El expresidente de Perú Alejandro Toledo, reclamado por la justicia de su país desde finales de 2017, se entregó este viernes a la Corte de San José, en California (Estados Unidos), para ser extraditado a Perú.
El expresidente llegó al tribunal a la hora prevista, las 09.00 hora local (16.00 GMT), y evitó entrar por la puerta principal para no encontrarse con los medios de comunicación, contó a Efe una fuente de su entorno.
El lugar y la hora eran de conocimiento público, pero ante la corte no hubo curiosos ni compatriotas para tratar de presenciar su entrega.
«Ya está arriba», dijo la fuente a Efe, que añadió que la mujer del expresidente, Eliane Karp, también ha subido.
Esa persona señaló que el expresidente y su esposa apenas habían dormido «dos horas y media recordando momentos».
En una entrevista concedida en exclusiva a Efe la víspera de su citación judicial, Toledo exigió a la justicia de su país que no permita su «muerte en prisión».
El expresidente estaba obligado a entregarse a las autoridades este viernes por la mañana en el edificio Robert F. Peckham, sede del Tribunal del Distrito Norte de California, en la ciudad de San José.
Está previsto que Toledo pase a disposición del Servicio Federal de Alguaciles, que lo mantendrá en una cárcel del condado de San Mateo (Estados Unidos) antes de enviarlo a Perú.
Equipo legal de Toledo dice que debe pasar a la Interpol
El exmandatario había manifestado en declaraciones a Efe horas antes de su entrega que desconocía el tiempo que permanecerá recluido en Estados Unidos y “quiénes vendrán desde Perú” para ejecutar la extradición que, según su equipo legal, debe pasar a manos de la Interpol próximamente.
Toledo está imputado en su país por la presunta comisión de los delitos de lavado de activos, colusión y tráfico de influencias en relación con el escándalo Odebrecht, que a su vez forma parte del conocido Caso Lava Jato y que salpicó a dirigentes latinoamericanos.
En 2019, el fundador del extinto partido Perú Posible ya resultó arrestado en California, donde impartía clases en la Universidad de Stanford, por el mandato de extradición que pesaba sobre él. Pero un año después lo pusieron en régimen de arresto domiciliario tras considerarse que su salud podría peligrar durante la pandemia.
En septiembre pasado, la justicia estadounidense dio luz verde a la extradición de Toledo a Perú, al hallar pruebas suficientes que justifican esta medida, que se avaló en febrero de este año por el Departamento de Estado.
«Estoy profundamente desilusionado con lo que ha sucedido en el Departamento de Justicia y en el Departamento de Estado (Estados Unidos). Pero eso no quita mi gratitud con este país que me lo ha dado todo”, aseguró Toledo en la entrevista con Efe.
Aunque acabó dejando en el aire que su arresto podría resultar negociado entre el gobierno peruano, con Dina Boluarte a la cabeza, y la subsecretaria de Estado, Wendy Sherman, en la reunión que mantuvieron en febrero.
“Solo espero que no hayan negociado con mi cabeza”, añadió.
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