Es un hombre asertivo, un peregrino que descubre y se redescubre cada tanto. Un libro abierto, con todos, sobre sus avances y desaciertos en el proceso de entender cómo funciona la mente humana. Pero que deja de ser buena compañía cuando pasa por fases tóxicas y, como él mismo recomienda, recurre a limpiarse la sangre —implementar la sana distancia— para poder acercarse a otros. «Nacimos para autodescubrirnos y conocernos a cabalidad». A Ismael Cala (Cuba, 1969) la vida le puso a prueba cuando le dio una popularidad desmesurada en América Latina y dentro de la comunidad hispana en Estados Unidos por su celebrado trabajo como periodista en CNN en Español. Un éxito que significaría la realización de cualquiera. Cala lo llevó lo mejor que pudo, quizá porque desde antes tenía consciencia de quién quería ser. Es un hombre coherente, ágil de mente, que hace silencio para escuchar y que cuando habla impacta a multitudes con un discurso contundente.
Con una decisión desconcertante, que algunos interpretaron como el abandono de su mayor éxito, Cala sorprendió en 2016 a su audiencia con el anuncio del fin de su programa, para llevar a cabo su propósito de vida, que nada tiene que ver con exclusivas periodísticas ni con sacarle a la gente sus experiencias más dolorosas, sino con la transformación personal del otro —el desarrollo humano— a través de conferencias sobre el autoestudio, mentorías y coaching. Para él, ha dicho en varias ocasiones, los logros no son la gran cumbre ni una única montaña por escalar. Su vida es una constante reinvención, circunstancias de aprendizaje, pero también con momentos que lo obligan a desaprender lo que ya no le sirve para poder crecer.
Logró salir de Cuba en el noventa y ocho, en el tiempo perfecto, por la vía correcta, tras ocho años de una espera paciente por su oportunidad de conocer qué había detrás del océano. Trabajó como presentador en diversos programas de televisión en Canadá, México y Estados Unidos y fue reportero para CNN en Español antes de conseguir el programa de entrevistas, Cala, que le dio reconocimiento internacional, el cual retomó tras un retiro temporal de la televisión, pero esta vez en MegaTV, con un nuevo formato: los late night show, donde usa el humor para comentar situaciones de los personajes públicos.
Tras un año de no pisar suelo venezolano, el estratega de vida y de negocios aterrizará nuevamente en el país con motivo de su gira Manifiesta tu destino 2023, con la que potenciará propósitos de vida, habilidades de alto rendimiento y el logro de metas aún más ambiciosas mediante las herramientas y ejercicios de mindfulness que han sido claves en su vida para poder superar miedos, que muchas veces están en nuestro subconsciente y se convierten en creencias. Valencia, Maracaibo y Caracas serán las ciudades donde se presentará el próximo jueves, viernes y sábado.
—¿Cómo logró ese nivel de oratoria? Mantener el hilo de lo que se habla, tomando en cuenta que sufre o sufría de déficit de atención.
