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Análisis de entorno (especial): Elecciones argentinas con Milei, el “Peluca presidente”

por Avatar Benjamín Tripier

Javier Milei, el 19 de noviembre de 2023 en la noche:

Les decía en estos días que es un error conceptual definir la dicotomía que se enfrentó en esta campaña presidencial de Argentina, como si fuera derecha versus izquierda. Porque en realidad, lo que había/ hay en la Argentina, no era izquierda, sino populismo (según la RAE, es una «tendencia política que pretende atraerse a las clases populares») impulsado por un híper estatismo (tendencia que exalta la plenitud del poder del Estado en todos los órdenes) usando los fondos y recursos públicos para permanecer en el poder, enriquecer a los gobernantes y sus amigos, pero siempre enmascarado con la explicación de ayudar al pueblo… el cual se va empobreciendo cada día más, mientras ellos permanezcan en el gobierno, que, por cierto, se acostumbran y comienzan a considerarlo como propio, y ya no lo quieren soltar.

Un simpatizante de Milei sostiene un afiche. Foto: Luis ROBAYO / AFP

Lo que propone Milei

Y lo que propone Milei, no es derecha, sino simplificación del Estado y estímulo al esfuerzo individual, teniendo como guía, explicitada abiertamente a todo aquel que lo haya escuchado, en público o en privado, como “anarco capitalismo” o “libertarianismo” mejor expresado por Murray Rothbard que por Ludwig von Mises, a quienes recomiendo leer, aunque sea superficialmente, para entender de qué estamos hablando.

Porque una cosa es el modelo de referencia planteado por los ideólogos mencionados, y otra, muy diferente es la implementación y despliegue de esas ideas, que es la parte que le toca ahora a Milei. Y allí, es donde está la clave del éxito. Las técnicas que abordan el paso desde el “dicho al hecho” se adhieren a las prácticas de Gerencia del Cambio (Change Management) que son las que tienen que lidiar con la resistencia. la cual aparece y se hace evidente y visible inmediatamente después de identificado el cambio, y lo hace con la misma fuerza del cambio, pero con sentido opuesto.

Porque el apelativo “de derecha”, utilizado como denigrante o vergonzante, nace principalmente desde los gobiernos autodenominados “de izquierda”, los cuales, tal como les decía más arriba, defienden espacios de poder que ya son indefendibles, por los daños generalizados y el brutal empobrecimiento que siguen causando a sus sociedades, a lo largo de los años. Porque si hay algo que los caracteriza, es la tendencia a eternizarse en el poder… que unos logran, otros un poco menos, y otros no lo consiguen… pero que su premisa es esa, pues no les quepa la menor duda.

Y, ya poniendo el tema en perspectiva, la victoria de Milei no resulta una sorpresa, no es una casualidad, ni es un one shot, sino la consecuencia natural anunciada en las PASO, de 60% de la sociedad buscando un cambio, y menos de 40% aceptando el continuismo… vaya uno a saber la razón para que alguien hubiera elegido continuar en el tobogán de deterioro gerenciado  por Massa.

Y los que buscan el cambio lo hacen porque la situación socio económica es tan mala como no había ocurrido antes en los 40 años de democracia continua, y sin que el gobierno ofreciera una vía de salida porque ni en la campaña dio luces de cómo desactivaría la bomba que creó en campaña. La crisis se profundizó durante los cuatro años del gobierno que terminará el próximo 10 de diciembre, y mucho más dañino durante los últimos 15 meses de Sergio Massa en el poder, como “súper ministro de economía”, como lo denominaron ellos mismos, y cuasi presidente actuante.

En ese corto período, el precio del dólar pasó de los 300 pesos a superar los 1.000 pesos; la inflación alcanzó 142%; la cantidad de nuevos pobres superó los 2,4 millones de personas; se incrementó la salida de jóvenes del país, aumentó la escasez y la deuda externa, la pública y la privada de las importaciones no pagadas superó tres veces a la recibida de Macri, que eran 45 mil millones de dólares a 4% anual con el FMI.

