Alemania restableció este lunes los controles en todas sus fronteras para luchar contra la migración ilegal, una polémica medida prevista por seis meses que podría desatar un efecto domino y nuevas tensiones en el seno de la Unión Europea (UE).
Berlín sumó controles policiales -móviles y fijos- con Bélgica, Francia, Luxemburgo, Países Bajos y Dinamarca, a los ya establecidos en los límites con Austria, Polonia, República Checa y Suiza.
Aunque estos registros están prohibidos al interior del espacio Schengen, una zona de libre circulación que incluye a 25 de los 27 Estados miembros de la UE junto a otros países, pueden establecerse temporalmente por amenazas al orden público o la seguridad. Su duración inicial es de seis meses, con prórrogas que no pueden exceder los dos años.
La Comisión Europea recordó que estas medidas «deben ser estrictamente excepcionales», al tiempo que instó a que sean «equilibradas».
El gobierno de Alemania alegó la necesidad de «protección de la seguridad interior contra las actuales amenazas del terrorismo islamista y el crimen transfronterizo».
Ataques islamistas en Alemania
Alemania fue víctima estas últimas semanas de una serie de ataques islamistas cometidos por extranjeros. Entre ellos, un atentado con cuchillo a finales de agosto en Solingen, perpetrado por un sirio y reivindicado por el Estado Islámico, que dejó tres muertos.
Desde entonces, el Gobierno del canciller Olaf Scholz endureció las medidas migratorias en un contexto electoral complicado, con un fuerte alza de la extrema derecha en dos comicios regionales de principios de septiembre.
Esto supuso un giro con respecto a la política de asilo de los años anteriores, que permitió la acogida de más de un millón de refugiados durante la crisis migratoria de 2015 y más de un millón de exiliados ucranianos desde 2022.