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Así funciona el voto en Rusia: el sistema electrónico y la sombra del fraude

Por El Debate
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En Rusia, 112 millones de personas están llamadas a votar en unos comicios presidenciales que duran tres días –15 al 17 de marzo– y, por primera vez, también se ha implementado el voto electrónico, así como la participación de las regiones ucranianas ocupadas por Rusia: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, además de la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014.

La gran mayoría de los votos se emitirán durante este fin de semana, aunque la votación anticipada y por correo comenzó antes, incluso en las zonas ocupadas de Ucrania, donde las fuerzas rusas están intentando ejercer su autoridad. En las papeletas solo aparecen cuatro candidatos y un ganador ya anunciado de antemano. Los tres rivales del eterno presidente Vladimir Putin que concurren a las elecciones son simpatizantes del propio Putin.

Estos son: Vladislav Davankov, representante de Gente Nueva, el comunista Nikolái Jaritónov, y el ultranacionalista Leonid Slutski. Entre los tres, según las encuestas, no sumarían más del 17 % de los apoyos. Putin ya se ha erigido como el ganador de los comicios antes, incluso, de que finalicen. Las encuestas ofrecen al mandatario ruso una victoria electoral con más del 80 % de los votos.

Voto electrónico

Por primera vez, un tercio de los electores rusos –unos 38 millones– podrán votar electrónicamente. Según la oposición, es un instrumento muy cómodo, pero fraudulento por la opacidad del recuento.

Existen precedentes, ya que en 2021, los comunistas se negaron a reconocer el resultado de la votación electrónica en Moscú, que daba ventaja a candidatos del partido del Kremlin, Rusia Unida, en las elecciones a la cámara baja rusa.

Sin observadores occidentales

Rusia celebra los comicios a espaldas de Occidente. El país ha invitado a cerca de 1.000 observadores internacionales, pero a ninguna de las organizaciones europeas que supervisan la limpieza de las elecciones en el continente.

Moscú no ha invitado a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), a lo que hay que sumar la ausencia de los observadores del Consejo de Europa, organismo al que ya no pertenece Rusia.

Todo ello eleva el riesgo de que Occidente no reconozca los resultados de estas elecciones, en línea con los llamamientos realizados por las viudas de Alexéi Navalni y del exespía ruso Alexandr Litvinenko, asesinado en 2006 en el Reino Unido por los servicios secretos rusos.

Sin debates electorales

Como es ya tradición, Putin no participó en ningún acto electoral propiamente dicho, menos aún en pegadas de carteles o debates electorales.

Alguno de los aspirantes, ninguno de los cuales fue registrado por la comisión electoral, intentó retarle a un debate en televisión para hablar de la marcha de la campaña militar, pero el Kremlin descartó categóricamente su participación.

Tampoco hubo mítines durante la campaña. El único acto multitudinario se celebrará el próximo lunes en la plaza Roja, al que se espera que acuda Putin para celebrar su reelección, coincidiendo con el décimo aniversario de la anexión de la península ucraniana de Crimea.

Putin tampoco tiene un programa electoral. No lo necesita, ya que sus planes los expuso durante el discurso sobre el estado de la nación, el momento más álgido de su campaña.

Despidió la campaña con una entrevista a medios públicos sin grandes titulares, una reunión con el gabinete de ministros y un llamamiento a los rusos por televisión para que acudan a votar.

Relevo de generales en absoluto silencio

Como está prohibido dar malas noticias a los rusos, especialmente sobre la campaña militar–eufemismo para referirse a la guerra en Ucrania–, Putin se limitó a firmar, al respecto, varios decretos secretos.

Según la prensa, de esa forma destituyó al jefe de la Armada, Nikolái Yevménov, después de que los drones y misiles ucranianos hundieron tres buques de la Flota del Mar Negro en el último mes y medio.

Además, relevó por tercera vez desde el comienzo de la guerra al viceministro de Defensa que se ocupaba del abastecimiento de las Fuerzas Armadas, decreto que sí fue publicado por la prensa rusa.

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