—La verdad que fue una disciplina de entrenarme, porque ciertamente yo hoy sigo descubriendo que mi mente en su naturaleza es un poco dispersa, y que si yo, por ejemplo, no me entreno y me centro, porque a veces hay que sentarse para centrarse, pues entonces mi mente funciona de una forma desenfocada, y eso lo noté desde la niñez. Lo aproveché cambiando muy fácilmente de rutinas, de actividades, porque fui conociendo un poco el tema de mi concentración enfocada. Ahora también tuve como mentor a Deepak Chopra. Estar con él, aprender a meditar, hizo mi mente una mente más obediente, más serena. Una mente más calmada, es una mente que escucha mejor. Tuve dos grandes mentores y maestros que me han ayudado a tener una escucha mucho más activa, compasiva, asertiva. Uno fue Deepak Chopra porque me dio las bases de poder no pelear contra mi mente sino hacerlo de una forma paciente, una aliada, y eso fue maravilloso, el entrenamiento en mindfulness, meditación y atención plena; pero el segundo fue mi gran mentor de comunicación, que es Larry King, ya fallecido, quien también tuvo ese mismo formato, ese mismo espacio que tú tanto disfrutabas en CNN por más de 25 años en CNN Global, en inglés. En las tres conversaciones que tuve con él, dos de ellas presenciales en Los Ángeles, una en su casa, otra en el estudio en CNN y otra por teléfono. Pero en la conversación donde estuve en su casa, cuando yo le pregunté ¿qué hago para escuchar mejor? y él me dice concentrarte en el otro, darte cuenta de que nunca aprenderás nada mientras seas tú quien habla. Yo, Ismael, nunca aprendí nada mientras era yo quien hablaba. Entonces eso me quedó retumbando en la mente. Y de verdad, él me dio las técnicas para entender que el preguntar es realmente un acto de indagación curioso y no el acto de un interrogatorio ajusticiador, como muchos periodistas hacen. O tú preguntas con la curiosidad de entender al otro o preguntas con la necesidad de enjuiciar al otro, desde tu propia mentalidad. Entonces a mí me enseñó este maestro todo lo que a él le hizo exitosísimo, porque para mí fue uno de los grandes entrevistadores de los medios a escala global y así, poco a poco, entrené mi mente a poder ser más obediente y calmada; y no es que yo escuche 100%, de verdad y siempre con éxito, pero por lo menos tengo un entrenamiento de poner mi mente en función del otro.
—Me imagino que tiene que ver también con que se inició desde los 8 años en el área de la comunicación. Pero me llama la atención que con su experiencia en radio y televisión decidió estudiar Historia del Arte y no Comunicación Social o Periodismo.
—La verdad pudo más el tema de la Historia del Arte porque yo quería una carrera que me diera la posibilidad de entender el mundo, las culturas diversas del mundo, la historia de los continentes, y siempre me gustó el arte. Pensé estudiar Comunicación Social —Periodismo—, pero después dije bueno, cinco años estudiando esto, cuando realmente aquí todos los medios de comunicación, en un país como Cuba son estatales… pues la verdad no sé qué tipo de Periodismo iba a estudiar yo ahí, cuando en realidad ya todo te lo dan hecho y el comunicado oficial es el que tú tienes que replicar. Entonces fíjate, ese joven dijo ‘me voy a invertir estos cinco años de vida en algo que me de un poco de cultura general y luego estudiaré Periodismo’. Y así fue, porque yo cumplí mi sueño de estudiar periodismo teniendo 29 años, ya como estudiante maduro; así me decían los jóvenes de 17, salidos de high school, que estudiaban conmigo Periodismo en la Universidad de York, en Toronto, Canadá. Pude cumplir el sueño de tener cultura general a través de mi licenciatura en Historia del Arte y luego el de volver a la universidad y graduarme como Periodista.
—¿Cuánta libertad para trabajar tenía, tomando en cuenta que las directrices venían del comité central del partido, ¿qué hacía?
—La verdad es que yo en Cuba no hice noticias, entonces tenía toda la libertad en el sentido de que mis programas mayoritariamente eran musicales. Estaciones era un programa de temas humanos y música e hice otro que se llamó Super Estelar, teniendo solo 15 años, hice un dramatizado para niños y jóvenes. Hice muy poco informativo en Cuba, la verdad. Entonces, pues, escogí esta otra cosa que me permitía desarrollarme, llevar cosas positivas a la gente.
—Dice que su deseo de salir de Cuba nació cuando comenzó a darse cuenta de que no eran todos iguales y además quería libertad, no tenía libertad de pensamiento ni de elecciones. ¿Qué era lo que veía, qué pasaba en Cuba?
