El Día de San Valentín es la fecha perfecta para celebrar el amor. Muchos festejan con su pareja, mientras que otros esperan encontrar su «media naranja», uno de los tantos nombres que se han establecido para referirse a la persona que aman. Sin embargo, el origen de esta expresión se data a la antigua Grecia sobre los años 385–370 a. C., y es una historia con más castigo que amor.
«El Banquete» es la obra escrita por el filósofo griego Platón, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, que aborda el tema del amor e introduce por primera vez el término media naranja. En este texto, el poeta trágico ateniense Agatón organiza una cena para discutir sobre el amor.
El comediógrafo Aristófanes narra una historia sobre el origen de la raza humana. Explica que existieron tres hombres: los dos sexos que ya conocemos y uno tercero compuesto de estos dos llamados andrógino. Además, los humanos eran tan perfectos que tenían forma esférica, así como las naranjas.
«Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías, unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción”, describe Aristófanes.
Sin embargo, fueron castigados, ya que habían tomado la decisión de escalar al cielo y combatir a los dioses. Zeus decidió cortarlos por la mitad y convertirlos en seres bípedos e incompletos.
“Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada y, cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad”, explica Aristófanes.
A pesar de que las parejas podían volver a unirse, se estaban muriendo y la raza humana estaba en peligro de extinción. Zeus decidió hacerles otra modificación: cambiar los órganos que habían quedado en la parte de atrás a la parte de adelante. Así, los seres humanos podían procrear y evitar extinguirse.
Por su codicia, el hombre fue condenado a buscar por el resto de su vida a su media naranja. Según Aristófanes, “De aquí procede el amor que tenemos naturalmente los unos a los otros; él nos recuerda nuestra naturaleza primitiva y hace esfuerzos para reunir las dos mitades y para restablecernos en nuestra antigua perfección. Cada uno de nosotros no es más que una mitad de hombre, que ha sido separada de su todo, como se divide una hoja en dos”.