Por no hablar de la ideologización y deterioro de la educación y el ataque contra la salud pública que alcanzó profundidades de mal servicio por falta de instrumentos y equipos; y, tal vez lo más grave, el bajísimo salario de los maestros, profesores, médicos y enfermeras; y en general toda aquella actividad dependiente del Estado (policías y militares y otros), incluidos jubilados y pensionados que llevaron al borde la quiebra, con 11.000 millones de dólares en reservas, a un Banco Central endeudado a través de un instrumento nefasto llamado LELIQs (Letras de Liquidez) para «secar la plaza de pesos y evitar que se vayan al dólar”.

Fin de ciclo

Todo lo anterior para anticipar que estamos frente a un fin de ciclo de los gobiernos populistas/ estatistas empobrecedores, y comienzo de un nuevo ciclo, signado por el cambio generacional; la base de votos de Milei está en los jóvenes entre los 16 y los 40 años de edad, que convencieron a sus padres de votar por el cambio, versus el continuismo perverso. Con cruce transversal a todas las clases socioeconómicas, desde los más pobres, hasta los más ricos, pasando por la golpeada clase media.

Y que, desde ahora, los empresarios amigos deberán ajustar sus modelos de negocio para competir en términos equivalentes al de cualquier otro o cerrar sus operaciones. Hay en ciernes una nueva Argentina que Dios quiera se concrete y todo salga bien… Realmente, volver a las raíces nacionales de la Constitución de Alberdi, a quien recomiendo leer e informarse (Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, 1852), para entender un poco más lo que viene por delante, y el por qué de las propuestas que llevaron a obtener una victoria “por paliza”.

Porque, en un instante, cuando Massa reconoció la derrota, los empresarios amigos, se quedaron solos y expuestos. Porque seguían, hasta último minuto, creyéndose la campaña del miedo que ellos sabían que no era cierta, pero pensaron que funcionaría. Y no, “la libertad le ganó al miedo”.

Y que, si este nuevo gobierno lo hiciera mal (oremos porque no sea así), de ninguna manera significaría un regreso del kirchnerismo, sino una evolución hacia algo diferente… que aún no podemos ver, pero que va emergiendo.

También sería un error grave de interpretación apreciar este fenómeno como un movimiento pendular, de ciclo y contra ciclo, en vez de verlo como un movimiento evolutivo en una nueva dirección que nos saque del marasmo decadente en el que hoy, tristemente, se encuentra la Argentina.

“Peluca presidente” era el coro de las decenas de miles de personas que se congregaron en el obelisco el 19 de noviembre a la noche, reconociendo un acercamiento casi íntimo con Milei, cosa no vista hasta ahora… no se dirigían al líder, sino a uno de ellos… y con 55,69% de los votos, y 11 puntos de diferencia (contra 44,3% de Massa) es el mayor porcentaje alcanzado por un presidente argentino en la historia democrática reciente. Sin duda estamos frente a un hecho histórico, capaz de cambiar definitivamente el rumbo de un país merecedor de un mejor destino que el que se llevaba hasta ahora.

Claro que, con la fiscalización masiva apoyada por el PRO, en el balotaje, no se perdió ni un voto… si eso hubiera ocurrido antes, tal vez ganaban en primera vuelta. Y hay que considerar que ese apoyo será valioso en esta primera etapa de gobierno, donde tendrán que tomarse las medidas más duras. Allí podremos apreciar la madurez personal, profesional, intelectual y ética de los dos egos –el de Macri y el de Milei– para evitar chocar. Porque no hay que olvidar que, así la influencia de Macri sea importante, Milei es el presidente.

En las siguientes horas se definirán algunos parámetros que den estabilidad económica, pero no será suficiente para evitar una crisis que se viene gestando desde hace tiempo, pero que empeoró con el “plan platita” de Massa que costó dos puntos del PBI y que sacó de foco a la economía de corto plazo… por ejemplo la de los sueldos y pagos de diciembre, y ni que hablar de los vencimientos de deuda. Claro que se descarta una cooperación de la administración saliente, que asuma plena responsabilidad por su gestión, hasta el último minuto de su mandato que expira recién el 10 de diciembre próximo.

