¿Cómo queremos ser recordados? ¿Es posible escribir nuestro obituario, luego de una pormenorizada y detallada reflexión, y dejarlo listo para que lo difundan amigos y familiares luego de morir?
Los obituarios, a pesar de todo, pueden ser una gran manera de pensar sobre lo vivido, un resumen de lo hecho. Siguen siendo además una de las secciones más leídas de los periódicos, aún en la era digital.
“Puede parecer morboso, pero en realidad es un gran ejercicio de escritura”, dijo Kristen Hare, editora de información local de Poynter, en una nota en el Tampa Bay Times, en Estados Unidos. A Hare le encargaron que organizara un taller sobre cómo hacer obituarios y, aunque no lo había hecho nunca, dijo que sí.
“Leer y escribir obituarios durante los últimos tres años me ha enseñado el tipo de preguntas que debo hacer para obtener los detalles que hacen que una persona sea reconocible. La semana pasada probé mis teorías con un grupo de 10 en un taller en la hermosa Heartwood Preserve en New Port Richey”, contó.
Un taller sobre cómo hacer su obituario
¿Por qué escribir su propio obituario?
1. Lo ha hecho por un ser querido y sabe lo difícil que es obtener detalles específicos durante la niebla del dolor.
2. No confía en que sus hijos, hermana o vecino lo hagan bien.
3. Tienes curiosidad.
El taller duró dos horas, indicó Hare, y aunque pareció mucho tiempo, pasó rápido y los asistentes pasaron gran parte del tiempo escribiendo.
Para Hare los buenos obituarios son específicos, significativos, llenos de sentido, una ventana a los valores de una persona y evocadores.
Recomienda tener en cuenta las siguientes preguntas al momento de sentarse a escribir:
- ¿Qué quieres que la gente sepa de ti?
- Di lo que es importante de ti y lo que menos te importa.
- ¿Qué amas y qué no amas?
- ¿Cuáles son tus peculiaridades?
- ¿Quién te importa?
- ¿Qué lección podrías compartir?
- ¿Qué recuerdos quieres transmitir?
- ¿Puedes resumirlo todo en una frase? ¿En una palabra?
Algunos ejemplos
Hare revisó algunos obituarios del Tampa Bay Times, en las noticias y otros en funerarias locales. Aquí los que ella publicó en su nota.
• Jessie Marie “Stormy” González, de 72 años de edad, vivía en Tampa: «Su entusiasmo por las compras en liquidación, las vacaciones y la entrega de obsequios fue incomparable y aquellos que dejó atrás la extrañarán”.
• Ethel Haskins, 82, vivía en San Petersburgo: “Después de 17 años como monja, Ethel se embarcó en una nueva carrera centrada en el voluntariado. Comenzó como directora de Voluntarios en la Oficina de Envejecimiento (Sunshine Center) de la ciudad de San Petersburgo y se trasladó a servicios de ocio, parques y recreación. Se jubiló en 1999. No dejó de trabajar, simplemente dejó de que le pagaran por trabajar. Ethel se ofreció como voluntaria para numerosas organizaciones, que incluyen, entre otras: Meals on Wheels, Hospice y enseñó inglés como segundo idioma en la iglesia del Sagrado Corazón en Pinellas Park, donde fue miembro activo durante muchos años. Su última vocación fue la de masajista licenciada, lo que le encantaba. Ella hizo que el mundo se sintiera mejor, un cliente a la vez”.
• Gloria Brooks-Griffin, 65, de Tampa: “Luchó contra el covid-19, pero nunca le impidió luchar hasta sus últimos momentos en el hospital. Ella siempre dijo que aprendió todo lo que sabía de sus propios padres amorosos”.
• Robert “Bullet Bob” Bulson, 88, de Brooksville: “Se ofreció como voluntario en el hospital y en Stage West Playhouse. Siempre estaba ayudando a un vecino o un amigo con las reparaciones de la casa o haciendo que su jardín se viera especial. Dijo que siempre trató de dejar un lugar un poco mejor de lo que lo encontró. Así también dejó a la gente”.
¿Se atrevería usted a escribir su propio obituario?