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Una iniciativa cuestionada: la arepa no puede ser patrimonio gastronómico en otro país

por Avatar Karem González

La popularidad a una arepa no se la quita ni el mejor tequeño del mundo. Un alimento típico del país cuyo origen se disputan Venezuela y Colombia.

La investigadora y docente de antropología alimentaria venezolana, Ocarina Castillo, comenta: «La arepa es desde antes de que existieran nuestros países, nuestros límites y sociedades. Lo importante de ella radica, precisamente, en su ancestralidad».

Arepa Patrimonio Cultural Gastronómico Madrid

Foto AFP

Quizá los indígenas cumanagotos que habitaban el oriente venezolano durante la época de la conquista española – y la llamaban «erepa»- tuvieran la respuesta. Tal vez no. Pero, siglos después, un nuevo conflicto binacional tiene a la arepa en el medio. 

A finales de mayo de 2023, La Ruta de la arepa, plataforma gastronómica y cultural creada por el emprendedor venezolano radicado en Madrid, Ernesto Lotitto, solicitó la declaración del alimento a base de masa de maíz como patrimonio gastronómico de la comunidad de «La Villa y Corte».

La decisión levantó todo tipo de comentarios e interacciones, sobre todo en redes sociales. No obstante, más notables fueron los malestares no solo entre venezolanos, sino entre catedráticos e investigadores como Ocarina Castillo y el periodista, escritor y editor, Miro Popic; escuelas de gastronomía y hasta asociaciones como la Asociación para la Protección del Patrimonio Gastronómico (APPG), que inmediatamente emitió un comunicado en el que señaló que esta receta, como cualquier otra, debe ser protegida en su lugar de origen. En este caso, Venezuela.

La arepa le cambió la cara a Madrid

Lotitto, también estratega y consultor de marcas corporativas y personales, especializado en integración digital, contenidos y medios, fue el propulsor de la propuesta que, según dice, es muy nueva y cuyo concepto de patrimonio es diferente al que la gente cree. «Nosotros sabemos de dónde viene la arepa, pero queremos saber hacia dónde va», recalcó. «Estamos intentando dilucidar su futuro y de hacerla cada vez más universal con esta solicitud», añadió.

“La arepa le cambió la cara a Madrid y consideramos pertinente que se convierta en parte de la ciudad»

Ernesto Lotitto es el responsable de la Ruta de la arepa en Madrid

Para Ocarina Castillo, la diáspora hizo, hace y hará siempre famosa a la arepa. Está en todas partes, sobre todo en nuestras maletas. «La llevamos en nuestros equipajes subjetivos y, de esta manera, a ese sobre blanco le salen alas», manifestó.

La educadora subraya que la arepa vuela porque se funde y se reinterpreta, se hibridiza con otras posibilidades. «Va a experimentar lo mismo que cualquier migrante: adaptaciones, traducciones de lenguaje y vocablos, aclimataciones a los diferentes ambientes», señaló.

En Madrid, reconoció, hay una comunidad enorme de venezolanos, en donde además hay muchos vínculos. Allá la arepa es un lenguaje, pero eso tiene y debe que verse solo así: como un posicionamiento, una divulgación, un reconocimiento de una comida que tiene su origen en Venezuela. «Declararla como una comida con pertenencia a una comunidad ajena, es un inconveniente en todo sentido», indicó.

“Es no entender bien ni el proceso identitario de la arepa o del país, ni lo que se está dando con la migración”

«En Madrid, la arepa es un lenguaje, pero eso tiene y debe que verse solo así: como un posicionamiento. Declararla como una comida con pertenencia a una comunidad ajena, es un inconveniente en todo sentido», dijo Ocarina Castillo. | Foto: Nicola Rocco

Un tema semántico

La necesidad de tomar las medidas apropiadas y necesarias para la conservación de la cultura gastronómica tradicional e identitaria de cada país, comunidad o zona geográfica, es lo que inspira a la Asociación para la Protección del Patrimonio Gastronómico (APPG) en Madrid. Su objetivo principal, según Ana Belén González Pinos, directora del departamento de gastronomía, es la salvaguarda de la diversidad cultural frente a la creciente globalización y homogenización alimentaria en general y gastronómica en particular.