—Yo salí de Cuba y hubiese salido de Cuba siendo Cuba capitalista, comunista, socialista o lo que fuera, porque más allá de que salí por una necesidad de libertad personal en su momento, y que algo tenía que ver con que yo quería explorar otros sistemas políticos y de vida, el niño el Ismael, que no sabía de política, ya quería explorar qué había más allá del océano, del archipiélago cubano. Entonces, si Cuba hubiese sido capitalista yo a lo mejor seguiría viviendo fuera y dentro, con la diferencia de que hubiera tenido la oportunidad de emprender en Cuba, cosa que no tengo ahora. Pero mi necesidad de explorar el mundo yo la recuerdo desde la niñez, desde que mi cabeza no tenía tan definida qué cosas son las ideología. Lo que quiero decir es que lo hubiera hecho de todas formas. Mi alma migrante existe desde la niñez.
—Cuando migró comenzó como mesero en Canadá, ¿cuán impactante fue servir comida siendo un periodista exitoso en su país?
—Más que periodista fui un presentador, me conocían más por un personaje de la radio y de la televisión. Un presentador. No hacía ni remotamente las cosas que hago hoy como conferencista o como autor. Era un personaje de televisión y de radio, de medios masivos, más de entretenimiento y muy reconocido, la verdad, porque en Cuba había dos canales de televisión; cuando no había internet, redes sociales, no había Netflix, no había nada, solo era eso, encender la tele. Entonces ¿quién no conocería a un personaje de televisión en esas circunstancias?, y la verdad que fue un golpe difícil para el ego de Ismael, porque tuve que aprender a servir a otros en un restaurante. Sin embargo, fue el baño de humildad que Ismael necesitaba y que yo necesitaba para aprender a ser más generoso, más humilde, más empático, más real. Yo creo que eso me dio la oportunidad de sentir que yo tenía que conectarme con poder ser instrumento de servicio a otros y no solo a alguien que hablaba y conectaba con los medios porque desde niño lo formaron para eso.
—En otras oportunidades también ha mencionado que ha vivido circunstancias que le han dado baños de humildad cuando el ego le hace estiércol la mente, ¿es o llegó a ser egocéntrico?
—Pues yo creo que todos de alguna manera lo somos. Y la verdad que sí, siento que sí en algún momento mi ego ganaba esa batalla que uno tiene entre el ego y el corazón y el alma. Yo creo que sí, que en algunos momentos el ego me llenó de estiércol la cabeza. Y por eso es interesante el atreverme a renunciar a la fama, al estatus, al éxito masivo que tenía ese programa en CNN en Español, porque siento que era decirle un basta al ego y decirle a mi corazón, eres mucho más sutil, eres mucho más sereno, no gritas tanto como mi ego, pero te estoy escuchando. Así que es una de esas victorias que yo digo: si el ego hubiese seguido dominando, yo no tomaría la decisión, pero como no lo escuché, por mucho que gritaba en ese momento, siento que le empecé a ganar la batalla y hoy Ismael sigue teniendo ego, porque la persona que diga que no tiene ego es como un vegetal que se tira a morir; el ego es lo que hace que tú tengas deseos e intenciones de manifestar sueños, deseos, de cumplir metas, propósitos, de sentirte con valía personal. El ego es saludable, lo malo es cuando el ego se ha salido de los límites saludables y comienza a ser arrogante, petulante, egocentrista, ahí sí ya es malo. Entonces, hoy creo que tengo el ego, porque no lo quiero matar, todavía me quedan muchas cosas por hacer en este mundo, pero que es mucho más obediente, porque está entrenado, está domesticado, es más silente, menos ruidoso.
—Tiene una naturalidad para los temas motivacionales, ¿a qué se debe que lo positivo sea tan necesario en su vida y que se haya convertido en el centro de su carrera?
