Joe Biden, que asumió el miércoles como el 46° presidente de Estados Unidos celebrando el triunfo de la democracia y urgiendo a la «unidad», inmediatamente tomó una serie de decisiones marcando una clara ruptura con los cuatro tumultuosos años de Donald Trump.
El demócrata entró a la Casa Blanca, a pie y de la mano de su esposa Jill, tras haber prestado juramento frente al mismo Capitolio tomado por asalto solo dos semanas atrás por partidarios de Trump incitados por la negativa del millonario republicano de aceptar su derrota.
En el Salón Oval, Biden selló una serie de decretos con los que planea enfrenar las múltiples y profundas crisis que golpean al país y revertir las políticas que marcaron la gestión de su predecesor, ordenando especialmente el retorno de Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al Acuerdo de París sobre el clima.
«Vamos a combatir el cambio climático de una forma que no habíamos intentado hasta ahora», afirmó.
Suspende construcción del muro
También ordenó la suspensión de los trabajos de construcción del muro en la frontera con México, una decisión aplaudida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y aprobó iniciativas para expandir la diversidad y la participación de minorías en el gobierno federal.
Además, hizo obligatorio el uso de tapabocas en los edificios federales y los transportes interestatales, así como para los empleados del gobierno central.
Unas horas antes, Joseph Robinette Biden Jr había prestado juramento, su mano izquierda sobre la Biblia familiar que sostenía su esposa Jill, comprometiéndose a «preservar, proteger y defender la Constitución».
La ceremonia, en un día frío y ventoso pero soleado, se desarrolló marcada por las medidas para contener la pandemia y el extraordinarias operativo de seguridad en Washington para evitar nuevos hechos violentos.
«Hemos aprendido otra vez que la democracia es valiosa. La democracia es frágil. Y en este momento, amigos míos, la democracia ha prevalecido», aseguró el flamante mandatario, unas horas tras la partida de Trump, que abandonó Washington sin asistir a la toma de posesión de su sucesor.
El caos desatado el 6 de enero dejó cinco muertos y provocó una segunda acusación contra Trump por la Cámara de Representantes, esta vez por «incitar a la insurrección».
Durante su discurso de 21 minutos, Biden pidió a los estadounidenses unirse para «sanar» un país polarizado, azotado por el coronavirus, y con una economía en recesión. Este mismo miércoles, el número de muertos por covid-19 en el país superó la cifra de 405.399 soldados estadounidenses caídos en la Segunda Guerra Mundial.
«Juntos, escribiremos una historia de esperanza, no de miedo. De unidad, no de división. De luz, no de oscuridad», dijo Biden, asegurando que será «el presidente de todos los estadounidenses».
También prometió «derrotar» el «supremacismo blanco» y el «terrorismo doméstico» que reconoció han surgido en la sociedad. E instó a rechazar la manipulación de los hechos, una alusión a Trump, quien por semanas negó su derrota electoral y durante su mandato popularizó la frase «noticias falsas».
La jornada quedará en la historia también por el ascenso, por primera vez, de una mujer a la vicepresidencia de la primera potencia mundial. La exsenadora negra y de origen indio, Kamala Harris, de 56 años de edad, prestó juramento poco antes que Biden.
JLo pide «unidad y justicia»… en español
Washington, en alerta ante el riesgo de más violencia, tenía desplegados 25.000 efectivos de la Guardia Nacional y miles de policías de todo el país.
«Parece la entrada a una base militar durante una guerra», comentó Joe Brunner, un neoyorquino de 42 años frente a un puesto de control custodiado por tropas armadas y vehículos militares en el centro de la capital federal.
Aunque más modesto que de costumbre, el acto de investidura tuvo su toque glamoroso: Lady Gaga cantó el himno nacional y Jennifer Lopez conmovió con su interpretación del clásico «This Land Is Your Land». Y en un país donde los hispanos son la primera minoría, la cantante latina del Bronx se las arregló incluso para pedir «unidad y justicia para todos» en español.
Los expresidentes demócratas Barack Obama y Bill Clinton y el republicano George W. Bush acompañaron a Biden y a Harris en el Capitolio, y en la tarde visitaron con ellos el cementerio de Arlington para rendir homenaje a los militares caídos.
En la mañana, Biden había asistido a una misa en una iglesia católica en Washington acompañado de los líderes demócratas y republicanos del Congreso.
Por la noche, reiteró su llamado a la unidad dentro del imponente memorial a Abraham Lincoln, un lugar solemne en la capital, durante una velada en honor a su inauguración conducida por el actor Tom Hanks, y cerrada por Katy Perry y un gran espectáculo de fuegos de artificio.
«Una carta muy generosa»
La ausencia de Trump en la posesión de mando marcó un hito en más de 150 años de tradición republicana.
Pero el magnate le dejó «una carta muy generosa» a su sucesor, según Biden, que no reveló su contenido.
En público, Trump le deseó al próximo gobierno «mucha suerte y mucho éxito», sin mencionar el nombre de Biden.
Y prometió volver «de alguna forma», antes de llegar a Florida, para empezar, en Mar-a-Lago, su lujoso club de golf en Palm Beach, donde fue recibido por simpatizantes, su vida de expresidente.
Su vicepresidente Mike Pence sí asistió a la ceremonia de investidura.
Trump, de 74 años, ha insinuado que se presentará nuevamente a la presidencia en 2024. Pero su juicio político en el Senado, aún sin fecha, podría inhabilitarlo para ocupar un cargo en el futuro.
Llamada con Trudeau
Biden, hijo de una familia católica irlandesa de clase media, llegó a la Casa Blanca en su tercera postulación y luego de haber sido ocho años vicepresidente de Obama.
Biden hablará por teléfono el viernes con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en su primera intercambio con un líder extranjero.
En política interna, los demócratas esperan aprovechar su toma del control del Senado, que se hizo efectiva el miércoles.
La Cámara Alta confirmó al primer miembro del equipo de Biden: la directora nacional de Inteligencia, Avril Haines.
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