Poner un pie en la capital del municipio Torres es hacerlo en la misma ciudad que fue la cuna de científicos, letrados, artistas y héroes militares que supieron dejar en alto el gentilicio de Carora, estado Lara. Han pasado más de 450 años de su fundación y sus calles de piedra, fachadas coloniales muy bien preservadas, inmensas casonas ocupadas por los descendientes de sus primeros dueños y vibrantes colores continúan tejiendo historia, así como cuando el general Jacinto Lara, epónimo del estado, gritó libertad en la gesta independentista.
Bautizada por el expedicionario español Juan del Thejo como «Nuestra Señora de la madre de Dios de Carora», también fue reconocida por su producción ganadera de alta calidad, por la confluencia de los ríos Bucare y Quediches –manantiales de su terreno árido y pedregoso–, por ser la cuna del periódico más antiguo de Venezuela, El Impulso, la tierra del maestro de la guitarra Alirio Díaz y de los ilustres Pastor Oropeza, Ambrosio Perera y Carlos Gil Yépez, genios de la medicina del siglo XX.
Incólume al paso del tiempo, como fiel testigo de la historia, la iglesia San Juan Bautista, catedral de Carora, que se construyó a principios del año 1600, destaca en un casco cuyo significado cobra aún más relevancia cuando es Simón Bolívar el protagonista: luego de la Batalla de Carabobo y de su breve paso por Caracas, durante tres días el Libertador pernoctó en el pueblo y bailó el vals con Felipa Oropeza y Arrieche, socialitè de gran belleza.
Hoy Carora es mundialmente reconocida por ser la casa de Bodegas Pomar, la única bodega vitivinicultora de Venezuela, de donde el único viñedo del país, forjado en 1988, dio su primera vendimia en 1990 y que, más de treinta años después, sigue celebrándose con una experiencia llena de aprendizaje, mitos y leyendas, recorridos e itinerarios, degustaciones, catas, y mucho más.
Bodegas Pomar, el hito
Data de la década de los ochenta. En aquellos días, se generó un gran interés de producir vinos en Venezuela. El creciente consumo de los importados fue el punto de partida. También, algunos nacionales elaborados con mostos concentrados, pero siempre importados.
En 1983 comenzó la historia de Bodegas Pomar, una que coincidió con la iniciativa de dos empresas: Cervecería Polar de Venezuela y la Societé Richter de Francia. Ambas tuvieron deseos de fundar viñedos para la producción de espirituosos de alta calidad en el país. ¿Pero cómo? ¿Sembrar uvas en un suelo árido y seco en apariencia?
Los estudios técnicos realizados por el Instituto de la Uva, organismo adscrito a la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) de Barquisimeto, revelaban que el clima y suelo idóneos para el cultivo de uvas se encontraba en la zona semiárida del estado Lara, ubicada entre El Tocuyo y Carora.
Pasaron los años y, entre 1984 y 1986, coincidirían Cervecería Polar, Martell de Venezuela y Domaines Cordier, también de Francia, para realizar un proyecto de investigación constituido por un viñedo y una bodega experimental. Para llevarlo a cabo se escogió la zona de Altagracia. Así se constituyó oficialmente Bodegas Pomar, al pie de la Sierra de Baragua, con cuatro hectáreas que sirvieron de exploración y experimento para lo que hoy en día es la consolidación y ampliación de un paquete tecnológico eficaz para el cultivo de su vid.
En el lugar se plantó entonces un grupo variopinto de cepas nobles, nativas de Francia, España e Italia. La investigación duró cinco años, tiempo en el que se evaluó su aptitud enológica, se seleccionaron las de mejor desarrollo que aportaron los vinos con las mejores características organolépticas como resultado de su interacción con el clima y suelo de la zona. Se habían ganado la lotería.
Los resultados de la investigación fueron presentados en el Congreso Mundial de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), en 1992. Las variedades seleccionadas fueron: de Francia, las tintas Petit Verdot, Syrah, y las blancas Chenin Blanc, Malvoisie, y Muscat D’Petit Grain; de España, las tintas Tempranillo, Garnacha y Monastrell (Mourvedre) y la blanca Macabeo; y de Italia, las blancas Malvasía Istria y Moscato Bianco.
