Las mentiras se refieren a decir algo que va en contra de la realidad y se pueden expresar en distintas circunstancias.
Las áreas del cerebro que se activan cuando mentimos son las áreas anatómicas implicadas en la memoria, como el lóbulo frontal, el cual se encarga de varias tareas como la planeación, organización y secuenciación de las actividades ejecutivas, detalla Diana Patricia Guizar Sánchez, coordinadora del Departamento de Investigación Educativa en la Unidad de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México.
Mentir, agrega la coordinadora, requiere de ciertas habilidades cognitivas y de planeación, ya que debe anticiparse a los cuestionamientos que se le harán y la forma en que deberá actuar para poder controlar la situación.
Un dato que se observa en las personas con tendencia a mentir es que las áreas del cerebro antes mencionadas suelen ser de mayor tamaño que en las personas que no suelen recurrir a las mentiras, y por el contrario, áreas que tienen que ver con el control de impulsos y la conciencia moral, se ven disminuidas.
Mentiras involuntarias
Decir mentiras sucede en varios escenarios. Podría ser que alguien mienta para ocultar algún síntoma. Esto sucede con frecuencia en adultos mayores, quienes pueden padecer lo que se denomina pseudodemencia depresiva, que se presenta cuando se deprimen y durante estos episodios es posible que tengan pérdida de memoria.
“Cuando el paciente se da cuenta que está pasando por una pérdida de memoria, se asusta y para sustituir ese episodio ‘inventa’ cosas y culpa a la gente de su alrededor de ese olvido”, refiere la especialista.
Asimismo, quienes padecen algún trastorno de personalidad suelen mentir con frecuencia con el fin de obtener algo.
Los pacientes con trastorno antisocial de la personalidad, por ejemplo, mienten para sacar provecho de alguna situación o persona; de igual forma, quienes padecen el trastorno disocial que sucede con frecuencia en adolescentes también mienten con el mismo fin.
Cabe señalar que no hay una asociación entre las mentiras y las enfermedades mentales, ya que las circunstancias por las que las personas mienten son variables se tenga o no un padecimiento mental, aunque quienes presentan trastorno disocial o de conducta tienden a mentir más que el resto de las personas, comenta Diana Guizar.
Lo cierto es que mentir constantemente puede traer como consecuencia depresión, ansiedad y aislamiento, ya que es posible que las mentiras que decimos nos metan en problemas de los que nos sea difícil salir.
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