Borrell recordó que el de hoy es un encuentro informal en el que se mantienen debates, pero no se toman decisiones formales.
Aun así, admitió que en el asunto de los visados los Veintisiete «tendrán que lograr un acuerdo sobre una decisión política».
La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, puso el acento sobre las diferentes perspectivas de los Estados a la hora de fijar su posición sobre la limitación de visados.
«Hay países, países bálticos y otros países que, con una frontera directa con Rusia, con amplias minorías rusas, tienen evidentemente otras preocupaciones que, por ejemplo, países del centro de Europa y no tienen ninguna frontera común. Los países donde muchos rusos, con mucho dinero o relaciones cercanas con el Gobierno van de vacaciones. Esto no afecta a otros países y estas diferentes perspectivas las tenemos que discutir ahora conjuntamente», dijo.
El titular estonio, Urmas Reinsalu, defendió «elevar inmediatamente el precio» de la invasión de Ucrania para Rusia entregado más armas a Kiev, aplicando nuevas sanciones y prohibiendo la entrada de ciudadanos rusos a la UE.
El ministro aseguró que Tallín defiende iniciativas como el fin de todo el comercio energético con Moscú, cerrar «áreas particulares de comercio» o un nuevo listado de sanciones contra entidades jurídicas y físicas.
Sobre la limitación de visados, su homólogo neerlandés, Wopke Hoekstra, reconoció que los contactos entre ciudadanos rusos y comunitarios son «importantes», pero señaló que en la actualidad son principalmente los ciudadanos ricos de Rusia quienes viajan a Europa para hacer compras.
«No es el tipo de contacto de persona a persona que habíamos previsto», comentó, y dijo que para Países Bajos «tiene sentido» limitar ese tipo de desplazamientos, si bien subrayó la importancia de hacerlo con unidad entre los países de la UE.
La ministra de Exteriores belga, Hadja Lahbib, se mostró en contra de «un aislamiento total de la población rusa» y abogó por una decisión «común» entre los Veintisiete, «para evitar (…) que los rusos puedan hacer una especia de visados a la carta entre los diferentes países de la Unión Europea, en función de las decisiones que adopten».
El titular finlandés, Pekka Haavisto, recordó que su país limitará a partir de este 1 de septiembre el número de visados que concede a ciudadanos rusos y propuso una acción similar en todo el club comunitario.
Su homólogo checo, Jan Lipavský, criticó que mientras se desarrolla la guerra en Ucrania, ciudadanos rusos vienen «a complejos turísticos para estar en el ‘spa’ para disfrutar de nuestra espléndida Europa».