—Pues, la verdad, al darme cuenta de que uno paga una cuota, un sacrificio al ser periodista, porque el periodismo es una profesión de estrés, porque casi siempre lo que despunta como breaking news y las noticias a las que uno les da ese boom, boom, boom —breaking news—, es un atentado, es una bomba, es un sismo, es un huracán, es un tiroteo masivo. Ningún canal de televisión te hace un breaking news para decir se descubrió, bueno a veces sí lo han hecho, cuando el covid era un breaking news, que se haya descubierto la vacuna; pero no pasa siempre, yo te diría que 90% de las noticias son sucesos que no son del todo agradables o positivos. Entonces, la verdad que yo sentí la necesidad de ser alguien que no solo reporta sino que aporta a la sociedad soluciones, estrategias, filosofía de liderazgo, para no caer todos como víctimas en un aparente mundo apocalíptico, que es muy negativo y tóxico. Yo siento que somos muchos más los seres humanos que todos los días estamos apuntando a hacer el bien, que los que producen las malas noticias que nos toca reportar, pero lamentablemente, las malas noticias tienen más eco y hacen más ruido.
—¿Por qué prefiere predicar con una obra de vida más que con la palabra?
—Porque al final la palabra es hermosa, la palabra llena, es una caricia que inspira o que puede incluso destruir a otros. Sin embargo, nada como la congruencia de alguien que camina su propio discurso y que se sostiene en el tiempo. Hoy te puede ayudar a construir el discurso el chatgpt, a decir palabras hermosas, pero sostener tu discurso con vida propia, en ejemplaridad, solo lo logra alguien que se propone ser íntegro, ser congruente, ser esencia. Para mí, esa es mi toma de consciencia más importante. Mi palabra tiene que ser un reflejo de mi ejemplo de vida, no al revés.
—Para ayudar a las personas habla de fuerzas cósmicas, de leyes de atracción, de energías, naturaleza, meditación, hinduismo, pero también habla de Dios, de un Dios que te tocó redescubrir. ¿Cuál es su relación con Dios y qué piensa del Dios de la Biblia?
—Para mí Dios es amor, hágase el milagro. Ese es el mantra de vida que yo repito muchas veces todos los días, desde abrir los ojos, hasta el último momento de ir a la cama y pedirle a Dios que no sea el último de nuestros días, que me dé muchas más extensiones pero sabiendo que podría ser el último. Para mí Dios es esa abreviatura cómoda con la que definimos la magia y el enigma poderoso de la creación de este universo: el cosmos, las galaxias, todo lo que somos; lo animado y lo inanimado. Todo es Dios. Para mí Dios tiene varias historias, varios profetas en puntos diversos de este planeta tierra, que en su momento estaban aislados porque no había wifi, no había bluetooth, no se había inventado el avión todavía, ni siquiera el barco, y que por mucho tiempo la gente no podía comunicarse de continente a continente y por eso hay varias historias, varias religiones, varios dogmas, varios libros sagrados. Pero la verdadera religión del mundo es el amor. Entonces, mi Dios, que por cierto, es católico, cristiano, pero no tiene un contrato de exclusividad con una única religión porque eso me convertiría a mí en un terrorista religioso si yo satanizo, denigro y hago demérito de los credos de otros seres humanos. Para mí es interesante pensar que Dios es amor, que Dios está en ti, está en mí, es una partícula de cada uno de nosotros porque estamos hechos a su imagen y semejanza. Obvio, mi Dios es el padre de Jesucristo. Sin embargo, soy un estudioso del budismo, de la filosofía budista. Las enseñanzas de buda me parecen maravillosas. No soy expertos de budismo, pero sí del sánscrito y los mantras y sí de la cultura védica, de la ayurveda, de la cultura filosófica del yoga, no como práctica de deporte como muchos lo ven; física nada más, sino como filosofía espiritual de vida. Estudio kavala. Me encanta el judaísmo, soy un fan de explorar cómo la diversidad de filosofías e ideologías y credos ha buscado por siglos entender el enigma de la vida
—En Cuba le quitaron la religión, ¿quién se la quitó y por qué pasó eso?