Con estas variedades se creó el primer viñedo, en 1988, que dio su primera vendimia en 1990, para elaborar los vinos marca Viña Altagracia.
Una bitácora, una vendimia
La inversión para participar de una vendimia es de 350 dólares por dos días, que no incluyen traslado (puede hacerse vía terrestre, con una duración de 5 horas, o aéreo, en 40 minutos) ni hospedaje.
Del 16 al 17 de febrero y del 8 al 9 de marzo, la marca apuesta por un viaje al mundo del vino a través de su «Programa de visitas dirigidas» destinada a mayores de edad. Los cupos son limitados.
La promesa es sumergir al interesado dentro de sus instalaciones, haciéndolos partícipes de cada experiencia: desde un desayuno en la Casa de la Viña, anfitriona del viñedo; un paseo –a pie y en tren– entre las veredas de siembra, ser testigos de la recolección junto a espantapájaros de carne y hueso (que velan 24/7 por la cosecha), y el posterior pisado de las uvas, hasta el proceso de elaboración de sus vinos, sangrías y espumantes en bodega, con un recorrido especial junto a un enólogo que finaliza con un entrenamiento basado en los principios del arte de la cata acompañado de un festín gastronómico local a 5 tiempos a cargo de un reconocido chef, en este caso Sonia Semidey, también CEO de Quesos Las Cumbres, que incluye la degustación del famoso lechón en caja china (horneado durante seis horas en su propio jugo) elaborado por un segundo chef a bordo, Ramón Fernández –del reconocido restaurante local Ajilao–. Ambos se han dedicado a transmitir los sabores de la cocina de Carora y del estado Lara.
Marcas aliada como PAN y Café San Salvador completan la experiencia; el primero con sus tradicionales productos, el segundo con su explosión de aromas e intenso sabor a la hora del café, siempre en armonía con el portafolio de productos Pomar, para enaltecer aún más el orgullo de lo hecho en Venezuela.
Atentamente, Pomar
Además de un coctel de bienvenida y un pequeño paseo para explorar las calles de Carora, las bodegas reciben al grupo listo para vivir la experiencia. Descrito como «el día de la teoría», se explica, desde la profundidad del espacio, que los vinos de la marca Pomar tienen, en total, 17 medallas, de las cuales 3 se obtuvieron en 2023.
El camino para entrar es gris, de un cemento frío, casi glacial, que inmediatamente baja la temperatura del cuerpo y refresca del calor que hace afuera. En la entrada se ubican las cintas transportadoras donde, según la enóloga a cargo de recorrido, ocurre el proceso de recolección de racimos enteros de uvas que luego son ubicadas en cestas que pesan entre 20 y 24 kilos, que posteriormente pasarían por los respectivos procesos de despalillado y estrujado.
Las paredes y pisos estaban rodeadas de estructuras metálicas, grandes tubos, escaleras con rejillas y tanques buffer cuya función es trabajar las 7 variedades de cepas de Pomar: Sauvignon Blanc (para el frizzante), Chenin para espumosos, Malvasía y Macabeo, que se siembran en Altagracia al igual que las de los vinos tintos y se dividen en Tempranillo, Syrah y Petit Verdot.
Así pues, depósitos de fermentación y extracción del vino se elevan entre pasillos laberínticos que, al recorrerse, se tornan más y más fríos, pero cuya razón de ser esclarece el por qué cada una de las bebidas del catálogo de la marca necesita su propio espacio para poder nacer correctamente.
En esta estructura también ve luz, con su propio proceso de elaboración tras la extracción del mosto (zumo de la uva), la sangría Caroreña, cuya producción es de alrededor 10,5 millones de botellas o 12 mil cajas al año.
Llama la atención que, en medio del proceso final de la uva, el espacio donde se ubica la prensa es de los más interesantes en el camino: al producir el orujo (piel, semilla y parte de la pulpa completamente comprimidas) se usa como materia orgánica, es decir, el compost se vuelve inmediatamente a la tierra y actúa como abono. De esta manera, se crea un proceso de sustentabilidad 100% natural dentro de las bodegas.
