El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reafirmó el jueves la decisión de los aliados de la alianza de abandonar juntos Afganistán, tras el anuncio del presidente Donald Trump de retirar tropas estadounidenses para Navidad.
«Decidimos juntos ir a Afganistán. Realizaremos juntos el reajuste de las fuerzas y abandonaremos el país juntos», afirmó durante una rueda de prensa con el jefe del gobierno de la República de Macedonia del Norte, Zoran Zaev.
Trump informó el miércoles que quiere que todas las tropas de Estados Unidos que quedan en Afganistán retornen para Navidad, acelerando el calendario para terminar la guerra más larga en la que se ha involucrado Washington.
«¡Deberíamos traer a casa al pequeño número de valientes hombres y mujeres que sirven en Afganistán para Navidad!», indicó en Twitter.
En un acuerdo alcanzado el 29 de febrero en Qatar con los talibanes, Estados Unidos prometió retirar todas sus tropas para mediados de 2021, a cambio de promesas de los insurgentes de no permitir a extremistas establecerse en Afganistán.
Desde entonces, los talibanes abrieron conversaciones en Doha con el gobierno afgano, pero las reuniones se estancaron rápidamente.
La promesa de Trump se produce un mes antes de las elecciones estadounidenses en las que el presidente, que va rezagado en las encuestas, intenta demostrar que está cumpliendo su promesa de terminar las «guerras sin fin».
Después de 19 años de operaciones militares estadounidenses, la postura de Trump goza de un amplio apoyo, mientras que su rival demócrata Joe Biden, crítico durante su tiempo como vicepresidente de una mayor participación de Estados Unidos en Afganistán, también respalda una retirada.
Consultado en septiembre sobre si respaldaba los planes de Trump de retirar tropas tanto de Afganistán como de Irak, Biden dijo: «Sí, lo hago. Siempre que tenga un plan para descifrar cómo va a lidiar con el grupo EI».
Este jueves, en un comunicado, los talibanes dieron la bienvenida al anuncio del presidente Trump, subrayando su voluntad de respetar el acuerdo -entre Estados Unidos y los talibanes- y de tener en el futuro relaciones positivas con todos los países.
Conversaciones estancadas
Estados Unidos intervino por primera vez en Afganistán tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 y desalojó al régimen talibán, que había albergado a Al-Qaeda.
Pero desde entonces los militantes lanzaron una nueva batalla para derrocar al gobierno respaldado por Estados Unidos en Kabul, en la cual los civiles soportaron la peor parte de la espiral de violencia desde que las tropas de combate de la OTAN se retiraron en 2014.
El antiguo régimen talibán había impuesto un islam ultraconservador en Afganistán que prohibía la música y la educación para las niñas.
Las conversaciones en Doha quedaron estancadas ante la insistencia de los talibanes de que las negociaciones se adhieran a una jurisprudencia sunita, un paso que, de acuerdo con el gobierno, discriminaría a los chiítas y otras minorías.
Más temprano el miércoles, el veterano diplomático estadounidense que negoció con los talibanes Zalmay Khalilzad expresó, no obstante, una cautelosa esperanza en las conversaciones.
«A la inmensa mayoría de los afganos les gustaría ver el fin del conflicto», dijo Khalilzad, hablando en videoconferencia desde Doha, en un foro del Instituto Pearson de la Universidad de Chicago.
«Creo que los talibanes se toman muy en serio las negociaciones. Muchos pensaron que no se sentarían al otro lado de la mesa con el gobierno afgano, que todo lo que querían era un acuerdo para la retirada de las fuerzas estadounidenses. Pero ahora están sentados a la mesa», señaló.
Trump ya redujo las fuerzas estadounidenses en Afganistán a alrededor de 8.600 soldados, y los talibanes han cumplido sus promesas de no atacarlas, incluso mientras los militantes continúan su sangrienta campaña contra las fuerzas gubernamentales.