—Bueno, el comunismo. El gobierno, todo el sistema socialista de esa época: los 60, los 70, era muy radical y había una frase que se repetía mucho, que decía que la religión es el opio de los pueblos, la droga que adormece a los pueblos y obviamente, aunque las iglesias siguieron abiertas, no era bien visto para los jóvenes comunistas, creciendo en el comunismo, que fueran a las iglesias; aún así mi abuela me llevó. Yo tuve el privilegio de ser un niño que hizo catequesis, primera comunión, fui monaguillo, asistente del sacerdote de la parroquia de mi pueblo que era español y se llama, que debe tener ochenta y tantos años, Juan de Dios; y luego, a los 11 años, ya mi propia madre le dice a mi abuela: pues, mira, ya no está bien visto que el niño siga yendo a la iglesia, es un niño que está creciendo en la revolución, y yo llevé a Dios en mi corazón. No se me permitía ir al Templo, pero yo lo llevé en mi corazón. Y yo creo que eso me hizo bien, porque hay personas que son parásitos de la fe, que si no pueden ir a misa el domingo creen que Dios no llegó a ellos, y yo digo ¡wow!, qué cosa tan absurda que tú no sientas que Dios está en ti, que tú eres Dios, que Dios es parte de la Santísima Trinidad, del Padre, Hijo y el Espíritu Santo y que todos ellos están en ti y en tu mente y en tu corazón, en cada una de tus células. Es maravilloso el proceso ese porque celebro ir a un Templo, pero cuando no puedo ir, el Templo está en mí.
—¿Se hizo comunista por adoctrinamiento?
—No, yo no me hice comunista. Yo vivía en un entorno comunista, donde no hay opción. Realmente, ¿a qué otra parte vas a ir? Cuba no es Venezuela ni Venezuela es Cuba, entonces, cuando naces en un lugar donde tu educación está basada en escuelas únicamente públicas, tú no tienes opción. Tú padre no tiene opción de decir voy a sacar al niño de una escuela comunista para llevarlo a una privada. Hay que entender Cuba para uno saber cómo es el sistema, ahí todos los que nacimos recibíamos la misma educación, no es una opción de papá decir yo no quiero que mi niño vaya a una escuela católica, y lo lleva a una privada, a la escuela británica, o lo llevo a la otra escuela. Es una única opción para todos, una única ideología para todos.
—Cuando se despidió de Cala dijo que iba a seguir su verdadero propósito, el llamado o dharma, ¿cuál es su propósito?
—Mi propósito en este momento es ser un instrumento al servicio de otros seres humanos, despertando y elevando niveles de consciencia, porque cuando somos más conscientes y tomamos decisiones desde una consciencia más cultivada vamos a ser más saludables, más felices, más exitosos dentro y fuera espiritual y materialmente hablando y además más pacíficos; entonces, crearemos un mejor mundo: sin peleas, sin guerras, sin tanta competencia y más en el compartir de lo que somos y lo que damos, ese es mi propósito de vida.
—También dijo que estaba abandonado un éxito y que tenía un debate entre su ego y su espíritu. ¿Cómo resolvió ese conflicto?
—Con meses de autocoaching, de usar también algunos mentores para hacerles preguntas valiosas que me pudieran dar claridad, y luego tomando la decisión. Preguntándole al corazón. La decisión final la tomó mi corazón cuando le pregunté cómo se siente al quedarme en CNN, ¿tiene corazón esa decisión? Salir de CNN para explorar otras aventuras, tanto con la Fundación Ismael Cala, como con los emprendimientos que tengo en mente, ¿cómo se sienten? y realmente el corazón respondió con una vibración mucho más armoniosa y expansiva al camino de abandonar el éxito, que era estar en CNN en Español.
—Lleva mucho tiempo buscando el para qué nacimos, ¿qué ha encontrado hasta ahora?