Las cavas, por su parte, actúan como pequeños departamentos en su punto máximo de frío, entre 10 y 12 grados centígrados. Cada uno trabaja cada líquido y, entre anécdotas –como que el vino blanco de Pomar destaca por ser el usado por la Conferencia Episcopal Venezolana (de hecho, es tan secreto, que se elabora con la fórmula del Vaticano) o que para los espumosos, el método usado en la zona de Champagne, Francia, méthode traditionnelle, es el mismo que usan para los suyos–, se recorren con cuidado con el fin de que se entienda bien lo que allí se logra tras cada ensamble, escurrido, maceración, proceso de envejecimiento, cuidado, inclinación de las botella, coloración, calibración de luces y ruidos, y muchas otras características que los definen.
La sala de barricas es el factor diferenciador entre tanta estructura plomiza. Allí se trabajan los Crianza Reserva, de suprema calidad, por ejemplo, y se presentan en cientos de barriles hechos con roble americano y francés, la forma universal de que la madera acentúe la personalidad del vino. A oscuras, con apenas uno que otro punto tenue de luz, se cuidan no solo las bajas temperaturas, uno de los puntos más importantes, sino cualquier agente externo, como las vibraciones, que entorpezca la producción.
La Casa de Viña
Un desayuno criollo recibe en los viñedos, un poco más lejos de las posadas y las bodegas. Comer con el amanecer es una de las grandes postales de este viaje, que se corona con la fila de sembradíos de uvas que comienzan a divisarse a la distancia. Después de un menú repleto de mini arepas, empanadas, cachapas, casabe, galletitas caroreñas con su típica mermelada de piña y, claro está, gran variedad de quesos y natas, el grupo se dirige caminando hacia las infinitas filas de plantas de uva, al ritmo de la música tocuyana y arropados por la naturaleza. En medio de la travesía, el núcleo Carora de El Sistema le pone música a la experiencia.
Un poco de sangría calma el calor y acompaña durante el largo recorrido. Probar distintas variedades de uva y seguir aprendiendo hasta llegar al momento de arremangar los pantalones y pisarlas, disfrutando de buena música y de muchas copas de Brüt, es lo siguiente. En el ínterin, y para quienes también prefieran un paseo sin necesidad de caminar, está a disposición un trencito estilo colonial que hace paradas obligadas en cada hectárea del viñedo.
Tipos de vino, maridaje, catas. Se habla mucho de eso, pero hay una parte importante, cultural –y divertida– que no debe quedar en segundo plano: el pisado de las uvas. Es decir, vendimiar. Un culto a la extracción del líquido que se convertirá en vino y donde se invita a los asistentes, mientras un ensamble interpreta tamunangues, a bailar y pisar cientos de racimos de uvas dentro de una enorme estructura de madera superpuesta en la Casa de la Viña para filtrar el líquido.
Dicen que el ritmo con el que se mueven los pies sobre los racimos también afecta, por eso en muchos pueblos se dieron cuenta de que poner música ayudaría en el proceso. De ahí pasó ya a convertirse en una fiesta.
La última visita programada se hace, a modo de sorpresa, a la bodega conocida por haber sido escenario de La mujer de Judas, telenovela venezolana producida y transmitida por la desaparecida RCTV en el año 2002, escrita por Martín Hahn.
Recorrer sus espacios es volver a la televisión, pero también aprender que el vino siempre tuvo un papel fundamental en los ritos, sobre todo funerarios, de las culturas mediterráneas de la antigüedad. Su potente carga simbólica como elemento vital asociado a la sangre, metáfora de la regeneración y la inmortalidad, hizo que se empleara abundantemente en ceremonias, ofrendas, plegarias, libaciones y banquetes. En el antiguo Egipto, por ejemplo, la muerte era concebida como un viaje hacia otra vida y el vino era el canal para conseguir su plenitud.
En esta parada se mostró que la conservación de los licores con sello Pomar se hace con mucho conocimiento y delicadeza. Como es el caso de sus Reserva. A través de una cata especial donde el Brüt Nature, elaborado con el mismo método de la champaña, fue el protagonista, la marca afianzó su compromiso para que los venezolanos descubran, vivan y crean que todo es posible en Venezuela.