Los antiguos egipcios estaban obsesionados por los secretos de la belleza, la cual querían alcanzar con maquillaje, mascarillas y perfumes.
La obsesión de la civilización por lo bello se manifestó a través de la corriente artística donde representaron a las personas jóvenes, hermosas y saludables. Incluso muchos bebés se nombraron con la palabra “nefer” que se traduce como belleza.
“Todos ellos usaban maquillaje, se lavaban, se peinaban el cabello, se ponían perfume y llevaban accesorios. La diferencia entre las clases sociales residía en la calidad de los materiales utilizados”, detalló Engy al Kilany, profesora de Egiptología de la Universidad de Minia.
Los egipcios tenían una rutina de belleza que ponían en práctica todas las noches. Primero se lavaban la cara, luego se deshacían de cualquier resto de maquillaje con una loción hecha a base de leche y, por último, aplicaban una mascarilla para hidratar la piel.
Las cremas de leche y miel se utilizaron más a menudo por la clase alta de la sociedad. Los de clases sociales más bajas utilizaban aceite de ricino.
Los antiguos egipcios conocían muchos secretos de belleza y cerca de una treintena de aceites naturales. También, tenían ungüentos para las cicatrices y exfoliantes para limpiar a fondo la suciedad incrustada en la piel.
En cuanto al maquillaje, tenían un delineador de ojos negro llamado «kohl», hecho del mineral galena que les proporcionaba profundidad en la mirada. El famoso lápiz tenía una doble función, además de resaltar los ojos, lo usaban para protegerlos de los insectos y otros males.
Para el colorete usaban el ocre, una arcilla de color rojo que secaban al sol, molían y luego mezclaban con aceites hasta obtener la tonalidad de rojo deseada.