Preservando este patrimonio, resaltó, se preserva la identidad comunitaria y se pone en valor tanto sus productos como el territorio donde se producen y las tradiciones que se han construido en torno a ellos. Además, se protegen las identidades locales reconociendo sus producciones tradicionales basadas en la memoria, en la transmisión intergeneracional de sus conocimientos, técnicas y prácticas.

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Desde un primer momento la Asociación para la Protección del Patrimonio Gastronómico Protegido se pronunció ante la noticia de hacer de la arepa patrimonio gastrocultural de Madrid; no solo para conceptualizar qué es, sino para explicar por qué era inapropiada una solicitud así. Además, el apoyo que han recibido, incluidas las Academias de Gastronomía de Colombia y Venezuela, respalda su comunicado en contra de un paso que está fuera de lugar.

¿Por qué La Ruta de la Arepa impulsó esta solicitud?

«Hay un tema semántico en la ecuación que tiene que ver con el significado o la interpretación que se le da a la palabra patrimonio en contraposición a lo que en realidad estamos haciendo», dijo Lotitto.

«El patrimonio está asociado a la historia. Nosotros no. En ningún momento estamos cuestionando el origen de la arepa, eso es imposible, casi un sacrilegio», resaltó. «El preámbulo de esta ley, que apenas tiene dos meses y está amparada por la Comunidad de Madrid, habla de un concepto de patrimonio como interés cultural. No es mi campo hablar de tecnicismos, pero de lo que hablamos aquí es de algo más pragmático de lo que representa al patrimonio como tal».

Para revisar la solicitud, hacer click aquí en www.arepa.global

Arepa Patrimonio Cultural Gastronómico Madrid

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Patrimonio es patrimonio

La RAE define la palabra patrimonio, si es histórico, como el conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, son objeto de protección especial por la legislación. En el caso de ser nacional, el significado se resume en la suma de los valores asignados, para un momento de tiempo, a los recursos disponibles de un país, que se utilizan para la vida económica.

La Asociación para la Protección del Patrimonio Gastronómico Protegido fue enfática en que en los estudios previos realizados por sus universidades para los procesos de patrimonialización una de las condiciones básicas y que más pesan para considerar una gastronomía como patrimonio de un lugar es el saber compartido de la comunidad.

«Lo que significa que esa receta forma parte del recetario cotidiano en los hogares. Cuando una receta forma parte de ese recetario cotidiano, simboliza la transmisión cultural, la herencia, el arraigo con las tradiciones y con los productos que les ofrece su territorio. Sobra decir que esta primera condición no se da en los hogares de Madrid», señaló la asociación.

La labor inicial de identificación y protección se realiza junto con el Observatorio de la Alimentación de Barcelona, la Universidad Complutense de Madrid, La Universidad Europea de Madrid y la Universidad Internacional de Andalucía, que además conforman el Comité de Expertos para el desarrollo e implantación de todos los procesos y procedimientos que culminarán con la certificación de Patrimonio Gastronómico Protegido. Todo este proceso ha sido testado con una experiencia piloto en la comarca del Parque Cultural de Sierra de Gata de la provincia de Cáceres.

Rechazo y recule

La disconformidad tras la solicitud de Lotitto fue palpable desde el inicio. Pero no entre el público de Madrid. «En España, ante nuestro asombro, pocos son los que se han manifestado al respecto salvo algunos periodistas comprometidos como María Zarzalejos, autora de libros de referencia sobre gastronomías; Rafael Rincón, editor del Trotamanteles o la revista Cocina Futuro a través de su directora Daniela Cenis. Explican lo que significa la palabra patrimonio gastronómico y documentan el origen antropológico e histórico de la arepa», destacó Ana Belén González Pinos de APPG.