—Que nacimos para autodescubrirnos y conocernos a cabalidad. Es un proceso difícil, a veces doloroso, pero cuando llegas a encontrar el gozo y el amor, de amar quién eres, en esencia y en paz, entonces, te conviertes, sin dudas, en una vida que tiene un propósito de servicio hacia otros, y yo creo que ese el gran secreto de para qué hemos nacido. Descubrirnos en amor, con toda la superficialidad que eso implica de quitar etiquetas y en ese autodescubrimiento, saberte un instrumento de evolución para otros seres.
—¿Qué le dejó Cala, el programa?
—Una universidad de vida. Ha sido mi mejor universidad y mi mejor carrera en práctica, en aplicación de conocimientos, en desafíos, con temas que yo nunca pensé que me tocaría explorar y de los que tuve que investigar para poder tener buenas conversaciones con esos brillantes invitados: filósofos, escritores, artistas, celebridades, políticos, premios Nobel, atletas de alto rendimiento, una variedad de personajes y personas de forma extraordinaria. Para mí fue el poder llevar a Ismael a un nivel de conocimiento, de experticia, de sabiduría, que yo no tenía cuando comencé a hacer el programa.
—Cala le hacía vivir bajo estrés, pasaba muchas noche sin dormir y algunas veces las entrevistas se ponían tensas y le tocaba guardar la compostura porque los entrevistados pueden llegar a sacar lo peor de uno. Entre esas noches ocurrió la entrevista con Luisa Ortega Díaz, ¿cómo la recuerda?
—Recuerdo la entrevista con Luisa Ortega, la fiscal en ese momento. Y claro, me desmentía dos o tres veces, con cifras y datos que yo daba. Yo sé cuales son las técnicas que se utilizan, pero además son técnicas esperadas, porque son tan cliché que ya uno las espera, no solo de Luisa, me ha pasado en en otros países también, de decirle al periodista estás desinformado, para que la audiencia sienta que está invalidando la fuente y la credibilidad del periodista. Entonces, cuando me lo dijo la segunda vez, le dije: con todo respeto, señora fiscal, si usted me vuelve a decir que estoy desinformado, terminamos la conversación porque creo que es una técnica muy barata para invalidar la credibilidad de la fuente, y a demás sé que esto es parte del entrenamiento que se le da a ustedes en media trainings por los asesores que contratan, y ella colgó su Skype. Ahí terminó la entrevista. Hay veces que a las persona no nos gusta que nos digan las verdades en nuestra propia cara, pero es parte de cuando uno siente que tiene la obligación de desenmascarar muchas técnicas que están siendo hechas para desvirtuar la pregunta, cambiar el centro de atención. Todos son maniobras manipulativas y además es lo más común, no es un tema Venezuela, eso es un tema global, a escala mundial, en cualquier entrenamiento a políticos.
—¿Cómo era su rutina para mantenerse informado acerca de todo, hacer varias cosas a la vez, mantener vida social?
—La verdad ya ni me acuerdo, porque han pasado siete años. Cómo lo hice y cómo lo hacía era un acto de malabarismo. Sin embargo, mantenerme informado gracias a que CNN en Español tiene colaboradores, corresponsales en todas partes. Cada vez que me tocaba hablar de un país, mi fuente primaria era mi colaborador, que era el corresponsal viviendo en el país. Ismael Cala vive en Miami, yo no puedo saber más que alguien que vive en Venezuela, en Colombia, en Chile, sobre la realidad de ese país. Entonces tuve la fortuna de que si quería saber algo de Venezuela, llamaba a la corresponsal de Venezuela, si quería saber algo de Colombia, llamaba al corresponsal de Colombia y a muchos otros amigos periodistas que no eran de CNN y eran de otros medios, que me podían dar datos, y luego Twitter, porque Twitter es una herramienta donde tú le preguntas a tu audiencia: oye, ¿qué está pasando?, ¿cómo sientes que va la realidad de tu país?, esta noche voy a hablar de ustedes, ¿qué me dicen? Créeme que por Twitter yo me informaba casi más que por medios masivos de comunicación.
