Israel debe escoger entre responder al ataque iraní y aniquilar a los batallones de Hamás en el reducto sobrepoblado de Rafah, en la Franja de Gaza, dos frentes simultáneos imposibles de sostener al mismo tiempo, estiman los expertos.
Para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el problema sólo se plantea en términos de calendario, porque cree firmemente en lograr ambos objetivos. Pero no puede ignorar del todo los llamados de Estados Unidos para que se modere y proteja a los civiles en el territorio palestino.
Irán, una respuesta que puede esperar
Los analistas descartan que el ejército israelí pueda atacar ambos frentes.
«Israel no podrá realizar al mismo tiempo una ofensiva en Rafah y una réplica contra Irán», considera Michael Horowitz, director del gabinete de seguridad Le Beck. «Habrá una secuencia, y una decisión que deberá tomarse», asegura a la AFP.
De los gabinetes de guerra que se suceden desde el domingo en Tel Aviv se filtran pocas cosas, pues hay división entre los halcones de la extrema derecha que abogan por asestar un castigo ejemplar a Irán e atacar Rafah, y los ministros más cautelosos.
Israel no teme a priori un nuevo ataque directo iraní y puede permitirse tomar tiempo para estudiar las opciones que no sólo no «provoquen una escalada» sino que faciliten «detener la crisis», subraya John Erath, director de investigaciones en el Centro para el Control de Armas y No Proliferación.
Irán afirma que las cuentas con su enemigo jurado están provisionalmente saldadas tras su ataque, que respondía al bombardeo de su consulado en Damasco el 1 de abril en el que murieron siete Guardianes de la Revolución.
Israel actuará «en el momento, el lugar y la forma que determinemos», advirtió el lunes Daniel Hagari, portavoz del ejército.
¿El ataque iraní cambió la situación para Rafah?
La prensa israelí, que cita fuentes de seguridad, cree saber que la ofensiva contra Rafah debía comenzar esta semana aunque los planes del ejército, que no ha informado al respecto, se vieron impactados por el ataque iraní.
Tras seis meses de ataques y combates encarnizados, el movimiento islamista palestino Hamás conservaría cuatro batallones en la gran ciudad del extremo sur de la Franja de Gaza, en la frontera con Egipto.
Israel no puede sin embargo lanzar un ataque mientras los 1,5 millones de desplazados que huyeron de la guerra, según la ONU, no hayan sido evacuados.
Pero violentos combates persisten en el centro del enclave e Israel rechaza aún el retorno de los desplazados hacia el norte.
Un comunicado indicaba el lunes que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, tuvo una reunión para abordar una «serie de medidas a tomar en preparación de las operaciones en Rafah, en particular sobre la evacuación de civiles».
De las 40.000 carpas pedidas recientemente a través de una licitación, su ministerio ya habría adquirido 30.000, la tercera parte de las cuales debe ser desplegada en las dos próximas semanas cerca de Rafah, según indicaron fuentes a la prensa israelí.
Las mismas fuentes consideran que el rechazo por Hamás del último proyecto de tregua presentado por los mediadores estadounidenses, egipcios y cataríes en El Cairo a comienzos de abril acelerará el lanzamiento de la ofensiva, pues Netanyahu está convencido de que Hamás no desea un acuerdo.
Imposible sin embargo deducir de ahí una fecha, salvo a manera de «especulación», advierte John Erath.
¿Cuáles son los riesgos diplomáticos para Israel?
En ambos casos, «el impacto diplomático pesa en los cálculos israelíes», indica Michael Horowitz.
Una parte cada vez mayor de la comunidad internacional criticaba las represalias sangrientas en la Franja de Gaza tras la masacre perpetrada por los comandos de Hamás el 7 de octubre, pero la andanada de drones y misiles iraníes lanzados el fin de semana contra el territorio israelí logró de nuevo estrechar los rangos favorables a Israel.
Una ofensiva terrestre en Rafah, así como una respuesta excesiva al ataque iraní, podría borrar los beneficios diplomáticos. De otro lado, Israel podría sacar provecho de ese paréntesis en muchas cancillerías extranjeras para actuar.
Sin pensar en Rafah, esos mismos aliados podrían exigir «que Israel no responda» al ataque iraní, «lo que me parece probable», abunda Horowitz.
En el plano interior, la opinión pública israelí aparece también dividida.
Según una investigación de la Universidad hebraica de Jerusalén publicada el martes, 48% de los encuestados se muestran favorables a una respuesta contra Irán a cualquier precio (52% en contra), y 44% a una ofensiva en Rafah aunque debilite las relaciones con Estados Unidos.