Tiene cáncer terminal, decidió no realizarse tratamiento médico y se dedica a viajar
Tatiana Andia fue diagnosticada con la enfermedad el año pasado y desde entonces mantiene la postura de evitar las quimioterapias y ser internada en hospitales con cuidados intensivos
Tatiana Andia, colombiana de 44 años de edad, es economista e historiadora de la Universidad de Los Andes. Cuenta con maestría en Desarrollo que cursó en London School de Brown. El año pasado fue diagnosticada con cáncer de pulmón, y desde entonces decidió no realizarse tratamiento médico.
A pesar de que su padre es médico y tiene amplio conocimiento de cómo funciona el sistema de salud, ella nunca imaginó que le tocaría vivir esta difícil situación. La noticia fue de gran impacto para la catedrática; su diagnóstico la llevó a confrontar la idea de una muerte prematura.
La profesora dialogó con la BBC. Durante la charla contó cómo ha sido este proceso, desde que se enteró de que tenía una enfermedad terminal y cómo la ha sabido sobrellevar sin someterse a quimioterapia o procedimientos invasivos.
“Los últimos días se sienten muy raros. Es un estado alterado de la conciencia casi psicodélico, como el que se experimenta bajo los efectos del LSD o los hongos alucinógenos. Cambia mucho. Es difícil reportar el tránsito hacia la muerte», contó.
Ella sabe que su final está cerca, pero no piensa ni cómo ni cuándo será ese día, y más bien disfruta de hacer reflexiones existenciales con carcajadas, chiste y mucha gratitud, así se lo indicó al periodista de la BBC.
Cuando a Andia el médico le diagnosticó cáncer de pulmón, tuvo claro lo que ella llama sus “líneas rojas”, y lo primero que le dijo era que no quería nada de quimioterapias, cirugías invasivas, intubaciones o jornadas de cuidados intensivos.
«¿Y los días extras estos (no importa cuántos) son para qué? ¿Son para resistir posibles efectos adversos? ¿Son para estar ausente de los míos con náuseas, mareo y dolor de cabeza? ¿Son para estar en el mundo? ¿O para salir de él?», escribió en su columna de despedida en el medio Razón Pública, en el cual escribe acerca de su enfermedad.
Muchas personas, en el caso de esta profesora, hubieran preferido realizarse algún tratamiento o en el peor de los casos vivir triste o deprimidos todo el tiempo. En cambio, esta mujer ha hecho todo lo contrario: ha celebrado, viajado por el mundo y compartido con sus seres queridos.
Andia ha mirado el cáncer como una oportunidad para agradecer y cerrar una vida plena. Por eso, como parte de su proceso de despedida, ha decidido transmitir cómo encontró la plenitud y la felicidad en su viaje final. Siempre está compartiendo grandes reflexiones en sus columnas difundidas en redes sociales.
“Hace unos días sufrí convulsiones. Eso es, literal, como resetear el cerebro. Se generó mucha tensión por la urgencia, por intentar darme unos días más de vida con calidad y poder seguirme despidiendo, pero nunca se contempló que me metieran en la UCI, ni que me intubaran ni nada de esas cosas”, comentó.
Desde que le dijeron que tenía cáncer, fue muy empática con sus médicos, su padre y esposo, que no quería estar en el hospital, y que viviría su proceso desde casa.
“Siento mucha fortuna de celebrar en vida mi propio funeral. La gente viene, cuenta historias, recordamos momentos. Es algo que le desearía a todo el mundo. Si fuera posible, me encantaría que la gente muera como yo: muy feliz, muy amada, con tranquilidad, paz. Es muy especial», afirmó la profesora.
Tatiana siempre tuvo claro cómo quería vivir su enfermedad, porque a pesar de todo la vida sigue y desde el principio dijo que no quería cosas que la hicieran sufrir como las quimioterapias o los tratamientos agresivos.
“Al diagnosticarme, los médicos sí me hablaron de un medicamento que es efectivo durante un año con este cáncer raro de pulmón, con una mutación genética específica que lo hace más agresivo y más rápido en reproducirse”, dijo.
Este es el único medicamento que ella consume. Se trata de una pastilla, que toma una vez al día. “Es poco tóxico, sin efectos adversos. Se toma en casa, oral, una pastilla al día. Salvo un acné juvenil y algunos problemas de estómago, brinda una buena calidad de vida que me permitió viajar, interactuar, bailar y brincar”.
El apoyo de su familia ha sido excepcional en la decisión que tomó, y con su esposo se ha dedicado a viajar y a disfrutar de los últimos días que le quedan de vida.
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