La aprobación del gobierno del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se mantuvo en 37%. Es el mismo nivel registrado el pasado agosto y el mayor desde que llegó al poder en 2019. Esto a pesar de su controvertida gestión de la pandemia.
Un sondeo divulgado por el Instituto Datafolha, indicó que 37% de los brasileños calificó la gestión del Ejecutivo de “óptima o buena”. Se trata del mismo nivel registrado el pasado agosto y un aumento considerable frente al 32% que así opinaba a finales de junio.
Bolsonaro mantuvo de esta manera su mejor resultado de aprobación en las encuestas de Datafolha desde que asumió la presidencia en enero de 2019.
Ya el índice de brasileños que ve la gestión del presidente como “mala o pésima” cayó desde 34% en agosto hasta 32% ahora. Mientras, 29% de los entrevistados la consideraron como “regular”.
La encuesta, publicada por el periódico Folha de São Paulo, entrevistó por teléfono a 2.016 personas el 8 y 10 de diciembre. Tiene un margen de error de dos puntos porcentuales.
El diario señaló que la manutención del índice de popularidad del líder de derecha coincide con un cambio en su tono político y su aproximación con los partidos de centro.
El periódico también destacó que Bolsonaro impulsó políticas de apoyo y ayudas económicas para los más vulnerables. Todo esto con el fin de mitigar los efectos económicos de la crisis del coronavirus.
Gestión de Bolsonaro ante el coronavirus
No obstante, la gestión de Bolsonaro para hacer frente a la emergencia sanitaria, que deja ya más de 181.000 muertos y 6.8 millones de infectados en Brasil, ha sido cuestionada por diferentes sectores.
Desde el inicio de la pandemia en el país, el pasado febrero, Bolsonaro se mostró uno de los gobernantes más escépticos con respecto a la real gravedad del covid-19, la que incluso llegó a calificar como “gripecita” en más de una ocasión.
El mandatario igualmente recibió críticas por defender abiertamente algunos tratamientos contra la enfermedad cuya eficacia no ha sido comprobada científicamente, como la cloroquina, así como por politizar el debate sobre las potenciales vacunas anticovid.
Bolsonaro afirmó que la vacunación no será obligatoria. Y llegó a vetar la compra del antígeno desarrollado por el laboratorio chino Sinovac, probado en Brasil en sociedad con la Gobernación de Sao Paulo, cuyo gobernador, Joao Doria, es uno de los principales adversarios políticos del jefe de Estado.
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