—¿Cómo logra no caer bien, pero tampoco convertirse en un interrogador con los entrevistados?, ¿la clave está en escuchar?
—La clave es moderación, no irnos a los extremos. Nunca se va caer bien a todo el mundo, nadie va a tener 100% de aprobación en nada de lo que haga, es casi imposible, una quimera, pero sí un porcentaje mayoritario que entienda de que tú estás desde lo subjetivo, que somos todos los seres humanos intentado un ejercicio de neutralidad, como lo que debe ser el periodismo que ya casi no es, porque la verdad cada vez está más editorializado. Eso es lo que intentaba. A veces lograba más, a veces menos, pero siempre estaba el intento de ser un moderador neutral.
—En otras oportunidades ha dicho que para mantener a sus entrevistados hasta el final en la silla usa más psicología que periodismo. ¿Has estudiado algo de Psicología?
—Mucho mucho, me he pasado años estudiando Psicología, primero Clínica y luego Positiva, sin títulos. Yo esto no lo hago para tener título de psicólogo porque no me interesa, mi interés era entenderme a mí mismo. Hoy, sin yo proponérmelo, todo esto me ayuda para ayudar a otros, pero no fue la intención. Mis estudios todos fueron para salvarme. Para entender mi cabeza, evolucionar y optimizar cómo funciona mi psiquis, mi mentalidad. Entonces bueno, pues, algunos psicólogos se sorprenden porque hablan conmigo y yo les hablo de todo, de las sombras; cómo manejar neurosis; cómo entender depresión, y todo lo multifactorial, el tema ansiedad, pero lo hice, en realidad, no porque me interesa ser psicólogo, sino porque me interesaba estudiarme a mí, y yo creo que todos los seres humanos deberíamos hacerlo. Ese ha sido el gran problema de la salud mental, se lo hemos dejado a unos pocos que estudian por nosotros, cuando todos deberíamos estudiar cómo funciona el cerebro, porque tenemos uno, cómo funciona la mente porque tenemos una.
—¿En algún momento de la entrevista con Uribe sintió que se iba a parar de la silla?
—La entrevista con Uribe, al igual que la de Evo Morales, y quizás la segunda con Rafael Correa, yo diría que son de las tres más tensas, bueno, también mencionaste la de Luisa, que fue muy tensa, y de hecho, ella sí se desconectó, no tuvo que pararse de la silla pero sí pudo desconectar el Skype. La de Uribe fue muy tensa, en algún momento yo pensé que sí se paraba, pero mira, gracias a Dios, es lo que te digo, son las herramientas de programación neurolingüística y psicología positiva, y crear con inteligencia emocional rapport y empatía las que me pudieron realmente auxiliar y lograr que todas estas entrevistas hayan sido entrevistas tensas, quizás duras, difíciles, pero que el entrevistado no se haya levantado. Para mí cuando alguien me cuelga un Skype, se van antes de tiempo o se para, para mí como entrevistador es un fracaso. Yo no lo celebro porque yo no quiero que el titular sea: Ismael Cala hizo que fulana o fulano se enfureciera y se fuese, no. Yo creo que eso es un fracaso, si uno tiene pautado una hora con alguien, el éxito es lograr que aunque no nos entendamos en el sentido de que no pensamos igual, podamos conversar y dialogar pacífica y armoniosamente con respeto a la hora pautada.
—¿Qué sintió cuando se enteró de que era uno de los 50 más bellos de la revista People?
