La Federación Canina de Venezuela (FCV) otorgó la certificación con reconocimiento internacional al criadero de perros Mucuchíes, situado en el estado Mérida. El documento oficializa a estos caninos como la «única raza pura del país».
El criador Edgar Albarrán recibió el certificado tras constatar que nueve de sus ejemplares Mucuchíes, son de raza pura. Su criadero tiene, al día de hoy, más de 20 años en funcionamiento trabajando en el cuidado de esta histórica raza canina en Venezuela.
Albarrán, además, es fundador de la Misión Nevado, Capítulo Mérida y promovió el «Proyecto Nevado va a la Escuela».
Nicolás Maduro, pronunciándose ante lo acontecido y a través de redes sociales, habló sobre el hecho.
Evaluación internacional en 2024
Se tiene previsto que para el próximo año la raza Mucuchíes sea evaluada en la Conferencia Canina Internacional que se celebrará en marzo, en Honduras, para ser incluida en su catálogo canino internacional.
Según reportes de criadores como Albarrán, es de gran tamaño, atlético, robusto, imponente y de mirada noble. Sus ejemplares son de andadura ágil, armónica, libre, elástica, potente y de pasos amplios.
Se trata de un canino inteligente y valiente, que además posee una gran energía e instinto de vigilancia, siempre en estado de alerta. Suele ser muy manso y defensor de sus protectores, pero desconfiado y fiero con extraños. Es obediente y vivaz.
Su piel es gruesa, suelta, flexible, puede presentar manchas de pigmentación en el cuerpo, aunque predomina el fondo blanco. Las orejas están manchadas total o parcialmente. Los colores de las manchas pueden ser: negro, tonalidades del gris, amarillo, naranja, beige, arena, limón, marrón, atigrado o pardo. La línea baja del pecho, vientre, patas y al menos la mitad de la cola es siempre blanca.
Su pelaje es tupido y grueso, de 6 a 9 centímetros, lacio u ondulado. Es más largo en la espalda, cuello, vientre bajo, detrás de las extremidades anteriores, extremidades posteriores y cola. Más tupido sobre la grupa.
Bolívar tenía uno
Llamado Nevado era de color negro, pero con las orejas, el lomo y la cola blancos; por esta particularidad tenía ese nombre. El perro se lo entregaron al Libertador, según medios especializados, «después de la Batalla de Niquitao, durante su triunfal Campaña Admirable desde Nueva Granada (actual Colombia), hasta Caracas en 1813», dice la historia.
A Nevado le asignaron como su cuidador al indio Tinjacá. Dicen que los dos tenían apodos, al perro le decían «Simoncito» (que conste que estamos hablando de la época de la conquista española…), y a Tinjacá, «el edecán del perro». Los dos acompañaron en varias batallas a Bolívar y también por las mismas, en algunas ocasiones, estuvieron separados.
Cuenta la historia que Bolívar se comunicaba con el perro a través de silbidos que le había ensañado el indio Tinjacá. Tras la batalla de Boyacá, Nevado acompañó al Libertador en su entrada triunfal a la capital del país.
Viajaba en un canasto hecho especialmente para él. Participó en muchas batallas en las que, cuentan, atacaba con ferocidad. Dicen que el Libertador tambaleaba cuando Nevado le ponía sus patas en el pecho para saludarlo. Aunque se sabe que Bolívar era de pequeña estatura.
Nevado acompañó durante ocho años al Libertador. Finalmente, él y su cuidador, el indio Tinjacá, murieron a lanzazos por parte de los españoles en la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821.