Bolivia emprendió este domingo el camino hacia sus primeras elecciones sin la opción presidencial de Evo Morales en 18 años. Un escenario que se da tras la promulgación de una ley que lo excluye como candidato luego de un mes de protestas con 32 muertos.
La presidente interina Jeanine Áñez firmó la norma que permitirá el llamado a nuevos comicios generales tras su aprobación unánime en el Congreso bicameral el sábado. Aunque la fecha para esos comicios aún está por determinarse.
“Llegamos a este día con la satisfacción del deber cumplido porque este es el principal objeto de mi gobierno: nuevas elecciones en el menor tiempo posible”, dijo Áñez durante la ceremonia.
Comienza así un difícil camino para los once millones de bolivianos en búsqueda de una salida a su peor crisis política en dos décadas. Pero esta vez sin Morales como alternativa. El ex mandatario, que por casi 14 años tuvo el timón del país, no podrá participar en la campaña, algo inédito desde 2002.
La norma anula los comicios del 20 de octubre en los que Morales fue reelecto. Esas elecciones terminaron rechazados por fraudulentos en masivas protestas que encabezó la oposición. La OEA avaló las sospechas al detectar irregularidades en el proceso.
“Por esta ley hemos salido a las plazas… a expresar pacíficamente nuestra decisión de repudio a la forma en que el gobierno anterior intentó manipular la voluntad de todos nosotros montando un fraude escandaloso”, enfatizó Áñez.
Un proceso exprés
Morales se vio forzado a renunciar el 10 de noviembre después de perder el apoyo de la policía y las fuerzas militares. Luego, se exilió en México alegando un golpe de Estado.
La crisis se agudizó con las protestas de miles de sus seguidores mediante el bloqueo de vías en seis de los nueve departamentos. Una actuación que generó escasez de combustible y comida en ciudades como La Paz. De a poco se ha venido restableciendo el suministro con el paulatino levantamiento de las acciones.
El gobierno provisional de Áñez está negociando con los movimientos de protesta un acuerdo para la pacificación. Una iniciativa tras las violentas manifestaciones que dejan 32 muertos, 17 de ellos en choques con las fuerzas oficiales en los últimos diez días.
La ley aprobada este domingo prevé la renovación del Tribunal Supremo Electoral, la inscripción de votantes y la participación de todos los partidos, aunque impiden a Morales y a su ex vicepresidente, Álvaro García Linera, participar en la próxima contienda.
Morales fue excluido en virtud de un artículo de la Constitución que prohíbe la reelección después de dos mandatos consecutivos.
El ex gobernante intentó modificar esa norma mediante un referendo que perdió en 2016. Finalmente, fue la justicia que le permitió postularse en las pasadas elecciones.
Sin MAS Morales
El líder indígena de izquierda llegó a la presidencia en 2005 tras fracasar en un primer intento. Fue reelegido en 2009 y 2014. El 20 de octubre obtuvo un nuevo mandato en el cuestionado proceso que desencadenó la crisis.
La nueva autoridad electoral será la responsable de fijar la fecha de las elecciones generales en un breve plazo.
Muy activo en Twitter desde su exilio, sobre todos en las críticas al gobierno transitorio por la represión de las protestas, Morales no se ha pronunciado aún sobre el arreglo que alcanzaron las fuerzas políticas a la cabeza de su partido, el Movimiento Al Socialismo, MAS, que cuenta con mayorías en ambas cámaras del Congreso.
“Hemos cumplido con el compromiso que habíamos hecho ante nuestro pueblo. El MAS ha viabilizado la aprobación de esta ley que nos va a permitir nuevas elecciones”, dijo la diputada Sonia Brito a la AFP luego de la votación del sábado en la noche.
Formado por diversas tendencias de izquierda, el MAS ha dominado la política boliviana en los últimos tiempos con Morales como figura gravitante.
Sin embargo, su empeño en mantenerse en el poder y el desgaste de un largo mandato – en el que acumuló logros como la reducción de la pobreza extrema y un crecimiento económico promedio del 4,8% – terminaron fisurando al MAS, según analistas.
Pero más allá de la división que genera Morales, “lo que tiene que entender Bolivia es que hay que aceptar al MAS, que es una realidad sociológica y electoral”, opina Carlos Toranzo, analista político de la Fundación Friedrich Ebert.