La Academia venezolana de Gastronomía entregó este miércoles los premios Tenedor de Oro y Armando Scannone, correspondientes al año 2018. El acto se celebró en las instalaciones del Club Pomar y finalizó con un coctel para agasajar a los galardonados por su quehacer culinario.
De acuerdo con el fallo del jurado, Destilería Carúpano fue reconocida con el Gran Premio Tenedor de Oro por desarrollar y ofrecer productos de alta gama que testimonian la calidad posible de los rones venezolanos; Carlos Hernández Coll, con el Tenedor de Oro al Chef del Año 2018, por su constante promoción de los sabores zulianos y el desarrollo de una propuesta gastronómica en la cual se destacan el respeto a la despensa y a las tradiciones culinarias de su región; y Miro Popic, con el Tenedor de Oro a la Publicación Gastronómica del Año, por su libro Venezuela on the rocks!, primera investigación documentada que indaga en la historia y particularidades de la producción y el consumo de bebidas alcohólicas en el país, desde tiempos prehispánicos hasta el presente.
El premio Armando Scannone 2018 fue entregado a Federico Tischler por White Envelope Arepa Bar, nombre de su emprendimiento gastronómico, localizado en Baltimore, que ofrece una propuesta de alto nivel con la cual el cocinero se ha convertido en uno de los mejores embajadores de una cocina que, con sobrados méritos, comienza a ser difundida y reconocida fuera de nuestras fronteras.
La menciones Tenedor de Oro 2018 fueron para Alimentos KQT por su excelente propuesta en el estado Mérida, en donde elabora desde hace varias décadas quesos únicos de calidad mundial, además de mermeladas, mostazas y otros productos; para Ercole D’Addazio, restaurador y empresario con más de cincuenta años dedicado a la alta gastronomía en Puerto Ordaz –su restaurante Ercole ha sido pionero y referencia en temas del buen comer y el buen beber en la región–; para Emerson Freitez, pastelero de profesión y especialista en las “artes del azúcar», radicado en Barquisimeto y reconocido en el ámbito mundial por sus esculturas dulces; y para el Instituto Culinario de Caracas, centro educativo con énfasis en la enseñanza de sabores y técnicas de la cocina venezolana que, bajo la dirección del chef Héctor Romero, se ha convertido en una institución comprometida con la conservación de la memoria culinaria del país.