Lotitto destacó que en primera instancia la aceptación fue bastante notable entre la comunidad. «Salió en todos los periódicos, estuvieron encantados pues entendieron que nuestras áreas de acción desde La Ruta de la Arepa es conectar con gente local».

Entre venezolanos, no obstante, otra fue la realidad.

Arepa Patrimonio Cultural Gastronómico Madrid

Foto Unsplash

La noticia salió un viernes. «Estuve todo el fin de semana siguiente meditándolo», señaló Lotitto. Cómo fue que un simple trámite llegó a ofender a la gente, pensó. Al final, él quería hacer más famosa a la arepa, pensaba.

«Pero se malinterpretó que estuviéramos cuestionando su origen. Entiendan algo: esto no fue algo que nos sacamos de la chistera. Fue bien pensado», recalcó. «Los comentarios desde todas partes fueron muy duros, fue un mal trago, y gracias a eso volvimos a revisar la ley, pero al final concluimos en que no era una locura. Hicimos lo que consideramos correcto y lo que nos dictaba el corazón», recordó.

“A lo mejor estoy loco”

Pasaron escasos 5 días del alboroto causado por la solicitud cuando Ernesto Lotitto, en entrevista con El Nacional, señaló que se retractaba de la decisión que había tomado con tanta seguridad el 9 de junio. «La Ruta nació para unir, sumar y multiplicar, no para dividir. Además, atendiendo las preocupaciones que se han podido levantar de voces como el gran Miro Popic, le pusimos pausa a la campaña».

Ernesto Lotitto quiere concentrarse, entonces, en otras iniciativas. Aceptó que no están preparados, pero, sobre todo, no quieren herir susceptibilidades ni ofender a nadie. «La decisión es ponerle pausa. La conversación continuará, pero por ahora lo dejamos en stand by«, comentó, haciendo hincapié en que el único interés que se mantiene vivo después de lo experimentado es que la arepa sea un método de integración. «Es un bien intangible que nos está uniendo a todos los venezolanos y cada vez más a los no venezolanos por todo el mundo».

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Por la arepa, todo

La Ruta de la arepa se constituyó en 2017. Como movimiento se comparan con La Ruta de la seda que, en su momento, era el gran camino unificador entre Oriente y Occidente que promovía los primeros pasos de la globalización.

«Me gusta pensar que mi ruta es eso mismo», resaltó Ernesto Lolitto. «Y por eso también evolucionamos: somos ruta, pero también plataforma de contenidos, eventos y experiencias. Cuando llegué a Madrid en 2011 solo había 2 sitios para comer arepa, o eso era lo que conocía. Y entendí que quería cambiarlo, sobre todo porque no estaba feliz con lo que se estaba haciendo».

De esta manera, lo que comenzó con no más de 3 locales donde las arepas hacían acto de presencia ahora cuenta con 40 restaurantes registrados, entre venezolanos y españoles.

Por ahora, solo están asentados en Madrid, pero quiere llegar otros mercados.

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«Queremos resaltar una experiencia gastrocultural mientras la arepa se va consolidando cada vez más. Nos está integrando alrededor del mundo y es un vehículo para que los inmigrantes comiencen a ser empresarios», señaló. «Es una especie de idioma que hablamos; el mejor de todos».

La que más importa

En palabras de Ocarina Castillo, lo ocurrido no hace más que recordarnos que lo más importante es la consciencia que como venezolanos tengamos de la arepa; tal y como se come en el país, de su personalidad. «Nuestro deber es tener consciencia patrimonial respecto a ella, el interés que tengamos en conocerla: sus rellenos, texturas, formas, técnicas y masas».

«Tenemos que conocerla a fondo y ponerla en valor. Lo demás se da por añadidura, por la globalización y por el éxodo. Pero lo más importante es nuestro trabajo de identificación, conocimiento, respeto, investigación, discusión y el consumo. Esa es nuestra misión en este momento. Como dirían por ahí, ‘las cosas, para poder ser internacionales, tiene que ser genuinamente locales. Esa es la condición».