Cientos de miles de estudiantes tomaron las calles en todo el país por la educación pública. En Buenos Aires, el epicentro se concentró entre las 13 cuadras que separan al Congreso de Casa Rosada, sede del Ejecutivo. Cada metro cuadrado fue cubierto por los pasos de alumnos que marcharon “en defensa de la universidad pública argentina”.
La movilización concentró a unas 800.000 personas, que plantaron cara a la “desfinanciación”. Sumado a banderas, carteles y pancartas, muchos llevaron sus libros. Esos textos que los acompañan durante cada cursada, como un símbolo de armas contra la “ignorancia educativa que plantea Milei”.
Un joven estudiante de Filosofía y Letras llegó a la capital desde la norteña provincia de Tucumán. Estudia Ciencias de la Educación en la universidad nacional de su provincia y consideró que esta marcha es un punto de partida esperanzador para su futuro.
“De alguna forma, empieza a ponerse en discusión la importancia de sostener, defender y repensar la universidad pública. Antes (de Milei) se podía estudiar. Nuestra universidad funcionaba, tenía un presupuesto acorde y nuestros docentes cobraban sus salarios, pero ahora se está poniendo difícil”, contó Julián Araoz a EFE.
Estudiantes como Julián alzaron su voz en contra de tener clases en la oscuridad o continuar viendo sus aulas dañadas por el paso del tiempo y sin dinero para reparar el abandono, que acarrea un congelamiento presupuestario.
Este es el caso de Felicitas, que se está formando para educar a chicos de La Matanza, una de las localidades más grandes y empobrecidas de la provincia de Buenos Aires, en el Instituto Superior N°82 “Carlos Fuentealba”, que depende de la gestión estatal. Tiene miedo de no poder egresar por la falta de presupuesto.
“Esta manifestación no es en contra del gobierno, sino a favor de la educación. La carencia de mantenimiento hace que no podamos tener clases porque se inunda cuando llueve. Sumado a la falta de corredores seguros ante hechos de inseguridad y la escasez de profesores, ya que no hay plata para pagarles”, relató a la futura docente a EFE.
En toda Argentina, y durante meses, autoridades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) habían advertido que tenían fondos suficientes para mantener el sistema educativo hasta el mes de mayo próximo, después, “tendrían que cerrar”.
¿Marcha política?
En las calles, cientos de columnas compuestas por sindicatos, organizaciones sociales y políticas de izquierda y centro se agolpaban para acompañar a los estudiantes hacia Plaza de Mayo. Figuras de renombre como el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Taty Almeida de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora -ambos docentes- se sumaron a la marcha.
Esto le bastó al gobierno de Argentina, liderado por Javier Milei, para tachar la manifestación de estar manchada con intereses de la política. Sin embargo, a los universitarios les hace ilusión tener a sus espaldas el apoyo de representantes de los derechos humanos.
“Me parece que está muy bien que hayan venido (Pérez Esquivel y Taty Almeida) porque los organismos de derechos humanos son sectores que han aportado a la educación. Es un gran gesto y necesario que estén”, agregó Julián.
Esperan que la presión social sea suficiente para forzar la mano del Ejecutivo libertario para brindar más recursos que sustenten a las universidades.
Sebastián Barcovich, estudiante de arquitectura en la UBA, le dijo a EFE que la educación pública universitaria es necesaria. Es una de las “facetas más importantes que tenemos como nación”.
“Soy primera generación universitaria de mi familia y esa posibilidad de estudiar es la mejor inversión. Después lo puedo retribuir con mi trabajo profesional”, indicó.
«Con los chicos no»
El gobierno de Argentina percibió esta marcha bajo una mirada paternalista y condescendiente, donde se estarían “usando” a los alumnos para “intereses políticos”. Además, consideraron que la discusión por las partidas presupuestarias “está saldada” y “transferida”, pese a que el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, desmintió en varias oportunidades que llegaron a un acuerdo.
El supuesto acuerdo fue el depósito del Ministerio de Capital Humano de unos 11,5 millones de dólares por el 100% de las facultades y unos 13,5 millones de dólares para los hospitales universitarios. Algunos alumnos compararon esto “a una abuela regalando dinero cuando sus nietos la visitan”.
La marcha sigue adelante. Miles de personas colmaron Plaza de Mayo, abrazando las vallas que los separaban del escenario principal. Uno de los manifestantes, Patricio Torres Díaz, trabaja en el área de comunicación de una cervecería y le contó a EFE que en sus días de estudiante, “la UBA siempre tuvo problemas, pero jamás se puso en duda sostener la educación”.
“Estamos bajo un gobierno que pretende desfinanciar, no solo la universidad, sino también el Estado en general y se jacta de ello. Hay que poner el cuerpo y estar en la calle ante un Estado que desvaloriza todo lo que es la construcción social y la comunidad educativa”, remarcó.
Al llegar la noche, empieza la desconcentración. Miles de jóvenes dan pie para volver a sus casas, pero mantienen la cabeza en alto. Saben que la lucha por el futuro de la educación pública recién empieza y este es un “buen comienzo”.
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