El alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, afirmó este viernes y que el G20 se ha convertido en un foro geopolítico donde aparecen «las mismas fallas que otros», un día después de que la reunión de cancilleres del grupo quedase sin acuerdo conjunto por la tensión sobre la guerra de Ucrania.
«El G20 tiene un rol específico que jugar, pero ya no es un foro económico, se ha convertido en un foro geopolítico», dijo Borrel en Nueva Delhi durante una intervención en el Diálogo Raisina, la conferencia geopolítica anual de la India, organizada conjuntamente por el Ministerio de Exteriores y el observatorio Observer Research Foundation.
A pesar de la falta de entendimiento entre los cancilleres del G20, que quedó sin consenso como ya sucedió la semana pasada en la reunión de Finanzas en la ciudad india de Bangalore, Borrell indicó que «ha habido una gran mejoría» frente a la cumbre de líderes de Bali del año pasado.
«En Bali, el ministro (de Exteriores ruso) Lavrov vino, habló y se fue. Al menos esta vez se quedó y escuchó», señaló.
El alto representante de la UE constató que los cancilleres del G20 «encontraron las mismas fallas que en otros foros», con la tensión entre Estados Unidos con sus aliados de Occidente y Rusia sobre la guerra en Ucrania, así como las fricciones entre Washington y Pekín.
«En el mundo de hoy en día tenemos dos tendencias (…) una es la competición entre China y Estados Unidos, que va a ser una de las grandes fuerzas estratégicas de este siglo y va a aumentar, y el segundo es que no vivimos en un mundo multilateral sino multipolar», dijo.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, culpó ayer a Rusia y sus acciones Ucrania como las responsables de las fallas en los sistemas multilaterales, mientras que Lavrov acusó a Occidente de frustrar la aprobación de una declaración conjunta.
China, por su parte, acusó a Estados Unidos de «alimentar las llamas de la guerra» al enviar armas a Ucrania.
La India, presidencia rotatoria del grupo y anfitriona del evento, intentó con fuerza permitir que temas también fundamentales como la crisis alimentaria y energética, que afecta especialmente a las naciones en desarrollo tuvieran un lugar en la mesa.