La muy esperada cumbre de la paz por Ucrania organizada en Suiza ya concluyó tras un intenso fin de semana de diplomacia de alto nivel donde el encuentro de la localidad helvética de Bürgenstock tomó el relevo del G7 en Italia.
Los medios de comunicación internacionales destacaron la ausencia de una condena explícita a Vladimir Putin y a la invasión rusa de Ucrania como un fracaso para Zelenski.
Sin embargo, dicha condena tampoco era previsible que se fuera a producir en esta cumbre, al menos de forma explícita, porque de forma implícita, la condena a la Rusia de Putin inspira y empapa todo el documento final de la cumbre, aunque no se diga «los abajo firmantes condenamos…».
Con todo, aunque no se puede decir que la cumbre haya sido un fracaso de forma global, sí que ha sufrido doce sonoros fracasos en forma de doce países que decidieron no firmar la declaración final e impidieron la unanimidad.
Entre ellos, países nada desdeñables como India, Arabia Saudí, Sudáfrica y Emiratos Árabes Unidos.
Cierto es que son 12 países de más de 90 participantes, pero Zelenski tendrá que seguir trabajando en el frente diplomático de la guerra para lograr más apoyos. Su cabeza de caza mayor sigue siendo, en cualquier caso, lograr apartar a China del lado de Rusia.
Es una misión que en este momento se presenta como imposible, pero tampoco hay que olvidar que la cumbre de este fin de semana en Suiza no es más que un punto de partida de un proceso diplomático que se espera largo y que debería culminar con una hoja de ruta para la paz que puedan asumir también China e, incluso, Rusia.
Señalados los 12 fracasos de Zelenski en la cumbre de Suiza, ¿cuál ha sido el gran triunfo?
Esencialmente, el rechazo de los firmantes del documento a las constantes amenazas de Rusia con usar armamento nuclear en el campo de batalla o, incluso, contra los socios y aliados de Ucrania.
«Cualquier amenaza o uso de armas nucleares en el contexto de la guerra en curso contra Ucrania es inadmisible», dice el documento.
El texto de la declaración va más allá y reclama que Rusia abandone las instalaciones de la central nuclear de Zaporiyia y devuelva su control a Ucrania.
«Las centrales e instalaciones nucleares de Ucrania, incluida la central nuclear de Zaporiyia, deben funcionar de forma segura bajo el control soberano total de Ucrania y de conformidad con los principios del OIEA y bajo su supervisión», dice exactamente la declaración.
La referencia a las amenazas nucleares de Rusia y su rechazo absoluto es, quizás, el mayor éxito de Zelenski en esta cumbre, ya que deslegitima la instrumentalización que el Kremlin usa del miedo nuclear como instrumento para lograr sus fines expansionistas y chantajear al mundo libre para consolidar su anexión de las regiones ucranianas que ocupa.
Pero, sobre todo, marca de nuevo una clara línea roja: el mundo no se quedará de brazos cruzados si Rusia emplea un arma nuclear en Ucrania.
Más allá de la cuestión nuclear, aquellos que afirman que no hay una condena a Rusia parecen olvidar que la declaración final exige abstenerse del «uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier estado, los principios de soberanía, independencia e integridad territorial de todos los estados, incluida Ucrania, dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas, incluidas las aguas territoriales».
No es una condena explícita a la ocupación militar rusa, pero se le parece mucho.
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