Un alto el fuego de 72 horas entre los dos generales que se disputan el poder en Sudán entró en vigor este martes, tras 10 días de combates que dejaron cientos de muertos y provocaron un éxodo masivo de extranjeros.
El martes en Jartum, la capital sudanesa de 5 millones de habitantes, ya casi no se escuchaban disparos ni explosiones.
En cambio, era imposible verificar de momento si los encarnizados enfrentamientos que sacudían la región de Darfur (oeste) cesaron.
Poco antes de la medianoche, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, anunció que tras «intensas negociaciones» las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) acordaron un alto el fuego de 72 horas.
Las FAR confirmaron y anunciaron una «tregua dedicada a la apertura de corredores humanitarios y para facilitar los desplazamientos de civiles».
En un comunicado en Facebook, el Ejército dijo que respetará el alto el fuego si sus enemigos también lo respetan.
Las Fuerzas de la Libertad y el Cambio, el principal bloque civil que ambos generales ahora enfrentados echaron del poder en un golpe en 2021, confiaron en que la tregua permitirá «dialogar en las modalidades de un alto el fuego permanente».
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo el lunes que los combates entre el ejército del general Abdel Fatah al Burhan y los paramilitares del general Mohamed Hamdan Daglo habían puesto a Sudán «al borde del precipicio».
Ambas partes beligerantes habían anunciado repetidas veces en los últimos días que aceptaban parar los combates, pero en cada ocasión se acusaban mutuamente de romper la tregua. Esta vez, parecía mantenerse.
Borrell aplaudió la tregua y exhortó al Ejército y las FAR a «respetarla plenamente».
Evacuaciones de extranjeros
Los enfrentamientos que estallaron el 15 de abril han dejado 450 muertos y más de 4.000 heridos, según las agencias de la ONU.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió de «elevados» riesgos biológicos después de que uno de los beligerantes ocupara un laboratorio nacional de salud, donde hay agentes patógenos del sarampión, cólera y poliomielitis.
En videos publicados en internet, cuya autenticidad no ha podido ser verificada, comercios incendiados, inmuebles devastados y civiles deambulando entre escombros aún humeantes dan testimonio de la violencia de los bombardeos y los ataques de artillería de los últimos días.
Antes del alto el fuego, las capitales extranjeras lograron negociar con los dos beligerantes la evacuación de su personal diplomático y de ciudadanos de sus países.
Más de 1.000 ciudadanos de la Unión Europea fueron evacuados, según el jefe de la diplomacia del bloque, Josep Borrell. España anunció la salida de 100 personas, entre las que había latinoamericanos.
China, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y varios países árabes también anunciaron la extracción de cientos de personas.
Además, unos 700 empleados de la ONU, embajadas y de organizaciones internacionales «fueron evacuados hacia Puerto Sudán», una ciudad a orillas del mar Rojo, indicó Naciones Unidas.
La Agencia de la ONU para los Refugiados estimó que hasta 270.000 personas podrían huir a Chad y Sudán del Sur.
Quienes no consiguen huir del fuego cruzado intentan sobrevivir sin suministro de agua ni electricidad, con escasez de comida y cortes de internet y de teléfono.
Esta espiral «corre el riesgo de una conflagración catastrófica dentro de Sudán que podría envolver a toda la región y más allá», aseguró Antonio Guterres.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá este martes por la noche para analizar la situación.
Pese a la partida de numerosos diplomáticos y ciudadanos extranjeros, el emisario de la ONU en Sudán, Volker Perthes, aún permanece en este país del este de África.
Desde hace cuatro años este funcionario negocia con los militares para que acepten una transición hacia la democracia.
Personas mayores y bebés
«A medida que huyen los extranjeros, que pueden hacerlo, se agrava el impacto de la violencia en una situación humanitaria ya crítica en Sudán», advirtió la ONU.
Atrapadas en el fuego cruzado, sus agencias y muchas otras organizaciones humanitarias han suspendido sus actividades en el país.
Cinco trabajadores humanitarios, entre ellos cuatro de la ONU, murieron y, según el sindicato de médicos, casi tres cuartas partes de los hospitales están fuera de servicio.
Cerca de 200 personas de más de 14 países desembarcaron la noche del lunes de un buque naval en la ciudad costera de Yedá, en Arabia Saudita. Entre ellos había mujeres mayores en silla de rueda y bebés dormidos en los brazos de sus padres.
La disputa entre Burhan y Daglo, que se aliaron para derrocar a los civiles del poder, surgió de los planes de integrar las FAR al ejército regular.