La rosácea es una enfermedad de la piel que se caracteriza principalmente por la presencia de un enrojecimiento de las mejillas pero también puede provocar pequeños bultos similares a los granitos del acné por los que pueden confundirse con esta afección, con dermatitis u otros problemas cutáneos.
Según explica desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) la rosácea suele aparecer, en el 80% de los casos, entre los 30-50 años de edad y se encuentra entre las enfermedades dermatológicas que más afectan a la calidad de vida. Los síntomas de la rosácea incluyen enrojecimiento facial, venas visibles, protuberancias hinchadas, problemas oculares y agrandamiento de la nariz.
La causa exacta de la rosácea es desconocida. Las dos principales anomalías son una disregulación neurovascular y una alteración de la inmunidad innata.
En su etiopatogenia se han implicado desde factores genéticos (muchos casos son familiares), hasta presencia de microorganismos o alteración de la barrera cutánea.
Factores desencadenantes
Exposición al calor (y sol). Aunque muchas veces se ha relacionado la rosácea con el sol, la radiación ultravioleta no causa rosácea. Lo que sí está demostrado es que el calor, que puede producir esta radiaciónsolar, puede desencadenar brotes de la enfermedad.
- Exposición al frío.
- Exposición al viento.
- Ejercicio físico intenso.
- Baños calientes, saunas, jacuzzis.
- Irritantes químicos.
- Estrés, ansiedad.
- Comidas y bebidas calientes o picantes.
- Hábito de comer rápidamente sin masticar.
- Alimentos ricos en histamina.
- Alcohol.
- Fármacos vasodilatadores.
- Corticoides tópicos.
- Exposición a la radiación ultravioleta ocupacional («screen dermatitis»).
- Ciertos fármacos antitumorales.
Expertos de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) explican que el diagnóstico correcto es muy importante, debido a que solo de este modo se consigue aportar un tratamiento adecuado que limite la enfermedad en el tiempo, y solo así se evita confundir la rosácea con otras patologías cuyo tratamiento no sea eficaz, o incluso sea perjudicial para el paciente.
Cinco posibles tratamientos
Tratamiento tópico
Existen cremas con medicamentos que pueden ayudar al control de la rosácea. Deben utilizarse en primer lugar, antes de probar otras posibilidades. Las cremas más utilizadas son aquella que llevan metronidazol o ácido zelaico. Otros compuestos que también se utilizan en forma de crema son los retinoides, derivados de la vitamina A.
Tratamiento oral
Cuando la rosácea es moderada-grave, o no se consigue controlarla con el tratamiento tópico, se debe intentar regularla con tratamiento oral en forma de comprimidos. En primer lugar se intenta con antibióticos orales, como la doxiciclina o el metronidazol. Su efectividad es muy alta, pero si fallan se debe intentar el tratamiento con retinoides orales, como la isotretinoína.
Erradicación del Demodex
Si la rosácea presenta coinfección cutánea por el ácaro Demodex su eliminación mejorará la enfermedad y aumentará las probabilidades de éxito del resto de tratamientos. Para ello se suele utilizar una crema con antiparasitarios, como la permetrina, que basta con aplicarse durante un tiempo limitado.
Uso del láser
Para el tratamiento de las telangiectasias y el enrojecimiento persistente se puede utilizar láser, que destruye las estructuras alteradas de la piel. Es muy efectivo, aunque requiere varias sesiones.
Tratamiento ocular
Para aliviar la irritación ocular que se presenta en aproximadamente un 20% de los casos suele ser suficiente el tratamiento de la propia rosácea. Sin embargo, si la afectación ocular continúa después o se limita sólo a los ojos el oftalmólogo puede considerar adecuado utilizar colirios con o sin corticoides.