¡Más de 20 grados! Los récords de calor se multiplican en la Antártida y nuevos estudios alertan sobre los riesgos que representa el calentamiento del Continente Blanco, con consecuencias potencialmente devastadoras para decenas de millones de habitantes de las megaciudades como Nueva York, Shanghái o Bombay.
El 9 de febrero hizo más de 20,75 grados en la isla Seymur (también conocida como isla Marambio). Se encuentra al final de la península antártida occidental frente al extremo meridional de América del Sur.
«Nunca hemos visto una temperatura tan alta en la Antártida», declaró este jueves el investigador brasileño Carlos Schaefer, quien hizo público este registro.
Dos días antes, el 7 de febrero, no lejos de allí, en la base argentina Esperanza, el mercurio alcanzó los 18,3 grados, el valor histórico más alto jamás registrado según el Servicio Nacional de Meteorología.
Marcelo Leppe, director del Instituto Antártico Chileno, asegura que es la primera vez que «no hay nieve en la península Fildes», lo que ha llamado «profundamente la atención» de los científicos que llevan tiempo allí.
«En todos los parámetros ecológicos evaluados, en el ambiente marino y terrestre hay prueba bastante notoria de que algo está cambiando», dice.
«Impactantes, pero no sorprendentes, ya que la Antártida se calienta con el resto de nuestro planeta». Así lo dijo Frida Bengtsson, especialista en medio marino de Greenpeace.
Última década
La última década fue la más calurosa de todos los tiempos y concluyó con el año 2019, el cual fue considerado como el segundo más caluroso (después de 2016). Y 2020 comienza con la misma tendencia, con el mes de enero más caluroso jamás visto, según los servicios meteorológicos europeos y estadounidenses.
Dos nuevos estudios esta semana vuelven a alertar sobre los peligros de una inestabilidad del casquete glaciar meridional, mientras que, de acuerdo con los expertos climáticos de la ONU, el nivel del mar aumentó 15 centímetros en el siglo XX.
Para mediados de 2050 más de 1.000 millones de personas vivirán en zonas costeras muy vulnerables a inundaciones o a fenómenos meteorológicos fuertes, que se verán agravados por el aumento del nivel del mar y el cambio climático.
El derretimiento en la Antártida podría ocasionar un aumento global del nivel del mar de hasta 58 centímetros para finales de siglo si el ritmo global de las emisiones de gases de efecto invernadero se mantiene sin cambios, según un estudio publicado el viernes en la revista Earth System Dynamics.
Este estudio sintetiza 16 nuevos modelos realizados por investigadores de 27 institutos internacionales y coordinado por el Potsdam Institute for Climate Impact Research.
Factor antártico
El «factor antártico» elevaría el nivel del mar de cuatro a 37 centímetros, inclusive en caso de que se diera la hipotética e improbable reducción de las emisiones de acuerdo con el objetivo del Acuerdo de París de 2015, o sea, un calentamiento global de menos de 2 grados con respecto a la era preindustrial.
Los efectos del derretimiento de otras zonas glaciares (casquete de Groenlandia, glaciares de montaña) y la dilatación del agua de mar debido a su calentamiento, se añadirían, evidentemente, a estas proyecciones, subraya el estudio.
Por otra parte, un segundo estudio, dirigido por investigadores australianos y publicado este miércoles en la revista americana PNAS, establece un paralelo inquietante con el último período interglaciar de la Tierra hace entre 129.000 y 116.000 años.
Sobre la base, entre otras cosas, de cenizas volcánicas, los investigadores calcularon que en ese período el hielo de la parte occidental de la Antártida (que dependen directamente del fondo del mar y, por consiguiente, son más vulnerables al calentamiento) se fundieron muy pronto durante el ciclo de calentamiento.
«El derretimiento fue probablemente causado por un calentamiento oceánico de menos de dos grados, lo que tiene implicaciones de consideración para nuestro futuro», señala Chris Turney, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, autor principal del estudio. «En un mundo más cálido, podríamos perder la mayor parte del hielo antártico occidental».
Las consecuencias, ya conocidas, son resumidas rotundamente por Anders Levermann, autor principal del estudio coordinado por el PIK.
«Lo cierto es que seguir quemando carbón, petróleo y gas aumentará el riesgo para las metrópolis costeras. Desde Nueva York hasta Bombay, pasando por Hamburgo o Shanghái», afirmó.