De todos modos, los mercados reaccionaron bien a la elección, con un dólar saliendo de la barrena, y las acciones argentinas con subidas de hasta 40%… buen síntoma. Claro que las soluciones no serán instantáneas y demorarán un tiempo antes de que las empresas que se fueron de Argentina piensen en regresar… y las que están en trámite de salida no están frenando su salida… va a ser difícil que con solo el “efecto Milei” sea suficiente para recuperar la confianza perdida y restaurada la reputación… Argentina tiene deudas soberanas, provinciales, comerciales y hasta de cuotas de participación en entes multilaterales… por no mencionar las arriba referenciadas LELIQs.

Milei

EPA Javier Milei asumirá la presidencia de Argentina el 10 de diciembre

Relaciones con Venezuela

En cuanto a las relaciones con Venezuela, yo diría que hay que reconocer, al menos, tres tiempos:

  1. La campaña electoral donde se dice de todo, pero prescribe al final de la campaña y debería resetearse a cero;
  2. el período entre la elección y la toma de posesión, donde, aunque un poco menos que en la campaña, se sigue en el proceso de ensayo y error para medir reacciones, que también debería prescribir y resetearse al asumir la presidencia; y
  3. desde la toma de posesión en adelante, donde todo lo que se diga es oficial, compromete, es vinculante y tiene consecuencias.

Es posible que haya cambios profundos en la relación oficial entre los dos países, y que algunas de las cosas dichas en las dos primeras fases tarden un tiempo en curarse, pero indefectiblemente el idioma que se hablará en la tercera fase, a partir del 10 de diciembre, será más contundente y será parte de una estrategia de más amplio espectro, altamente influida por los DD HH y las libertades, que son banderas de campaña de Milei-Villarroel.

También se desprende de la información pública, que los empresarios de ambos países podrán operar libremente, porque parte de los compromisos conceptuales consiste en que el Estado no interfiera en el comercio y las inversiones… excepto en el tema de rebaja de impuestos, retenciones, y en general evitar las externalidades negativas producto del intervencionismo estatal, que influye en los precios, quitándoles competitividad. Es de imaginar que esa misma línea de ideas, también se extenderá a lo de los cielos abiertos que harán que las aerolíneas venezolanas puedan acceder al mercado argentino.

Porque la relación cultural y de negocios entre los pueblos de Argentina y Venezuela se ha vuelto casi simbiótica, con paralelismos desfasados, que en algún momento lograrán converger en un paralelismo simultaneo y coincidente. Los productos argentinos tienen gran aceptación e internalización en la sociedad venezolana, y los venezolanos en Argentina han logrado un lugar especial de afecto y de respeto por su capacidad de trabajo, profesionalismo y buena educación.

También es razonable anticipar que, si EE UU es un referente de Milei, este adhiera a las sanciones vigentes, así como también a las suspensiones del último mes. Habría que ver cuál sería el grado de relación oficial que mantendrían los dos países, evitando –eso espero– el cierre de la delegación argentina en Caracas, porque su presencia siempre será un apoyo para las personas y empresas argentinas, y un canal abierto para intercambio de mensajes y señales, que uno anticipa que será relevante en un año electoral en Venezuela donde se juegan tantas cosas.

Hay que mantener separados los campos oficial y privado, excepto, por supuesto, en los ámbitos regulatorios; el estado regula, y el empresario hace negocios… en el sentido estricto que no conlleva ninguna interpretación especulativa ni negativa, sino la agregar valor y generar riqueza, que es la única manera de combatir la pobreza.

Porque lo que se juega es la posibilidad real de cambios que beneficien al pueblo venezolano que está sufriendo tanto de pobreza, hambre, falta de servicios buenos, y en general la necesidad de recuperar un gentilicio que está seriamente afectado por una reputación negativa en los mercados tradicionalmente relevantes para los venezolanos.

El “Peluca presidente” es más que una consigna de campaña… es el principio de una nueva manera de relacionarse con el poder, casi horizontal. Por eso, más que insistir en derecha o izquierda, habría que insistir en darle preferencia a todo lo que signifique que la gente viva mejor… eso es todo.