—Bueno, pues, imagínate, es como el patito feo que se sintió finalmente bonito, porque además, yo en la infancia sufrí bullying, porque no era un niño que llamaban agraciado, bonito, armonioso. Decían que tenía la cabeza alargada como un hacha, que las orejas parecían las alas de un aeroplano o de las de un elefante, Dumbo. Yo crecí escuchando todas esas cosas y sintiéndome feo. ¡Qué bonito que la vida me dio la oportunidad! No porque mi ego lo necesitara, sino como una validación de decir ¡wow! tantos años donde me hicieron creer que era feo y ahora de adulto me celebran por ser bello, pues, qué bien, ¡que venga el reconocimiento! Pero siempre entendiéndose que la belleza es efímera, que ese Ismael de los 50 más bellos se sigue sintiendo bello hoy con 53 años, pero no sólo porque ve afuera en el reflejo del espejo, sino porque se quiere, se ama de verdad, porque he aprendido a no sentir vergüenza de las cosas que son parte de su esencia, de su persona; entonces, qué belleza tan bonita esa, que es la que uno puede realmente sentir con paz, que se irradie desde dentro.
—¿Por qué la vida es una piñata?
—La vida es una piñata porque la mayoría de los seres humanos la vive dependiendo de cómo anda su mente y nuestra mente es como si fuese una piñata. Si tu mente es como si fuese una piñata, que nació casi vacía y donde papá y mamá con sus mejores intenciones, con su educación hacia ti, pusieron lo que pudieron, porque era lo que tenían ellos en su piñata, más el lugar donde te tocó nacer, la religión, cultura, la política, la economía, pusieron dentro de ti lo que en ese momento se convirtieron en las creencias con las que has crecido. Si uno no abre la mente, escudriña qué hay ahí, saca las creencias que nos limitan, valida las que están que son empoderadoras y trae otras nuevas, aún más fuertes, nosotros vivimos como si fuese una piñata, que está muy adornada por fuera, colgando ahí de una cuerda y esperando que le den un trancazo con un palo para defondarla, para que caigan las golosinas y los regalitos a los niños. Yo encontré esa metáfora para que los niños y los jóvenes entiendan que ellos son responsables una vez que llegan a tener 21 años, que es cuando el cerebro está completamente formado, de meterse en ese espacio de mente y cerebro, abrir, escudriñar, honrar a sus ancestros pero no comprar todo lo que sus ancestros tenían en su tienda familiar, porque hay muchas cosas que sus padres y sus ancestros tenían que no les van a llevar a la expansión, porque son miedos, dudas inseguridades, creencias y moral socialmente inducida, que la verdad ya caducó, es del siglo pasado.
—¿Por qué escogió el bambú como referencia para su libro? Qué debemos aprender de él?
—El libro Fluir para no sufrir es una ampliación de lo que comenzó con El secreto del Bambú, que se hizo fábula novelada para jóvenes. Ahora lo quise desarrollar en una filosofía de liderazgo propio, que se llama liderazgo mindfulness exponencial o el líder bambú. Tiene 11 principios, o valores de vida, con estrategías prácticas, herramientas, exámenes, incluso da autodiagnóstico, y la verdad, yo siento que es el libro más completo que he escrito hasta hoy.
—Está haciendo una gira y viene a Venezuela, ¿cómo se siente?
—Muy emocionado porque después de 6 años sin ir, el año pasado fui. El año pasado se rompió ese ciclo, que yo decía: cuándo regreso, cuándo regreso. Estuve en Caracas, estuve en Maracaibo. La sensación de estar con el público venezolano, que además es mi público mayoritario, prevaleciente, número uno, eso lo sabe todo el mundo, que Venezuela ama a Ismael e Ismael ama Venezuela. La gente me dice: eres venezolano y yo les digo sí, a mucha honra, soy venezolano adoptado, de corazón. No nací en Venezuela, no he vivido en Venezuela, pero amo a Venezuela. Siento a mi Venezuela en mi corazón. Entonces, imagínate, volver este año, pero además, ir a Valencia, yo no voy a Valencia desde 2016. Después que fui cuatro años seguidos a la Cumbre del éxito, regreso a Valencia el 15 de junio, estaré en Hotel Hesperia. Las entradas están a la venta en Kreatickets.com. Voy a estar el 16 en Maracaibo, en el Aula Magna de la Universidad Rafael Urdaneta, y las entradas están en Mdtickets.com.ve y el 17 de junio estaré en Caracas.