Un puñado de inmigrantes que atravesó EE UU en autobús llegó este viernes a Washington para pedir que se les conceda la residencia permanente a los beneficiados por el Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés), un amparo migratorio que el gobierno del presidente Donald Trump busca terminar.
Vestidos de azul, con banderas en mano y solo pocos por las medidas sanitarias debido a la pandemia, los «tepesianos» se congregaron en los alrededores de la Casa Blanca, una zona donde hoy se vivió por momentos cierta tensión debido a la presencia de otro grupo de seguidores de Trump.
En medio de la inquietud que se respira en la capital estadounidense después de las elecciones del pasado 3 de noviembre, en las que se impuso, según las proyecciones de los principales medios, el candidato demócrata, Joe Biden, aunque Trump no reconoce el resultado y ha denunciado, sin pruebas, un fraude, inmigrantes y partidarios del gobernante estuvieron en lados opuestos de la recién bautizada calle «Black Lives Matter (‘Las vidas negras importan’)».
Frente a la valla que ahora resguarda la residencia presidencial, los «trumpistas» aupaban al presidente y criticaban con sus carteles a los demócratas.
A un par de cuadras de distancia, los beneficiarios del TPS reclamaban sus derechos en español y se mostraban confiados en que el próximo 20 de enero la Casa Blanca estrenará inquilino.
Aquí nadie está pidiendo limosna
«Aquí nadie está pidiendo limosna; simplemente, se está pidiendo por dignidad y por derecho y justicia que se dé al menos la residencia a estas personas que han entregado su vida a este país», dijo a Efe el sacerdote salvadoreño Vidal Rivas, párroco de una iglesia en el vecino estado de Maryland.
El religioso, quien se sumó a quienes dieron la bienvenida a los ocupantes del autobús bautizado «Libertad», señaló que «este país que habla de justicia y de democracia, lo mínimo que puede hacer es reconocer una residencia permanente a estas personas».
El TPS, creado en 1990 por el Congreso estadounidense, concede permisos para permanecer en el país a ciudadanos procedentes de naciones afectadas por conflictos bélicos, víctimas de violencia o desastres naturales.
Desde entonces, esta iniciativa ha cobijado mayoritariamente a nacionales de El Salvador, Honduras, Nicaragua, Sudán y Haití.
La protección, concebida en un principio como un alivio temporal, se ha extendido con el paso de los años, dejando a sus beneficiarios bajo una condición migratoria que les impide solicitar la residencia o la ciudadanía estadounidense.
Recordatorio a Biden
Uno de los viajeros en el autobús era José Molina, originario de El Salvador y residente en Nebraska, quien se sumó al recorrido desde el 21 de septiembre con tres mensajes claros: residencia permanente para los TPS, animar a los estadounidenses a votar y alertar sobre el peligro del coronavirus, que ha golpeado con fuerza a la comunidad latina.
Para Molina, el Congreso tiene la última palabra para ayudar a los amparados por el TPS y a miles de jóvenes incluidos en el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, en inglés), más conocidos como «soñadores», a obtener un camino para una condición permanente.
Este inmigrante, quien reside en este país desde el año 2000, indicó que su movilización también es un recordatorio para Biden, que prometió atender el complejo tema migratorio en sus primeros 100 días de gestión.
«Él prometió, queremos que cumpla también», agregó.